Es el periodista mejor formado de la Argentina, el Borges del periodismo. Así lo definió Joaquín Morales Solá en ocasión del reciente reconocimiento de la Legislatura de la ciudad de Buenos Aires, institución que lo declaró “personalidad destacada de la cultura”. La primera vez que José Claudio Escribano estuvo en el edificio de la Legislatura, donde en la tarde del pasado miércoles se llevó a cabo el acto de distinción, fue un 27 de julio de 1952. Como cadete del Liceo Naval, con 14 años, le tocó custodiar el cuerpo de Eva Perón. Casi dos décadas más tarde, en 1971, el cadete ya convertido en periodista reveló en su columna dominical de “La Nación” que ese cadáver, con paradero desconocido durante 14 años, estaba en una tumba de un cementerio de Milán bajo el nombre de María Maggi de Magistris y que el gobierno de Lanusse se lo entregaría a Juan Domingo Perón.
La Historia argentina se cruza con la trayectoria de José Claudio Escribano. 27 presidentes se sucedieron en nuestro país en los años en que ejerció el periodismo. Conoció como pocos, y analizó con una profundidad extraordinaria, a un gran porcentaje de los acontecimientos y protagonistas de nuestra vida pública. Graciela Guadalupe le pidió un ranking de presidentes. A la cabeza puso a Arturo Frondizi, de quien destacó “la prestancia de hombre de Estado que naturalmente tenía”. Raúl Alfonsín ocupó un lugar especial: “Aunque tenía grandes diferencias con él, sobre todo en materia económica, tenía una calidez no impostada que me hacía difícil juzgarlo con rigor”. Calificó a Javier Milei como “un jefe de Estado con una configuración emocional desbordante”. En el último lugar de la nómina colocó a Alberto Fernández.
Títulos de tapa
En diálogo público con Escribano, Morales Solá y Graciela Guadalupe le preguntaron por los títulos de tapa que más recordaba. “Desembarco argentino en el archipiélago de las Malvinas” fue el primero que le vino a la cabeza. La primicia más impactante a nivel mundial de ese 2 de abril de 1982 provino de Escribano. “En la tarde del 1 de abril tuve los primeros indicios. A las dos de la mañana tuve un santo y seña de que había tropas argentinas en Malvinas. Así “La Nación” fue el único diario en el mundo que tituló con la novedad”, rememoró.
La nómina de sus entrevistados e interlocutores es impactante: Richard Nixon, Salvador Allende, Juscelino Kubitschek, Jorge Bergoglio. También sus coberturas: el sepelio de John F. Kennedy, la visita de Fidel Castro a Buenos Aires, la pelea de Cassius Clay con Sonny Liston. Y sus comunicaciones con figuras como René Favaloro insinuándole su final, o Fernando de la Rúa después de su caída.
Escribano se convirtió en el alma del diario “La Nación” durante la segunda mitad del siglo XX. Ingresó a su redacción a los 18 años. Fue editor de la sección Políticas, Parlamentarias y Gremiales, corresponsal en América Latina, subjefe de editoriales, antes de convertirse en secretario general de redacción y luego subdirector. Durante varios años de las décadas del 50 y 60 colaboró con una columna nacional y una internacional en LA GACETA. Actualmente, los lectores pueden encontrar sus artículos en LA GACETA Literaria. Escribano fue presidente de Adepa y de la Academia Nacional de Periodismo, miembro de los consejos ejecutivos de Wan-Ifra (Asociación Mundial de Editores), la SIP (Sociedad Interamericana de Prensa) y de distintas academias nacionales. Entre otras distinciones, recibió el Premio Rey de España, el Premio Efe y tres Konex de Platino.
Asistieron a la ceremonia en la Legislatura muchos de sus colegas de “La Nación” –Carlos Pagni, Fernán Saguier, Jorge Fernández Díaz, Jorge Liotti y Martín Rodriguez Yebra, entre otros- y personalidades de la justicia, la economía, la política y la cultura como Carlos Rosenkrantz, Aldo Sessa, Ricardo Gil Lavedra, Natalio Botana, Horacio Jaunarena, María Sáenz Quesada, Miguel Ángel Broda, Alina Diaconú y Santiago Kovadloff.