La pasión que genera el Trasmontaña fue una de las razones por las que Lucas Romero y sus compañeros de “El Gallo Team” recorrieron más de 3.500 kilómetros. El monterizo radicado en Río Grande, sin embargo, apuntó que el impulso más potente viene por otro lado. “Nunca imaginé la pasión que te despierta el ciclismo. Toda mi vida, desde 2018, gira alrededor de la bici. La conexión con la naturaleza es increíble. Incluso la agonía física y mental que se vive por momentos, es adictiva”, reconoció Romero. El biker, exista o no la competencia tucumana, de la moutain bike no se iba a bajar.
Es bien curioso lo que le sucedió a nivel deportivo. “Me fui hace 32 años de Tucumán. Mis padres se divorciaron cuando tenía ocho años y mi mamá se vino al sur a buscar trabajo. Yo corría en moto de enduro. Tras una cirugía de rodilla me recomendaron la bicicleta para la recuperación y me enganché mal con el mountain bike. Desde entonces la moto quedó en segundo plano. Se convirtió en un perchero, como dicen mis amigos”, bromeó el monterizo.
Lo que el ciclismo les genera no lo encuentran en ningún otro deporte. Tan especial es que no les importa sufrir si es necesario para hacer una salida o entrenarse en la bicicleta. “Abrigados hasta los dientes, así salimos. El frío es demasiado y por momentos, debo reconocer, que la pasamos mal. Se sufre mucho con las manos y los pies congelados. Pero no nos queda otra”, explicó el biker de 40 años.
En total, Romero contabilizó ocho corredores que coincidieron en los mismos vuelos que los trasladaron hasta “El Jardín de la República”. El “boca en boca” es considerado fundamental para el tucumano que considera al Trasmontaña como la mejor carrera de mountain bike del país. Las anécdotas que trasmiten quienes corren la prueba por duplas es lo que cautiva. Al mismo tiempo, los relatos causan mucho respeto. “También genera un poco de miedo. Las experiencias de subidas y bajadas, la técnica que hay que tener, la habilidad”, describió Romero. “No es una carrera para cualquiera, hay que entrenar un montón. Sino es demasiado peligrosa”, precisó.
Los deportes al aire libre en el sur argentino son difíciles de practicar durante el invierno. El living de los hogares es la pista para perfeccionarse. “Diría que el 80% de nuestro entrenamiento es bajo techo, entre junio y julio, y salimos al exterior cuando el clima lo permite. Lo técnico lo practicamos sobre la nieve, es similar a pedalear en barro o arcilla y son frecuentes las caídas por lo resbaloso del terreno”, detalló. “Al volver a casa solemos poner los pies en agua caliente. Usamos dos o tres pares de medias térmicas y doble cubrecalzado térmico e impermeable, pero igual se congelan los dedos. Usamos doble guantes, tres capas de ropa, pasamontañas para el frío en las orejas y el cuello”, describió el equipamiento necesario para pedalear por los caminos de Río Grande.
El día que corrió su segundo Trasmontaña no necesitó nada de eso. El día de la carrera los trató más que bien: sol a pleno, sin nubes, una temperatura que no superó los 20 grados y una agradable brisa que los acompañó. “Nos fue mejor de lo que esperábamos”, afirmó el constructor de celulares. “Después del tiempo que hicimos en el reconocimiento del domingo anterior, completamos el circuito en tres horas y 30 minutos. En la carrera hicimos tres, 24”, celebró el registro que logró junto a su compañero, César Arce.
La emoción de Romero se entiende con profundidad cuando rememora su primer contacto con la carrera. “En 2022 no sabíamos lo que era el Trasmontaña. Creo que subestimamos el circuito. Terminamos acalambrados porque no habíamos entrenado lo suficiente; la pasamos mal. Entrenarse en el sur, es muy sacrificado. Por eso es que nos volvemos felices a casa”, festejó Romero.