El cimbronazo que generó en el peronismo la denuncia por violencia de género contra el ex presidente Alberto Fernández agravó el estado de crisis en el que se encuentra el partido que más veces gobernó la Argentina. ¿El Partido Justicialista tocó fondo? ¿Es esta su peor crisis histórica? Al menos en la historia reciente, desde el retorno de la democracia, los números objetivos dan cuenta de un derrumbe sin precedentes: el PJ viene de hacer la peor elección presidencial, con los números más bajos. A todo esto, se suman la falta de liderazgo y de una conducción orgánica que pueda encabezar el proceso de transición interno. En ese contexto, la caída del ex jefe de Estado y ex presidente del PJ sacudió aún más los ya tambaleantes cimientos del justicialismo.
“Es difícil establecer cuál es el fondo. En todo caso, sí se puede establecer que el peronismo obtuvo el año pasado el peor resultado electoral de su historia. Objetivamente fue así porque Sergio Massa terminó sacando menos votos que Daniel Scioli, pero además en un contexto en donde el peronismo casi que no tenía expresiones alternativas. Agrego dos datos que también son objetivos de la baja performance del peronismo: nunca había tenido menos de 100 diputados en la Cámara Baja; y nunca había tenido solamente 33 senadores”, introdujo el politólogo Lucas Romero.
Vínculo roto
El director Synopsis Consultores consideró que el escándalo por violencia de género y presunta corrupción que ahora salpica a Alberto Fernández viene a agravar la crisis “reputacional” del partido. “Y esta crisis habla de una suerte de ruptura del vínculo entre el peronismo y buena parte de la sociedad”, afirmó. No obstante, advirtió que el peronismo sigue siendo una expresión que cuenta con un tercio de los apoyos. “No sabemos si este es el piso o podemos seguir viendo un proceso de descomposición aún mayor, pero en todo caso se lo puede definir como una suerte de crisis reputacional como nunca la ha sufrido en su historia”, planteó. “Esto supone la necesidad de parte del peronismo de encarar un proceso de renovación y de regeneración muy profundo que lo desprenda un poco de ese pasado que sigue siendo un lastre, porque creo que acá la dificultad que tiene el peronismo es que, digamos, la figura política más relevante que tiene en su interior es una política que lo ancla en el pasado, que es Cristina Kirchner, es muy difícil regenerar ese vínculo sin dejar atrás ese lastre, un lastre muy cuestionado por buena parte de la sociedad y que en algún punto se mantiene vivo dentro del peronismo por la vigencia de Cristina Kirchner”, sostuvo.
¿Cuál podría ser la forma de que el peronismo de vuelta a la página? Según el consultor, el peronismo debería ofrecer elementos claros para que la sociedad perciba una predisposición de renovar su dirigencia. “Eso para mí solo puede ocurrir si se produce el hecho simbólico de una derrota electoral de Cristina Kirchner. Y es lo que pudiera eventualmente ocurrir en la elección interna que hay en el peronismo el próximo 19 de noviembre. Desde luego, veremos porque probablemente Cristina no quiera que eso ocurra. Mi impresión es que todavía no hay consenso para encarar ese desafío de enfrentar a Cristina electoralmente”, alertó.
“Si Cristina sigue ocupando un lugar relevante, me parece que al peronismo le va a costar mucho más encarar ese proceso de regeneración y que eso facilite la reconstrucción del vínculo con la sociedad, porque en última instancia es un vínculo que ha quedado sumergido en una crisis de desconfianza. Buena parte de la sociedad le desconfía al peronismo, ya no sólo en términos de que le pueda resolver los problemas, sino en términos de comportamiento ético, comportamiento moral y otras cuestiones”, concluyó el analista político.
