Una gran corporación puede surgir de una alocada idea de amigos en un garaje de cualquier casa del mundo. Un proyecto puede contribuir a simplificar la vida de las personas y convertirse en un negocio tanto para el que lo brinda como para el que lo recibe. Una iniciativa puede alumbrar desde los mismos desechos que solemos dejar en el cesto de la basura, sin mirar que en eso hay una oportunidad. Una idea es una pasión, un sueño y, en definitiva, un emprendimiento. En el camino puede surgir piedras que se anteponen al paso de su desarrollo. Como lo describió Rubén Salim cuando, al presentar a los finalistas de la instancia local de Naves Argentina, un programa de formación para emprendedores que residen en el interior del país desarrollado por EmprendeIAE y financiado por Banco Macro, un proyecto debe estar preparado para recibir varios “no” en esa ruta hacia el éxito. “No es una carrera de 100 metros, sino una maratón”, indicó el actual CEO de Untech, una compañía de biotecnología farmacéutica. La iniciativa de Salim se impuso en la competencia de Naves 2015. El investigador apunta que esa empresa quería desarrollar un medicamento capaz de cicatrizar heridas crónicas como úlceras venosas, escaras o úlceras de pie diabético, las cuales demoran de meses a años en cicatrizar y, en muchos casos, terminan en amputaciones.
El CEO de Untech fue elegido por los organizadores para anunciar a los 12 ganadores de esta instancia de Naves que pasarán a otra instancia, la nacional, por el premio mayor, consistente en $ 4 millones para cada una de las tres categorías del programa. Las iniciativas que pasarán a la próxima instancia son: Pelotas Boquerón; Don Arnolfo; Blocus; Eco Potasio; Funga Yunga; Malasaña; Klofysass; Estrategias Inteligentes; Experiencia Kurko; Vitafir; Killka y Stokeate. La tarea del jurado integrado por Salim, Florencia de Zavalía, en representación del IAE, Mariana Uriburu y Jorge Paz; María Belén Nader y Anabella Herrera, representantes de Banco Macro, no fue sencilla. Le dieron la oportunidad de competir a cuatro proyectos más de lo previsto originalmente.
“En este proceso, más allá de que no hayan sido seleccionados, no hay que desanimarse. Uno puede pensar al emprendimiento como negocio, pero no hay que descuidar la pasión, el contenido emocional que es factor determinante para la experiencia”, señala Uriburu, gerente regional de Legales del Macro.
De la idea al hecho
Ivonne Franco y Carolina Longo creyeron que su idea podía satisfacer una demanda hogareña. Hace tres años arrancaron con Kurko, una fábrica de amoblamientos a medida del cliente. ¿Cuál fue su nicho? Con su acento mexicano, Franco relata que es el cliente el que diseña el mueble que se imagina. La empresa lo diseña y recrea la figura en 3D. “La clave es la escucha activa, entender lo que el cliente quiere y darle el producto según su gusto, pero con un toque diferente”, explica Longo, que agrega que la firma también se encarga de la logística y de la colocación.
Junto a ellas, Nicolás Macián compartió la experiencia Naves. Su emprendimiento también tiene tres años y se llama Don Arnolfo. ¿En qué consiste? Elabora camperas, bolsos, mochilas y riñoneras entre otros productos, con materiales reciclables. Para desarrollar su proyecto, Nicolás cuenta que vio videos de empresas europeas que se dedican al reciclado con telas de paracaídas y de parapentes. “Esta última disciplina se desarrolla en Tucumán; vimos la oportunidad y avanzamos”, indica Macián. Las telas de los parapentes cumplen su ciclo al promediar 300 horas de vuelo; luego se desechan. Es allí donde arranca Don Arnolfo. “Es un trabajo artesanal que se realiza con desechos textiles como lonas o carpas de plástico. Lo comercializamos a través de las redes y llegamos a acuerdos con algunos de los proveedores que demandan estos productos”, indica Macián, que participa de Naves por recomendación de algunos familiares que lo animaron a ser parte de la competencia.
José Scornavacche llegó desde Catamarca para ser parte del programa a través de Stockeate, inscripto en la categoría “Ideas de Negocio”. El emprendedor sostiene que, en la actualidad, se observa un punto de inflexión en el uso de herramientas digitales. Y que su proyecto intenta acercar más a los comerciantes mayoristas con los almacenes más alejados de los centros urbanos para proveerse de mercadería de manera virtual. “Esta conectividad se afianzó tras la pandemia y marcó un cambio cultural al que debemos alentar con soluciones tecnológicas”, indica.
En otra ala del Club House del Jockey Club de Yerba Buena, donde se desarrolló la selección, Luciana Guanuco, Emanuel Cayata y Vanessa Castellano explican lo que es Blocus, que participa en la categoría “Empresa Naciente”. Se trata de una aplicación para administrar consorcios, que se encarga de llevarles soluciones tanto a los propietarios como a los inquilinos. “Se automatizan procesos de tal manera que el administrador puede delegar tareas y ocuparse de la gestión. Además, los usuarios pueden saber cómo se utiliza el dinero que pagan de cuota, además de abonarlas a través de medios más ágiles”, simplifica Guanuco.