Cada 16 de agosto, los fieles católicos celebran el Día de San Roque, el santo defensor de los animales y protector de las pestes. En Tucumán, la Iglesia invita a las celebraciones que se llevarán a cabo en la parroquia que lleva su nombre, ubicada en Avenida Avellaneda y Haití.
Aunque los investigadores e historiadores no encontraron con certeza el año de su nacimiento, se cree que nació entre el año 1295 o 1348. Al igual que en San Miguel de Tucumán, a lo largo de los años miles de capillas e iglesias fueron construidas con su nombre.
Día de San Roque: la historia que lo convirtió en el santo patrono de los perros
Hijo del gobernador de Montpellier en Francia, Roque quedó huérfano a sus veinte años, aproximadamente en 1478. Ante esta situación, decidió vender todas sus pertenencias y posesiones, repartir sus ganancias entre los pobres de la zona y hacer una peregrinación a Roma para recorrer sus santuarios.
Durante su viaje, una fuerte epidemia mortal se desató en toda la región, por lo que Roque decidió asistir y ayudar a los enfermos, que poca gente se encargaba de ellos por miedo a contagiarse de la enfermedad. La creencia popular sostiene que los curaba con solo hacerles la señal de la cruz en su frente.
Finalmente, en la ciudad de Plasencia, San Roque contrajo la enfermedad; para que nadie se arriesgara a contagiarse de él, decidió retirarse a las afueras de la ciudad y encontrar refugio en un bosque para morir solo. Sobreviviendo a base de un aljibe con agua, el santo recibió la visita de un amigo inesperado: un perro con pan.
Durante varios días este animal le llevó alimento a San Roque, para que no muriera. Al ver que su mascota le robaba pan de la cocina, su dueño panadero decidió seguirlo y ver a quién se lo llevaba. Al ver al santo moribundo, el panadero se lo llevó a su casa, donde cuidó de él hasta que se recuperó.
Roque volvió a atender no solo a los enfermos, sino que también a los animales, en un gesto hacia el perro que lo salvó. Se cree que finalmente murió en prisión, encerrado por su tío que lo confundió con un espía durante una guerra.
Al ser considerado defensor de los perros, de allí sale el famoso refrán: "San Roque, San Roque, que este perro no me mire ni me toque".
Oración a San Roque
A quien el Todopoderoso concedió la gracia especial de librar de la peste a los pueblos afligidos con tan espantoso azote; cuya virtud fue objeto de admiración en la misma Roma, a donde fuisteis cuando estaba tocada de aquel mal, empleando vuestro valimiento con el Señor para que de él la librase, como así lo hizo; presentad nuestras súplicas al trono del Altísimo, interesándoos por nosotros, para que por vuestros méritos e intercesión nos preserve el señor de semejante calamidad, y seamos libertados así de ella como de todo lo que pueda turbar nuestra tranquilidad, y sernos de obstáculo a la salvación. Amén.
Amado San Roque, con tu poder sanador, te pido que cures mi cuerpo, mi mente y mi alma, devolviéndome la paz y el amor necesarios para seguir con mis días.