Falta un poco más de un mes para que Apple presente en Estados Unidos su último teléfono, el iPhone 16, con toda su familia desde el más simple hasta el Pro Max. Los fanáticos de esta marca cuentan los días para saber cuáles serán características y también su precio, que según algunos expertos podría arrancar de los U$S 1.200 en aquel país. Sin embargo, por estas latitudes tal precio estará lejos de ser factible.
La crisis, la devaluación y los impuestos de importación conforman una receta casi perfecta para alejarnos de la idea de comprar un nuevo teléfono de alta gama. En tiendas oficiales de Argentina, el iPphone 15 más básico cuesta $ 3 millones, cuando en Estados Unidos, ese modelo cuesta U$S 830; es decir, menos de la mitad si tomamos como referencia el dólar turista.
Otras marcas también se volvieron casi inaccesibles. Samsung, con su línea tope de gama “S”, lanzó hace pocos meses sus últimos modelos S24, S24 Plus y 24 Ultra. Estos equipos se venden en tiendas oficiales locales y además son ensamblados en Argentina. El más económico cuesta más de $ 1,7 millón y en Estados Unidos se consigue a U$S 860. En este caso, la diferencia no es tan grande como en iPhone y además se pueden aprovechar algunas promociones que ofrece ese teléfono en nueve o en 12 cuotas sin interés.
Pero en los últimos años, la tecnología ha evolucionado de tal manera que los usuarios no necesitan tener el último modelo de estos equipos. Los componentes de los teléfonos tales como los chips, la memoria y las cámaras han llegado a un punto de optimización en el que solo los más exigentes pueden detectar diferencias entre los modelos lanzados entre un año y otro. Quien utilice un teléfono para comunicarse por WhatsApp, hacer fotos familiares o de viajes, ver videos y consumir redes sociales (¿lo que hacemos el 90% de los consumidores?) pueden acceder a un equipo de 2020 y estarán más que satisfechos.
Quizás en Argentina sea reciente, pero la venta de los celulares usados es gigante en otras partes del mundo. En un reciente informe, el Washington Post indicó que en 2022 más de 73 millones de celulares usados fueron enviados solamente en Estados Unidos y que dicho mercado está estimado en más de U$S 64.000 millones. El sitio Statista ofrece números globales e indica que en el mismo año, las ventas superaron las 280 millones en todo el planeta y se espera que para 2025, dichas operaciones superen las 365 millones. Es decir, los celulares se están reutilizando y ya no se tiran como antes. Los usuarios conservan sus teléfonos durante más tiempo que en el pasado y en la actualidad la media de conservación oscila los 40 meses (poco más de tres años), más aún si se trata de móviles de gama alta.
En otros países como México, Brasil y Colombia esta tendencia también se está consolidando y, como países emergentes, el precio de la tecnología es una variable determinante. Sin embargo, también existen otros motivos, sobre todo en los más jóvenes como la responsabilidad financiera, el impacto en el medio ambiente y la economía circular.
Celulares como los iPhones o la línea S de Samsung serán de los más caros en las vidrieras, pero ofrecen calidad en sus equipos y en sus sistemas operativos que aseguran una mayor durabilidad que su competencia. Además, en el mercado de segunda mano no deprecian tanto su valor y en Argentina ya existen comercios que aceptan esos equipos como parte de pago para adquirir otro. Es decir, se convierten también en moneda de cambio y no hace falta endeudarse por grandes sumas de dinero para reemplazar un viejo equipo. En estos negocios, en su mayoría promocionados por redes sociales, se pueden conseguir un iPhone 13 usado desde los U$S 530 en perfectas condiciones; o un iPhone 11 por U$S 300.
A pesar de la crisis, tampoco vale perder algunas exigencias. A la hora de comprar un teléfono usado es recomendable revisarlos por completo, asegurarse de que no estén bloqueados, que tengan un mínimo de garantía y que su batería por lo menos supere el 80% de capacidad. Y por supuesto, que no provengan de actos ilícitos. Hasta que el panorama económico mejore, quizás esta sea la mejor alternativa de seguir conectados sin perder la calidad que pretendemos.