El poder de los gestos

El poder de los gestos

Si las autoridades quieren acercarse a la sociedad, en el caso de la Justicia ha faltado autocrítica. Mientras la valuación positiva de la gestión de Jaldo-Acevedo trepa al 70%, sus ministerios han tenido una merma en sus imágenes.

No era el mismo. Algo había cambiado en la historia. Es que aquel miembro de la Corte Suprema de Justicia de la Nación que supo abrir las puertas del palacio para que la prensa -y por lo tanto, la sociedad- conozca lo que ocurría cuando las togas estaban colgadas y los martillos silenciados, ya no es el mismo. Se viven otros tiempos. En aquel entonces, Ricardo Lorenzetti presidía la Suprema Corte de la Nación. Hoy divide aguas. Pareciera que seduce más su capacidad de Lobby que su pasión por defender la independencia de un poder que nunca debería estar afectado por los vientos que sopla la política. Alguna vez era el contrapeso que tranquilizaba y aseguraba la responsabilidad de la Justicia. Hoy, está envuelto en los dimes y diretes propios de las intrigas palaciegas. Lo responsabilizaba de haber bisbiseado en el oído presidencial el nombre de Ariel Lijo. La posibilidad de que este hombre acostumbrado -y criticado- por acunar expedientes termine sentado en un sillón de la Corte Suprema afecta la imagen impoluta que debe mostrar el Máximo Tribunal Judicial. El nombre de Lijo parece esos globulitos de árnica que intentaron borrar moretones. Es que el juez propuesto para la Corte el Presidente de la Nación parece mágico porque ha unido a kirchneristas con mileístas y, si nos ponemos exigentes, ha unificado en el repudio a los opositores que tanto les cuesta reconocerse como partes de un mismo interés.

En cambio, en Tucumán ha unido a los vocales de la Corte Suprema de Justicia de la provincia. Sin excepción, los cinco vocales del alto tribunal estamparon su firma para autorizar el gasto de 1,3 millones de pesos (https://acordadas.justucuman.gov.ar/?acordada=88323) para gastar en la visita de Lorenzetti, quien disertó en el salón de actos “Dr. Juan B. Alberdi” de los Tribunales que se levantan frente a la piedra que recuerda y rinde homenaje a Arturo Ponsati. “El gordo” como le decían sus más cercanos no habría disimulado esta acordada, suponen aquellos que lo reconocen como un “amigo de muchos y un ejemplo para todos”.

Más allá de los gastos que sin dudas se pueden justificar ante la visita de un hombre destacado, lo que no se alcanza a disimular es que uno de los firmantes es nada menos que el presidente de la Corte provincial. Lorenzetti desequilibró el fiel de la balanza. Se mostró junto -y sonriente- a Daniel Leiva.

El presidente de la Corte Suprema de Justicia de Tucumán carga un lastre que no puede disimular. Dijo lo que dice no decir y todos los tucumanos lo escucharon decir lo que dice que no dijo. Este trabalenguas está en la Corte Nacional a la espera de que sus ministros se pronuncien. Por más que hoy sea el Día del Niño no se pueden presumir inocentes. Ni Leiva ni Lorenzetti.

Cuando estuvo en Tucson instó al Poder Judicial a que haga una autocrítica. Eso es, precisamente, lo que hasta ahora no habría podido hacer el titular de la Corte tucumana que intenta que el tiempo se lleve sus palabras -que quedaron grabadas- a través de las cuales habría intentado forzar la decisión del ex juez Enrique Pedicone en una causa en la que se pretendía mantener en tensión al legislador argentino-norteamericano Ricardo Bussi.

Una de las preocupaciones de siempre de Lorenzetti ha sido acercar el Poder Judicial a la sociedad para que los ciudadanos entiendan las decisiones que toman los togados. Esta causa se ha vuelto inentendible y jamás el actor principal habría seguido los preceptos de Lorenzetti para que los tucumanos puedan entender por qué se les mintió. O, en todo caso, recibir unas disculpas.

Es hasta tragicómico que quien denunció a Leiva -Pedicone- lo echaron y quien habría actuado descortésmente lo hayan ungido presidente. Mucho de este intríngulis deberá ser explicado -y resuelto- por Lorenzetti después de haberse mostrado en Tucumán con el mismísimo responsable de esto.

