El Gimnasio 24 de Septiembre, la cuna del deporte

El Gimnasio 24 de Septiembre, la cuna del deporte

Varias generaciones de tucumanos, en la primera mitad del siglo XX, hicieron deportes en el lugar.

EN 1899. El gimnasio al momento de su inauguración y su frente por avenida Avellaneda al 700. Se pueden ver las edificaciones iniciales. EN 1899. El gimnasio al momento de su inauguración y su frente por avenida Avellaneda al 700. Se pueden ver las edificaciones iniciales.

Hablar de deportes o de actividad deportiva en nuestra provincia es hablar de los gimnasios escolares donde comenzaron a ser coordinadas las actividades para los niños de los colegios de nuestra provincia. Para hablar del principio de estas actividades hay que remontarse a finales del siglo XIX y en esta línea hablar de la llegada de los ferrocarriles con sus trabajadores que realizaban deportes en los mismos espacios donde estaba su lugar de trabajo. Al mismo tiempo llegó un deporte muy arraigado hoy en nuestro país y también en nuestra provincia: el fútbol. “Cuando se implantó la reforma (escolar) y mientras se construía el actual Gimnasio (en referencia al 24 de Septiembre ya demolido y ubicado donde hoy está el hospital Centro de Salud), los alumnos del Colegio Nacional eran conducidos los jueves a la plaza Belgrano y allí se los dejaba en libertad tres horas para que hicieran cualquier cosa menos gimnasia”, relataba Juan Heller, reconocido abogado tucumano y presidente de la Corte Suprema de Justicia, sobre su vida en los claustros secundarios. Él fue un testigo privilegiado de la llegada del fútbol a la provincia: nació en 1883 y el deporte, traído por los ferroviarios, llega hacia fines de 1892.

VISTA INTERIOR. En la foto se observa en primer plano el gran natatorio que incorporó el establecimiento como novedad. VISTA INTERIOR. En la foto se observa en primer plano el gran natatorio que incorporó el establecimiento como novedad.

El renombrado intelectual introdujo en sus palabras el nombre del “actual Gimnasio” que como se ve parecía muy reconocido porque no dice más sobre él dando por entendido que los lectores sabían de qué hablaba. Y realmente el “24 de Septiembre”, así su nombre oficial, tuvo una larga historia junto al deporte tucumano desde su inauguración en 1899. Hasta su demolición hacia finales de la década de 1950. Pero comencemos, como se dice, por el principio. Siendo ministro de Instrucción Pública el doctor Alberto León de Soldati se iniciaron las obras del gimnasio escolar. De Soldati se desempeñaba como ministro en el gabinete del gobernador Lucas Córdoba. El 14 de julio de 1897 aparece el decreto ordenando su construcción y se determinaba para tal destino “la manzana comprendida por entre las calles Marcos Paz, Santa Fe, Balcarce y avenida Avellaneda”.

Inaugurado en el siglo XIX

El complejo fue inaugurado el 18 de diciembre de 1899 por el gobernado Próspero Mena y se le encargó su dirección al profesor José Fierro quien venía precedido de antecedentes en el tema ya que había comenzado con los deportes escolares años antes y hasta había formado en 1892 el Club Atlético Normal, precursor de las instituciones deportivas en nuestra provincia.

En enero de 1949, ya con las instalaciones del gimnasio en decadencia y abandonadas, nuestro diario realiza una cobertura tratando de defenderlo debido a su transcendencia para la historia de Tucumán. Bajo el título “No debe desaparecer el Gimnasio 24 de Septiembre” se destacaba su valor tradicional diciendo “otra obra, otra institución para expresarnos con más propiedad, que es historia y tradición en la provincia, está ya virtualmente muerta”. En aquella nota se recordaban el medio siglo de vida del lugar y la cantidad de jóvenes y deportistas que pasaron por sus instalaciones. En este marco se hacía referencia que ya habíamos derribado el “viejo cabildo que era una expresión telúrica auténtica y que entre sus muchas glorias destacaba su aristocracia de escenario de los más grandes fastos del Tucumán antiguo”. Además se expresaba que “esta inclinación poco racional que nos ha llevado a los tucumanos a destruir todo lo que era expresión histórica, ha traído como consecuencia algo que es grave para los prestigios de nuestra cultura; carecemos, en lo edilicio y en muchas formas de vida, de una fisonomía propia que nos distinga”.