Expresión de deseos
Gustavo Córdoba, director de Zuban Córdoba, consideró que lo más traumático para el PJ no es el escándalo de Alberto Fernández, sino su falta de modernización. Incluso, planteó una postura de prudencia respecto de la crisis y del fondo del peronismo. “Hay que ver qué era lo que representaba Alberto Fernández para el peronismo. Por ejemplo Daniel Scioli, que fue el anterior candidato a presidente, hoy es funcionario de Javier Milei. “Si esto se hubiese producido en un contexto de recuperación económica o de bienestar económico, indudablemente que podríamos concluir que la tesis de la desaparición del peronismo es altamente probable que sea correcta ahora. Hay una percepción de cierta ingenuidad en las aseveraciones y en las afirmaciones de la desaparición de una fuerza política que ha sobrevivido cosas peores a esta. En el fondo creo que hay que dejar pasar el tiempo y evaluar, pero evidentemente no por anunciar el amanecer, el sol sale antes. Creo que ahí hay una sobreestimación de los que afirman que el peronismo desaparece”, afirmó.
Y ató el futuro del peronismo con el éxito del actual gobierno libertario. “Yo creo que si el Gobierno, que creo que es la parte más interesada en la instalación de esta idea, no logra armonizar un buen resultado económico en el corto plazo, la verdad que es probable que hasta se le dé vuelta la taba y se incorpore el Gobierno a un escenario de riesgo. Tiendo a creer eso, creo que las afirmaciones así tan rimbombantes esconden más deseos o aspiraciones que realidades”, completó Córdoba.
“Clavo en el ataúd”
“Hablar de la peor crisis del peronismo es mucho; es un partido que atravesó Montoneros o José López Rega. Todavía estamos en un nivel relativamente manejable de crisis para los peronistas”, reflexionó el analista internacional Marcos Novaro.
El sociólogo y filósofo graduado en la UBA estimó que el principal problema del justicialismo hoy es la falta de alernativas. “La polarización los fuerza a alinearse detrás de Cristina y Cristina es esto, es todo este lastre. Entonces hay poco futuro ahí. Es muy difícil imaginar que vayan a poder renovarse en estas condiciones, donde hay mucha competencia, los demás tienen cartas para jugar y los peronistas tienen pocas; muy poco para ofrecer”, remarcó. También ligó la suerte del peronismo al devenir de la gestión del presidente Javier Milei. “Si a Milei le va mal es la única esperanza, que Milei se hunda y lo salve. Ellos mismos lo dicen: ‘Hay que esperar, hay que aguantar porque Milei se va a hundir, viene la crisis y entonces nos vamos a salvar y todos se van a olvidar de todo esto’”, manifestó. No obstante, Novaro no cree que eso vaya a ocurrir. “Yo dudo que eso pase, me parece que la crisis peronista se va a profundizar el año que viene. En el medio hay poca renovación, pocos dirigentes que ofrezcan novedades”, conjeturó.
Expresó que Áxel Kicillof era quien más chances de ofrecer una renovación tenía, pero que optó por hacer un “seguidismo tonto de Cristina y repitiendo las mismas cosas que han venido diciendo por mucho tiempo; el oposicionismo fácil”. “Es decir, esperemos a que esto fracase. Lo hizo con la ley Bases, que no quiso entrar en negociaciones, lo hizo con el Pacto de Mayo, lo hizo con el RIGI y en todos los casos fracasó. Entonces ese es el problema”, ejemplificó.
¿Por qué afectó tanto la denuncia de la ex primera dama Fabiola Yáñez. Según Novaro, porque les dio en lo único que los peronistas podían ofrecer. “Lo de Alberto Fernández viene como una especie de último clavo en el ataúd, porque es un tema que golpea mucho. A diferencia de las denuncias de corrupción, a las que estamos acostumbrados, esto les pega un poco en el alma buena, en la parte que tienen todavía, que pueden defender de valores, que podían defender de valores, y eso es simbólicamente muy fuerte. Además, no es que los estuvieron denunciando desde afuera, sino que desde adentro se abre la ‘lata de gusanos’ y se demuestra toda la podredumbre que hay en ese grupo político. Que es muy endogámico, muy cerrado, donde rige mucho el pacto de silencio, donde se han venido acumulando problemas y denuncias y casos escandalosos de abuso, de maltrato de mujeres, de todo tipo de vicios que contradicen las pretensiones morales de este grupo”, respondió el especialista.
