El legado de liderazgo que inspira a una nueva generación

El legado de liderazgo que inspira a una nueva generación

Con Agustín Creevy liderando en su partido número cien y un joven Efraín Elías asistiendo en el try decisivo, el equipo revirtió una desventaja inicial

El legado de liderazgo que inspira a una nueva generación

Me detengo en el minuto 62. Agustín Creevy, 39 años, partido número cien con Los Pumas, entra a la cancha. Reúne a los forwards y habla. Lidera, como lo hizo tantos años. Lo mira como extasiado el Pumita Efraín Elías, 20 años, que está debutando en el seleccionado mayor. Seis minutos después, hay un scrum argentino a metros del in goal de los All Blacks. Elías, ya desprendido de la formación, da el pase final para que Creevy apoye el try decisivo que concretó el 38-30 que marcó la notable victoria argentina en la apertura del Rugby Championship, en la madrugada del sábado en Wellington, tercer triunfo contra Nueva Zelanda en cinco años, ya no solo con una defensa inexpugnable, clave, sino también con un ataque formidable, cuatro tries, lujoso y efectivo, que revirtió una desventaja inicial de quince puntos y diez penales en contra al terminar el primer tiempo. Nunca antes una selección le había anotado 38 puntos a los All Blacks en su casa. Histórico.

Santiago Carreras (18 puntos) fue el goleador. Mateo anotó el try más espectacular, Pablo Matera (capitán luego de cuatro años ante la lesión de Julián Montoya) fue figura y Juan Cruz Mallía y Santiago Chocobares confirmaron que están en otro nivel y que no por nada juegan en el equipo campeón de Europa, tras un partido que alienta tras un inicio difícil (dura derrota en Mendoza ante una Francia suplente) la nueva gestión del entrenador Felipe Contepomi y golpea en cambio la de Scott Robertson en unos All Blacks que sufren sangría de jugadores pero que actuaron con su mejor equipo y que venían de dos victorias ante Inglaterra. Y a los que Los Pumas dominaron casi por completo en la media hora final, cuando todos creían que se vendría la reacción inevitable de la selección más dominante en la historia del rugby.

Es cierto, puede significar casi una herejía escribir hoy del gran triunfo de Los Pumas, al día siguiente de la finalización de los Juegos Olímpicos en París, con una cosecha de tres medallas argentinas (oro, plata y bronce). Pero Los Pumas marcan que nuestro deporte, más allá de la lejanía que desde hace décadas nos marcan los Juegos Olímpicos en el medallero final dominado siempre por las superpotencias, mantiene una tradición que no se apaga. Siempre hay un golpe. Siempre alguna individualidad. Un equipo. Una presencia celeste y blanca que grita “aquí estamos” en el gran panorama del deporte mundial. En Juegos Olímpicos o en el Rugby Championship. No es fácil cuando se mira el mapa y se ve un país tan lejano, tan sur, tan lleno de problemas. El deporte, es cierto, a veces distrae. También alivia. También da alegrías. Y también produce orgullo.

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