La escuela enseña ahora a resolver conflictos por medio del diálogo

La escuela enseña ahora a resolver conflictos por medio del diálogo

Un programa impulsado por el Ministerio de Educación de la provincia apuesta a que los niños resuelvan sus conflictos a partir del debate y de acuerdos. La experiencia en una escuela y la palabra de los estudiantes.

La escuela enseña ahora a resolver conflictos por medio del diálogo

En la escuela Bernardo de Irigoyen de San Miguel de Tucumán hay un buzón azul con manchitas verdes y enormes ojos que se “come” los problemas de los niños. Es de cartón y recibe todos los días hojitas de papel en las cuales los chicos de primero a sexto grado que estudian allí cuentan conflictos entre compañeros. Así, esta cajita se queda con los problemas y devuelve soluciones a través de un centro de mediación constituida pura y exclusivamente por estudiantes, que se dan a la tarea de ayudar a resolver cualquier inconveniente a través del diálogo.

Los papeles que se guardan en el monstruo son anónimos. Los participantes de este comité son voluntarios y todos los detalles se cuidan mientras los más pequeños aprenden herramientas que podrán usar toda su vida.

¿Qué es lo que más les gusta de ser mediadores? “Que podemos ayudar a resolver el problema y cuidamos la amistad. Nosotros queremos que haya paz en nuestra escuela”, responden varias vocecitas que hablaron con LA GACETA, sobre este programa que impulsa el Ministerio de Educación y vuelve protagonista a los chicos de sus propias luchas para resolverlas mediante la palabra y el reconocimiento de la emoción del otro.

Pedagogía del cuidado

“El departamento armó un dispositivo para que se puedan gestar dentro de las escuelas primarias de la provincia centros de mediciones estudiantiles, que buscan primero formar primero a docentes a que enseñen a los niños a resolver los problemas hablando, hasta llegar a los estudiantes”, contó sobre este programa su referente a nivel ministerial, Natalia Quiroga.

En esta búsqueda la especialista remarcó que el objetivo no se logrará si los niños no reconocen sus emociones o son capaces de poner en palabra cuando tienen algún malestar. “Tampoco se va a lograr si no se crea un espacio de cuidado para que se puedan sentar a hablar de lo que les pasa, ni se sensibiliza a maestros en no mandar el niño a dirección sino informarles de que esa disputa o esa pelea que tuvieron lo van a resolver en mediación”, aseveró.

“Se fundamenta en habilidades para la vida, que es un concepto de la Organización Mundial de la Salud estableció el año 1996, en donde se mira críticamente todas las habilidades que tenemos que desarrollar y nos van a acompañar por el resto de nuestros días para poder enfrentar situaciones conflictivas”, explicó Quiroga.

Esas habilidades son el manejo de las emociones y tensiones, el control del estrés y la comunicación eficaz. “Son parte de esas capacidades las que los chicos van desarrollando, que no vienen con nuestros genes sino que son aprendizajes sociales y si hasta una determinada edad no las hemos aprendido, necesitamos a alguien que nos lo enseñe”, desglosó la referente y remarcó: “históricamente eso era privativo de la familia, pero hoy nos damos cuenta que si en el seno familiar se adquirieron estas habilidades, no se las podrá enseñar a los pequeños”.

Experiencia

La escuela Irigoyen es una de las muchas en las que el centro de mediación se ha implementado con éxito, por lo que su directora Mabel Montivero. “Nosotros hemos recibido capacitación tanto los directivos como los docentes, antes de traerle esta propuesta a los alumnos que la han recibido realmente con mucho gusto”, dijo la maestra.

“Al comienzo tenían cierto temor, porque quizás no se sentían en la posición de asumir el rol del mediador. Pero de pronto, con el correr de los días, se animaron e incluso comenzaron a proponer”, relató.

La escuela enseña ahora a resolver conflictos por medio del diálogo

La educadora afirmó que cuando sus alumnos lograron adquirir ciertas herramientas y habilidades que les servían para comenzar el proceso de mediación, la segunda parte fue impulsar a que el resto del alumnado se anime a contar lo que les pasaba y cómo vivían estos conflictos internos y situaciones de tensión entre ellos. Así nació el buzón donde cuentan lo que les molestan, inquieta y donde ellos pueden contar con sus propias palabras cómo desean que se intervenga.

“Una vez que se atraviesan esas instancias, se cita a las personas que involucradas en la situación a tratar y entre los niños comienza el trabajo de mediación, que en más del 90% de los conflictos que se trataron se logró resolver con una primera charla porque es distinta la mirada que tiene el y la intervención que se da, con respecto a la del docente”, cerró la directora.

Un dato interesante es que algunos niños que mostraron problemas de conducta en algún momento de su estancia escolar, se convirtieron en grandes mediadores y aprendieron a la vez sobre los sentimientos de otros.

Cultura de amistad

“A veces nos sentamos aquí y mediamos entre cuatro y seis conflictos. Es mucho trabajo”, comentan los niños a los que en ningún momento se los ve agobiados por su tarea de mediadores, sino comprometidos y felices del rol que eligieron asumir.

“Hay que preguntar, informarnos sobre el problema e intentar solucionarlo para ver cuál es lo mejor para eso que incomoda y para llegar a eso tenemos que ser todo oídos y prestar atención a las señas y todo lo que nos digan nuestros compañeros”, comentaron con un tono de sensatez que por un segundo hacía olvidar que eran niños de primaria que no tenían más de 12 años y hacían sentir a las cinco docentes que los guiaron al inicio del camino y ahora los observan y dejan ser protagonistas.

“Como mediadores somos neutrales, escuchamos, hacemos preguntas y a veces los ayudamos a los otros a soltarse para que nos tengan confianza”, puntualizaron los niños que cierran cada mediación con un acta de acuerdo que es firmada por todas las partes involucradas.

“Creemos que van a empezar a haber menos conflictos”, desearon con esperanza y coincidiendo sin saberlo con la supervisora Claudia Zelarayán, que también había sumado su opinión minutos antes: “El sueño nuestro es promover este espacio desde nivel inicial, en todas las escuelas de la provincia para generar una sociedad que aprenda a que las cosas se resuelven hablando”.

Y finalizó: “Cuando vos escuchás al otro y te pones en sus zapatos vas a entender por qué el otro reacciona cómo lo hace y lo podés solucionar de otra manera. Creemos en esto de la pedagogía y en la educación para la paz”.

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