El cariño y la admiración son dos de los factores más importantes en una relación de pareja duradera y gratificante. Lo afirma John Gottman, el popular terapeuta norteamericano: aunque las parejas felices son conscientes de las fallas y defectos de su compañero/a, conservan la sensación básica de que la otra persona es digna de ser respetada y amada, de recibir cariño. “Cuando esta sensación desaparece, la relación no puede reavivarse”, escribe.
Alimentar el cariño y la admiración en una pareja -en la que hay afecto, claro- no es algo especialmente complicado, no se requieren grandes hazañas. “Incluso los sentimientos positivos que han permanecido mucho tiempo encerrados pueden salir a la luz simplemente pensando o hablando de ellos”, sostiene Gottman. Algo que puede hacerse meditando un poco sobre la pareja y sobre lo que nos gusta de ella. Pero, si no hay demasiada práctica en esto o por algún motivo se experimenta tensión o rabia al hacerlo a solas, nos sugiere un ejercicio sencillo pero poderoso, orientado a reconocer y hablar abiertamente de los aspectos positivos de la pareja y la relación.
La lista
Tomando como referencia una variada lista de rasgos deseables, la idea es señalar tres elementos que se consideren característicos del otro. Si se encuentran más, elegir únicamente tres (se pueden marcar otros tres diferentes al hacer el ejercicio de nuevo). En el caso de resultar difícil, ampliar el significado del adjetivo “característica”: basta recordar una sola ocasión en que la pareja mostró un rasgo concreto para elegirlo.
Cariñoso/a, sensible, valiente, bondadoso/a, inteligente, considerado/a, leal, sincero/a, fuerte, emprendedor/a, sexy, decidido/a, creativo/a, imaginativo/a, gracioso/a, atractivo/a, interesante, divertido/a, afectuoso/a, organizado/a, generoso/a, atlético/a, alegre, elegante, chistoso/a, juguetón/a, amable, gran amigo/a, ahorrador/a, lleno/a de planes, comprometido/a, entregado/a, expresivo/a, activo/a, cuidadoso/a, reservado/a, aventurero/a, receptivo/a, confiable, responsable, cumplidor/a, cálido/a, viril, dulce, tranquilo/a, práctico/a, sano/a, ingenioso/a, relajado/a, guapo/a, hermoso/a, sereno/a, vivaz, gran compañero/a, asertivo/a, protector/a, poderoso/a, flexible, seguro/a, dispuesto/a, comprensivo/a… La enumeración incluye estos y otros adjetivos y bien podrían agregarse más.
Después de elegir tres, la consigna es pensar en una anécdota real que los ilustre y volcarlas por escrito. Luego, mostrarle a la pareja los rasgos elegidos (y sus respectivas anécdotas) y decirle porqué consideramos valiosa esta forma de ser.
Gottman asegura que se observan beneficios inmediatos al realizar este ejercicio: los lazos se fortalecen y se hace mucho más fácil afrontar aspectos problemáticos y realizar cambios positivos. “Cuando lo hago en mis talleres, la sala se llena de risas y gestos de cariño. Las parejas que comenzaron la sesión tensas y tímidas, de pronto se sienten relajadas. Con sólo mirarlas se nota que han recuperado algo perdido”, describe.