¿Obsesión o pasión? El coleccionismo presenta un dilema irresoluto; es un fenómeno complejo de entender. Los fanáticos hacen lo imposible por recolectar elementos de la pasión que los motiva. Locuras, riesgos y demasiados gastos son los elementos que se encuentran detrás de esta “enfermedad”, que para muchos no tiene cura. “Es una costumbre que heredé de mi viejo”, indicó Diego Véliz, un hincha de San Martín que cumplió un hito personal: llegó a las 200 camisetas.
El joven de 24 años tiene un ropero que eriza la piel de cualquier fanático “santo”. Historia, extravagancia, rarezas… todos los condimentos se reúnen en el amoblado que resguarda el “tesoro” rojo y blanco. “La primera camiseta que compré fue a los 13 años; ahí me puse el objetivo de coleccionar porque antes mi viejo era el que me las regalaba. Sin embargo, a esa edad me nació ese sentimiento. Entonces busqué las casacas históricas en Facebook y me compré la Lotto de 2006, la del Argentino A. No recuerdo bien la zona donde la fui a buscar, pero era detrás de un cementerio; en un lugar bastante ‘jugado’. Fui en colectivo y tenía un miedo terrible porque sentía que me podían robar. Llegué a las 17 y no había un alma en la calle. Lo bueno es que me la dejaron en $300”, recuerda.
La última adquisición fue la camiseta alternativa inspirada en el poncho tucumano. “El lunes decidí ponerme a ver cuántas tenía porque hace poco me había comprado esa y me di cuenta que había llegado a las 200. Es increíble que sea con esa porque tiene un valor histórico muy grande. Sé que es medio controversial y hay muchos hinchas que no están convencidos, pero representa la cultura de la provincia”, dice.
Cómo mencionó antes, el hobby fue inspirado por su padre. “Él siempre fue de comprar y coleccionar camisetas. Siempre quería tenerla, pero cuando era chico no se vendían. Él cuenta que tenían que fabricarlas o, si tenías suerte, recibirla de algún jugador; algo que no era común. Aun así logró recolectar varias, pero se perdieron con los años”, indica. “Mi vieja siempre me retaba. Me decía que dejé de gastar plata en eso y que busqué otras prendas o zapatillas. Pero yo prefería andar descalzo con tal de comprarme una camiseta”, añade.
La manía creció con los años. Véliz asegura que la prioridad siempre era comprar camisetas. “Llegó un momento en el que sacrificaba la poca plata que juntaba para comprarme alguna. Lo de la escuela lo ahorraba para seguir sumando casacas. Encima tenía mi ropero repleto de camisetas, pero no tenía ropa normal para salir. En ese momento, me planteé si era una obsesión. Pero me encanta que todo sea rojo y blanco”, comenta. “El ropero es exclusivo para la ropa de San Martín. No sólo camisetas, también hay shorts, camperas, gorros, banderas… Todo lo que tenga el escudo del club lo tengo guardado ahí. A todo lo tengo en bolsitas porque no quiero que se humedezcan o se pierdan con el tiempo”, agrega.
En la marea de 200 prendas, Véliz asegura que existe una que tiene un valor agregado y que la convierte en la más especial. “Todas las Joma que usábamos en el Federal A me fascinan. Pero mi favorita es la alternativa negra que se usó en 2015. Me esforcé mucho para conseguirla, porque no es que la venta era masiva como hoy. San Martín no venía para nada bien y era difícil conseguir la indumentaria del club. Tanto institucional como deportivamente veníamos de muchos fracasos. Es más, me acuerdo que se lanzó la camiseta con el nombre de los socios en la donde figuraba mi nombre y el de mi viejo. Esa salió con el fin de recaudar fondos”, dice, aunque también valora otras sagas de casacas. “Tengo ediciones Lotto de la primera línea; es decir, la camiseta negra con cuadritos y demás. También tengo las Megadeportes, las Brisa… Me ponés la naranja y me encanta; la verde, que parece una manzana, es única”, describe.
Además, asegura que existen camisetas que corresponden a otras disciplinas. “También hay una de básquet. Hice todas las formativas en San Martín y como el club no la estaba pasando bien, mi viejo regaló un juego de camisetas al club. Además me compré un par de las últimas”, afirma.
¿Cuáles son los cuidados para mantenerlas? “Las lavo yo. Uso muchísimo jabón, utilizó todos los tachos… También a las últimas camisetas prefiero resguardarlas. Me da miedo ir a la cancha y que se rompan o se ensucien con alguna mancha que no les salga. Por eso sólo uso las KDY y las Joma. No hay ninguna cábala”, advierte.
Por último, Véliz deja en claro que desea crear un espacio en el que los hinchas asistan para conocer las camisetas. “Me gustaría tenerlas exhibidas en una especie de museo a donde los hinchas puedan ir a verlas. Ese es un objetivo a largo plazo”, concluye con el objetivo de seguir recolectando piezas y agigantando su pasión.