La estrategia de Osvaldo Jaldo para fidelizar al Partido Justicialista

La estrategia de Osvaldo Jaldo para fidelizar al Partido Justicialista

El proceso arrancó el viernes pasado, en El Cadillal, cuando reunió a intendentes y a diputados oficialistas

La estrategia de Osvaldo Jaldo para fidelizar al Partido Justicialista

El peronismo necesita asomar como actor central de la novela política tucumana. Su conductor brilla por su ausencia; el segundo, mientras tanto, en nueve meses de gestión, ha intentado consolidar sus acciones en un terreno que -a primera vista- asomaba desfavorable, debido al cambio de signo político en la conducción del país.

Osvaldo Jaldo, el gobernador, ha cosechado un rosario de reacciones adversas dentro del peronismo nacional por su cercanía a la administración del libertario Javier Milei, hoy presidente de la Nación. Claro que la mayoría de esos cuestionamientos eran tácitos. ¿Quién se animará a fustigar su pragmatismo en un partido que, a nivel nacional, no tiene liderazgo? Durante todo este tiempo alumbró un escenario de previsibilidad financiera que, en cierta medida, le da alguna autonomía política al Gobierno provincial. Tras la licencia, el tranqueño ahora va por la conducción integral del Partido Justicialista. Y ese proceso arrancó el viernes pasado, en El Cadillal, cuando reunió a intendentes y a diputados oficialistas. Los lineamientos son claros: cerrar filas para consolidar la gestión; robustecer la línea de conducción política e institucional e intercambiar impresiones con los principales referentes partidarios acerca de la reforma política que se viene.

Y en este proceso también hay rispideces en el oficialismo. Algunos dirigentes locales pegaron el grito en el cielo frente a la apertura que ha mostrado el gobernador para debatir los cambios en el sistema electoral. Varios de ellos consideraron que Jaldo asumía decisiones inconsultas con el partido o con la coalición que lo llevó a posicionarse en la oficina principal del primer piso de la Casa de Gobierno. El mandatario, de todas maneras, está convencido de que los tiempos los maneja él y que debe anticiparse a una movida nacional para cambiarle la cara a la política tradicional. Sin Juan Manzur en el escenario provincial ni nacional, el actual jefe del Poder Ejecutivo quedó al frente del distrito local del PJ. Lo de la presidencia en ese partido es, entonces, una cuestión administrativa. “No hay que pelear por la sigla ni mucho menos por el edificio”, indican en el entorno del mandatario. Jaldo había señalado hace varias semanas atrás que no tenía problemas en convocar a su antecesor para sostener un diálogo profundo sobre la situación política y institucional en la medida que el actual senador contribuya a mejorar la gestión. El encuentro público, hasta el momento, no se ha concretado. Nadie sabe si entre ambos hay conversaciones telefónicas periódicas.

El siguiente paso que ha dado Jaldo es mostrarse con el vicegobernador Miguel Acevedo y con el presidente subrogante de la Legislatura, Sergio Mansilla. Esa postal es fundamental para el armado y el encolumnamiento de la estructura oficial no sólo para unificar las acciones en los dos poderes del Estado, sino también perfilar lo que será la apuesta electoral del año que viene. El rompecabezas terminará de completarse entre este viernes y el lunes entrante. La pieza que falta es una cumbre de Jaldo con las autoridades y con los miembros del bloque oficialista. Hay parlamentarios que vienen propiciando ese encuentro con el fin de que el mismo gobernador sea el que transmita el mensaje directo acerca de cómo trabajará esa fuerza política hacia adelante. Lo que quiere el gobernador es mirar de frente a todos y que aquellos que crean que se equivoca, tanto institucional como políticamente, lo expongan directamente, sin tapujos ni chicanas.

Las versiones pululan dentro y fuera de la Casa de Gobierno. Una de ellas es la vinculada a las modificaciones en el gabinete. De un lado hay deseos de que se muevan algunas piezas; del otro, una necesidad de darle una vuelta de tuerca a la administración de gobierno para la etapa que se abrirá el año que viene, con un abierto proceso electoral en el que todavía no se sabe cuál será la estrategia, quiénes serán los aliados y cómo se estructurará la oposición. En estas tres situaciones, se proyectan hipótesis. En lo estratégico, Jaldo buscará consolidar el bloque Independencia, con mayor representatividad de su corriente política. Las alianzas están en ciernes. Por lo pronto, el PJ y sus aliados quieren poner candidatos propios, pero la Casa Rosada dejó abierta, de par en par, la puerta para salir a jugar en el distrito, por aquello de la sintonía fina del presidente Javier Milei con Jaldo. En Balcarce 50, no obstante, hay una serie de especulaciones sobre lo que podría ser el armado de su oferta electoral para los comicios de medio turno. La principal ficha que quieren potenciar es radical y se llama Lisandro Catalán, el vicejefe de Gabinete del Interior. Los libertarios consideran que el funcionario nacional puede ser el adelantado del desembarco que Milei quiere hacer en las provincias territorialmente peronistas para la pelea de 2027. Es verdad que todo es muy arriesgado, particularmente porque la actual gestión nacional no tiene certezas acerca de lo que sucederá con la economía. Como dijo a LA GACETA el analista Jorge Giacobbe la economía es el principal driver de las emociones argentinas; por lo tanto, de las preferencias electorales.

"Outsider"

La idea de mayor peso en el entorno de Milei es que sus postulantes para el Congreso sean empresarios, industriales y más “outsider”. Los foros de discusión se irán convirtiendo en un centro de reclutamiento de candidatos. En la Casa de Gobierno provincial intuyen esa movida. Varios dirigentes cercanos a Jaldo observaron con cierta desconfianza la convocatoria que el presidente de la Legislatura ha realizado para debatir la reforma política, con la mesa de diálogo intersectorial.

Las modificaciones a la Carta Magna provincial no son una empresa de corto plazo. La ansiedad por la continuidad en el poder no está instalada en el gobernador. Por eso, Jaldo levanta la apuesta y dice que, de ser necesario, no irá por la reelección. De un mandato a la continuidad hay un “operativo clamor” de por medio. Eso dependerá de los resultados de la gestión y de la capacidad que tenga el tranqueño para sostener la tropa más allá de las diferencias en las secciones electorales. De allí el proceso de consolidación de la coalición oficialista que arrancó el viernes en El Cadillal. Dentro del Partido Justicialista hay consenso en sostener que la disputa de cargos será patrimonio de esa fuerza política en la medida que el resto de los partidos, como el radicalismo, siga atomizándose. También opinan que Fuerza Republicana se ha convertido en uno de los vagones de La Libertad Avanza. “Sin esa locomotora, el partido que lideró Bussi no tiene destino en los próximos turnos electorales”, puntualizan en el oficialismo. En otros términos, los fantasmas del oficialismo están adentro de la misma fuerza.

Tras nueve meses de administración, Jaldo intentará hasta fines de año consolidar su acción de Gobierno. El plan de obras públicas está en marcha. Una manera de sostener ese esquema ha sido el Programa Independencia, mediante el cual el Ministerio del Interior ha distribuido recursos para que las comunas rurales realicen mejoras dentro de sus jurisdicciones. El Pacto Social mantiene la tranquilidad de los intendentes del interior. La próxima misión de Jaldo es fidelizar a los legisladores, en la previa del tratamiento del proyecto de Presupuesto 2025 y frente a la posibilidad de enviar más iniciativas a la Cámara acerca de reformas estructurales. Nada está librado al azar.

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