Los alarmantes datos de la pobreza en la Argentina volvieron a poner en debate la eficacia de las políticas sociales y laborales que se aplican en el país. Según estimaciones del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina (ODSA-UCA) en base a los datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) publicados por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), la pobreza llegó al 54,9% y la indigencia al 20,3% de la población en el primer trimestre.
“Se ha llegado a cifras récord en el caso de la infancia: siete de cada 10 niños viven en un hogar pobre, a la vez que tres de cada 10 lo hacen en un hogar indigente; es decir, con ingresos que no permite cubrir el valor de una Canasta Básica Alimentaria. Asimismo, el 44% de las personas ocupadas residen en un hogar pobre”, reforzó Agustín Salvia, titular del Observatorio de la UCA.
El sociólogo alertó que estos números se dan a pesar “de la sustantiva mejora que registraron las transferencias estatales por Asignación Universal por Hijo y la Tarjeta Alimentar durante este período”.
Con los datos oficiales del Indec, y por aglomerado urbano, las estimaciones de la UCA ubican a la región de Gran Resistencia, Chaco, como la más pobre del país con una tasa del 79,5%. La indigencia alcanza al 38,6% de la población. Le sigue Formosa con un 72% de pobres y Santiago del Estero- La Banda con casi 30% de indigentes. En el octavo lugar de ese listado, el Gran Tucumán -contemplado entre la capital y Tafí Viejo aparece con el 60,2% de ciudadanos por debajo de la línea de pobreza y un 19,7% de indigentes. Esto implica que seis de cada 10 tucumanos son pobres y no pueden satisfacer determinadas necesidades.
“El análisis de la evolución trimestral de ambas tasas -tanto a nivel general como por aglomerado- da cuenta de que el fenómeno ya era grave antes de finalizar 2023. En efecto, en el cuarto trimestre de 2023 la pobreza ya había ascendido al 45% y la indigencia al 14,6%. Pero casi la mitad del incremento interanual registrado en ambas tasas, con respecto al primer trimestre de 2023 (con tasas de 38,7% y 8,9% respectivamente), tuvo lugar antes de finalizar el año”, sostuvo Salvia.
Las causas
Las causas de estos aumentos son variadas. Según los especialistas, las reiteradas devaluaciones y su impacto en los precios de las canastas de consumo masivo, sin que tuvieran lugar aumentos acordes en las remuneraciones, están detrás de este proceso a lo largo del último año. Sin embargo, afirmó Salvia, hay un antes y un después de diciembre de 2023. “La política económica adoptó la caída de los ingresos y del consumo como instrumentos para retraer la dinámica inflacionaria. Esto retrajo el nivel actividad y de empleo en las unidades económicas vinculadas al consumo interno y entre los trabajadores autónomos, especialmente en el sector del trabajo informal”, describió.
“Justamente, esto explica la caída en la pobreza de sectores medios y trabajadores formales, cuyas remuneraciones no lograron acompañar a la inflación (incluidos los jubilados y pensionados), al mismo tiempo que la caían en la condición de indigencia de trabajadores informales pobres, afectados por la falta de demanda de trabajo y mayor competencia de precios; o, incluso, jubilados con haberes mínimos sin otros ingresos”, sostuvo el experto.
No obstante, consideró que pasado el primer trimestre de este año la situación tendió a estabilizarse, al mismo tiempo que se logra reducir el ritmo de la inflación. “Las remuneraciones promedio de los trabajadores asalariados comenzaron a superar la tasa de inflación, sobre todo el valor de la Canasta Básica Alimentaria (con aumentos por debajo del nivel general de inflación), lo que permitió una relativa mejora en el nivel de consumo. A ello cabe sumar las mejoras en los haberes jubilatorios y de los programas sociales, los cuales, si bien no lograron alcanzar los valores reales de 2023, si logran mejoras efectivas con respecto al primer trimestre”, afirmó. Y estimó que las estimaciones del Observatorio para el segundo trimestre de 2024 prevén que tanto la indigencia como la pobreza habrían caído en este período, alcanzando valores de alrededor del 17-18% y 49-50%, respectivamente. “A la vez que la situación en julio parece nuevamente amesetarse”, agregó Salvia.
“Hacia adelante, dado que cabría esperar que la inflación siga bajando y que las remuneraciones continúen lentamente ajustándose al alza, lo cual permitiría cierta reactivación del consumo, es posible suponer que continúe cayendo lentamente la indigencia como la pobreza”, anheló. No obstante, aclaró que no se trata de una cuestión notoria ya que no hay “cambio alguno en la matriz económico-ocupacional que genera los niveles estructurales de pobreza que registra la Argentina”. “Para superar estas privaciones necesitamos creación de más y mejores empleos, lo cual se genera a través del crecimiento económico genuino y continuo, mayores tasas de inversión, más cantidad y más productivas pequeñas y medianas empresas. Ese horizonte todavía no está a la vista”, lamentó Salvia.