Poco juicio, mucha política

Sobre los escritorios de los legisladores que integran la comisión de Juicio Político venía estando hasta esta semana que nunca más volverá, el planteo de destitución del presidente del Tribunal de Cuentas de la provincia, Miguel Chaibén Terraf. Sin profundizar mucho, en los temas en los que había apoyado su acusación el abogado Marcos Aníbal Rougés, la comisión no encontró causales para avanzar contra Terraf.

Los argumentos para desestimar se apoyaron principalmente en la extemporaneidad de los hechos planteados. Sin embargo, la comisión presidida por Sergio Mansilla no se dio la oportunidad de dudar. Tal vez no encontraron responsabilidad sobre el titular del Tribunal de Cuentas, pero podrían haber enviado a la Justicia cuestiones en las que se pone bajo tela de juicio el comportamiento de más de una decena de empresas constructoras de la provincia.

El resultado de este planteo de Rougés, mirado atentamente por los bancarios, se empezó a rumorear el martes pasado. En los corrillos de la Legislatura no se debatía sobre fundamentos ni hechos. En un platillo de la balanza estaba el diputado Carlos Cisneros y en el otro, Terraf. De eso hablaban. Y justificaban el veredicto final en el interés de ponerle límites al crecimiento político del líder de los bancarios. La disputa entre ambos es una novela de muchos capítulos.

El día antes de que los legisladores dieran su veredicto, Terraf visitó al gobernador de la provincia. Rougés puso el grito en el cielo, pero no lo escucharon. No fue prudente ese encuentro que sin dudas se convirtió en un gesto potente para la política comarcana. Osvaldo Jaldo dejó sin decir una palabra un mensaje para Cisneros y otro para Terraf. Al diputado le puede haber advertido que estos movimientos no deberían hacerse en soledad y sin la anuencia del mandatario provincial. A Terraf le dejó en claro su poder. Al día siguiente el juicio político ya era historia.

Conflictos desactivados

Jaldo jugó fuerte. Uno de los políticos más agresivos con él había sido el legislador taficeño Javier Noguera, una de las espadas principales en aquellas épocas en las que manzuristas y jaldistas se tiraban con el oflador. Desde que el hombre de Trancas se sentó con el respaldo popular en el sillón de Lucas Córdoba hubo una suerte de tregua en la que la tensión nunca cedió. Esta semana el matrimonio Noguera -se sumó la intendenta de Tafí, Alejandra Rodríguez- y Jaldo desactivaron algunas minas que estaban listas para estallar en cuestiones de aportes de fondos y de pactos sociales. Los tres sonrieron más de la cuenta. A la siesta cuando el gobernador se reunió con los legisladores oficialistas no hubo ni recuerdos de las viejas reyertas.

El gobernador llegó al encuentro con los legisladores de su cuño político fortalecido con todos estos gestos que les sirvieron para ratificar el poder y para lanzar el anuncio de que el peronismo necesitaba mostrar a la sociedad que estaba dispuesto a cambiar algunas reglas de juego. Convinieron en la búsqueda de cumplir con ponerle fin -y límites- a los malditos acoples, con o sin reforma de la Constitución. El juego lo manejarán desde la Legislatura, cosa que alivió a los legisladores que venían advirtiendo que no les gustaba que Jaldo los llevara de las orejas como a esos niños que se portan mal.

El gobernador no da muchos pasos sin revisar los números que cada tanto le deja el consultor Mario Nahuz. Este, con números en la mano, le advierte que las perspectivas futuras mejoran y que el 59,4 de los tucumanos creen que estarán mejor. Y, lo que más entusiasma al mandatario, es que la evaluación positiva de la gestión de Jaldo-Miguel Acevedo trepa al 70%. Mientras tanto, las imágenes de sus ministerios han tenido una merma respecto de la última medición y la Legislatura, si bien mejoró, está lejos de tener números de confianza. Lo mismo ocurre con el Poder Judicial, cuya mala imagen llega casi al 80 por ciento. Precisamente, ahora que empieza a diseñarse la arquitectura del presupuesto provincial, empezó a preocupar el manejo que viene realizando la Justicia. Mientras el poder político (Ejecutivo y Legislativo) han anunciado recortes y han transmitido señales de austeridad, en la Justicia no ven actitudes parecidas. Esta cuestión puede traer algunas tempestades cuando empiece a asomar el verano.

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