Cada vez más personas optan por las inyecciones de botox para prevenir arrugas y líneas de expresión. Según la Sociedad Estadounidense de Cirujanos Plásticos, en 2022 aproximadamente 127.000 personas en sus 20 años y 1,6 millones en sus 30 recibieron este procedimiento. En Argentina, el uso de botox también está en auge: desde su aprobación por la Anmat hace 23 años, se aplican casi 160.000 inyecciones al año.
Paralelamente, una epidemia silenciosa se expande: la soledad. Un estudio de la Asociación Mundial para la Salud Sexual revela que desde los 90s, los estadounidenses practican sexo nueve veces menos al año. Cecilia Ce, reconocida sexóloga argentina, señala en un artículo de El Día: “Hay menos sexo y más soledad. Las nuevas generaciones están todo el día mirándose y poniéndose filtros, pero hay personas de más de 25 años que nunca han tenido experiencias íntimas”.
La posible conexión: botox y comunicación interpersonal
Muchos expertos se comenzaron a preguntar si existía una posible relación entre estos dos fenómenos. La ecuación planteada es: más botox lleva a menos expresiones faciales, menos comunicación interpersonal, y por ende, más soledad.
En un artículo reciente en Daze, la periodista Laura Pitcher sugiere una posible conexión entre estas dos epidemias.
Jessica DeFino, periodista de belleza y crítica, en la entrevista con Pitcher menciona que los neuromoduladores como el botox afectan la forma en que procesamos y expresamos emociones. Estos procedimientos reducen nuestra capacidad para hacer microexpresiones y reflejar las emociones de los demás, alterando así nuestra conexión y comunicación con ellos. Las microexpresiones, un tipo de comunicación no verbal, son esenciales para entender las emociones ajenas y facilitar la empatía.
Paula Niedenthal, profesora de psicología en la Universidad de Wisconsin-Madison, en la entrevista explica: “Cuando estamos en sintonía con alguien, comenzamos a sincronizar nuestras expresiones faciales emocionales e incluso nuestra voz con la de la otra persona”, dice Niedenthal. Esta imitación facial ayuda a reconocer exactamente cómo se siente la otra persona, facilitando una comunicación más efectiva y empática.
Evidencia científica sobre el botox
Estudios han mostrado que el botox puede afectar significativamente la percepción emocional. Un estudio realizado en 2011 por los psicólogos Neal y Chartrand indica que las personas que se someten a procedimientos cosméticos que reducen el feedback muscular facial pueden experimentar una percepción emocional “significativamente deteriorada”. Otro estudio publicado en la revista New Scientist encontró un vínculo entre las inyecciones de botox en la frente y una reducción en la empatía.
Antes de optar por el botox, Paula Niedenthal recomienda considerar si estás dispuesto a comprometer la calidad de tus interacciones cara a cara en relaciones importantes.
Una teoría sobre el botox y la falta de erotismo
DeFino tiene una teoría sobre por qué el erotismo podría estar desapareciendo. “La soledad está en aumento y me pregunto si hay una conexión entre el aumento del botox en las mismas demografías que experimentan sentimientos de desconexión y frustración sexual”, dice. Ella compara esto con un artículo famoso de 2021 publicado en Blood Knife, donde el autor Benedict argumenta que antes las personas hacían ejercicio para verse bien y atraer a otras personas igualmente atractivas para tener relaciones sexuales. El objetivo último siempre fue el placer y la conexión. Hoy en día, sin embargo, no vemos nuestros cuerpos como vehículos para el placer, sino como inversiones que deben ser optimizadas. “Hoy en día, se considera vergonzoso y dependiente desear ser tocado. Estamos haciendo esto por nosotros mismos, porque, sin una razón clara, deseamos desesperadamente alcanzar un estándar físico establecido por algún otro invisible.”
Experiencia personal: Georgia Woodard
En una charla con Daze, Georgia Woodard, propietaria de Pêche Skin Co., compartió su experiencia. Woodard experimentó de primera mano el impacto del botox en su vida. Inicialmente, comenzó un tratamiento regular de botox y notó cambios en sus interacciones tanto personales como profesionales. Después de aproximadamente seis meses de recibir el botox, comenzó una nueva relación. Sin embargo, cuando dejó el botox en 2022, su pareja comentó: “Wow, te has vuelto mucho más expresiva”.
Woodard también observó un cambio en su entorno profesional. “Como alguien con un rol que implica contacto con pacientes, pronto noté que, después de ponerme botox, la gente pensaba que era mucho más mala o menos amigable de lo que realmente soy”, relata. “Tuve un par de ocasiones con pacientes donde me di cuenta de que mis expresiones faciales no coincidían con lo que intentaba transmitir. Finalmente le pregunté a alguien: ‘¿Parece que estoy molesta o enojada con vos?’, y me dijeron que sí, que eso pensaban”.
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