Los ingleses

En cuanto a la historia se decía que “los ingleses del ferrocarril Provincial introdujeron los deportes en nuestras capital, realizando sus actividades en las playas ferroviarias durante los dos años que duró la construcción de la línea, de 1886 a 1888. Luego, en un campo alambrado, algunas cuadras al sudoeste del Provincial hasta 1897, actuaron con igual entusiasmo hasta que se fusionaron las empresas del Central Córdoba y del Noroeste Argentino. Los normalistas (en referencia a los alumnos y profesores de la escuela Normal) jugaron fútbol en la cancha de los ingleses en 1891, donde hicieron su aprendizaje”.

El gimnasio 24 era considerado, y creemos que debería seguir siendo considerado así, “la cuna del deporte tucumano”. Los deportes en Tucumán “cambiaron las costumbres coloniales de sus habitantes”. Además se hacía mención de las “excitaciones populares producidas por el deporte”.

EN 1958. Aquí se puede ver la puerta de entrada al gimnasio, a poco de la demolición. EN 1958. Aquí se puede ver la puerta de entrada al gimnasio, a poco de la demolición.

Pese a la postura en pro de su defensa ya sabemos que no queda de aquel gimnasio nada más que recuerdos ya que desde 1962 el Centro de Salud Zenón Santillán ocupa esa manzana. Aunque nuestro diario pedía en 1949 que las autoridades podían buscar “un sitio apropiado, que los hay en todas direcciones, sin necesidad de destruir algo que es parte integrante del patrimonio educacional, social y espiritual de Tucumán”.

Instalaciones

Por su parte Agenor Albornoz, quien fuera director de gimnasio por varios años desde 1902, indicaba que el lugar tenía “una gran piscina de baño y natación, sobre la calle Balcarce, con baños, duchas, lavatorios”. Poseía “un amplio salón con aparatos“, además de “la sala de armas, de box y de aparatos de fuerza”. Al frente de esas dependencias, había “canchas de tenis, de cricket y de bochas”. Tenía “una espaciosa cancha de fútbol, circuída por una pista de bicicletas”. Contaba también con un local para oficina del director y una casa para el mayordomo. El Gimnasio funcionaba de mañana y de tarde. Utilizaban sus instalaciones las escuelas y la gente en general: “trabajadores, empleados públicos y de comercio, profesores y funcionarios provinciales y nacionales”. Recibió una gran cooperación de parte de las colectividades extranjeras, sobre todo de la italiana y de la inglesa, esta última del Ferrocarril. El Gimnasio “parecía todos los días como en gran fiesta, con concurrencia renovada”, aseguraba Albornoz, quien había obtenido en Buenos Aires su licenciatura en Educación Física. Y agregaba que fue, por largo tiempo, “un establecimiento de puertas abiertas, respetado y respetable”

Por su parte Heller amplió sus relatos sobre aquellos años de su niñez y el deporte en Tucumán: “se implantó después el juego del football. Salíamos de la escuela a las dos de la tarde y llegábamos a un campo cerca de El Provincial, allí cada grado se dividía en dos grupos, puestos en cada extremo del campo y ¡arremetan muchachos! Nada de arcos, nada de reservas ni reglamentos”. Una definición magnífica de un partido de potrero.

Entre aquellos recuerdos podemos indicar que San Martín se coronó primer campeón de la Federación Tucumana de fútbol en 1919 venciendo a Rivadavia por 6 a 0 y a una fecha del final del certamen.

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