Y cerró: “En la cabeza de Alberto Fernández está el caso más escandaloso. Va a ser complicado para ellos superarlo”.
“Provincialismos: el espejo roto del peronismo”
Por Luis E. Karamaneff
Doctor en Ciencia Política CONICET/UNSAM
El peronismo ha vivido en crisis desde su surgimiento, porque ser peronista es, entre otras cosas, una lucha constante por la supervivencia. En este punto, el “tiro en el pie” que implica la causa de Alberto Fernández es el culmen de un proceso de descomposición que había comenzado mucho antes de que las denuncias contra el ex presidente se hicieran públicas. Un proceso que inició cuando el peronismo se preocupó más por explicar que la inflación era un fenómeno multicausal en lugar de erradicarla directamente. Así, cuando la crisis del peronismo casi deja al país sin moneda, su mensaje quedó reducido a un discurso fragmentado en provincialismos.
El peronismo hoy no tiene un mensaje económico ni un proyecto nacional, y encontrar ese nuevo relato está condicionado, aunque no determinado, por el éxito o el fracaso de Javier Milei. Ese es hoy su principal desafío: construir una narrativa alternativa, que tenga eje en una nueva economía política nacional. De lo contrario, terminará mirándose en el espejo del radicalismo que elige intendentes y gobernadores, pero ya no presidentes.
El peronismo hoy tiene su oportunidad en el país que rechaza las políticas de Milei, pero enfrenta el problema de estar dividido como un archipiélago: los gobernadores, que hacen un provincialismo tan eficaz que no pueden salir de allí, incluido el de Buenos Aires, que todavía no decide si hacer kirchnerismo o componer una nueva canción. O el peronismo federal, un eufemismo para el peronismo de Córdoba, que se reivindica chacarero mientras niega su conurbano. Como si el conurbano y sus problemas fueran solo el de Buenos Aires y no los de todas las provincias con desafíos similares, en otra escala.
Por ahora, del fracaso del peronismo en sus provincialismos exitosos viven Milei y los suyos.
El riesgo de la irrelevancia
Por Leandro Lichtmajer
Investigador Adjunto (ISES /CONICET)
Docente de Historia Argentina 2. Fac. de Filosofía y Letras/UNT
A lo largo de su historia el peronismo demostró resiliencia para superar las crisis. Atravesó proscripciones y dictaduras. Sobrevivió a feroces luchas intestinas y al declive de sus liderazgos históricos. Sufrió derrotas electorales. La hipótesis de una Argentina sin peronismo, formulada desde fecha temprana, naufragó ante un actor con una fuerte capacidad de adaptación.
Resulta apresurado atribuir a la crisis actual del peronismo un carácter terminal.
Esto no implica postular la inevitabilidad de su resurgimiento. O augurarle larga vida. Las crisis demandan esfuerzos y creatividad. Sintonizar con los climas de época. Conciliar bases programáticas y demandas sociales. Forjar dirigencias que sepan representarlas. Desafíos para un peronismo que se debe a sí mismo múltiples debates y balances: del ciclo kirchnerista, del crecimiento de la alt-right global, del desarrollo con inclusión. Cuestiones que colisionan con las urgencias cotidianas frente a un gobierno que avanza, veloz pero precariamente, en su agenda.
Asistimos, así, a una situación paradójica.
El peronismo es el principal opositor a Milei, en términos institucionales e ideológicos. Controla gobernaciones e intendencias estratégicas. Su bancada legislativa es apreciable. Pero lo acechan las elecciones de 2025 y las divisiones internas. Ante las ambigüedades del espectro partidario, el peronismo puede encontrar en ese rol opositor una oportunidad. La alternancia en el poder o un eventual desencanto con el gobierno nacional, por parte de una sociedad hastiada, refuerzan ese diagnóstico. Esta aparente fortaleza no parece encontrar asidero en la agenda diaria. Aturdido, el peronismo no ofrece hoy una alternativa de gobierno.
Su principal riesgo es la irrelevancia: la imposibilidad de ofrecer respuestas ante cambios vertiginosos. Su trayectoria histórica invita, sin embargo, a evitar juicios tajantes de cara al porvenir.