La apuesta es arriesgada. La gestión del presidente Javier Milei quiere llegar a fines de año con inflación cero. La desaceleración de los precios está en curso, pero el ministro de Economía, Luis Caputo, debe hacer piruetas para lograr ese objetivo. Por el momento, se sabe que el Índice de Precios al Consumidor (IPC) de julio rozaría el 4%, tal como lo proyecta la consultora EcoGo, que dirige Marina Dal Poggetto. Julio fue un mes con inestabilidad cambiaria que obligó al Banco Central a aumentar sus intervenciones en el mercado para tratar de reducir la brecha. “En julio la prioridad volvió a ser la inflación, dejándose de lado la actualización de tarifas y aumentando el impuesto a los combustibles en una cuantía inferior a la estipulada en un primer momento”, indicó la consultora. Agosto arrancó con el aval oficial para que el retoque de tarifas y de combustible esté en línea con la inflación mensual pasada. Hubo una leve recuperación del salario, pero el consumo sigue en picada. En la Casa Rosada aspiran a que haya una reactivación como la que se observó en la época de la convertibilidad de 1991, la del Real brasileño de 1994 o, antes, el plan de estabilización que aplicó Israel en 1985. Hay analogías en la política fiscal, pero aquellos planes contenían mecanismos explícitos de desindexación de la economía, y partieron de precios relativos con menos distorsiones, advierte el economista de la Fundación Mediterránea, Jorge Vasconcelos.
En el presente, subsiste inercia en la evolución de los precios de los “no transables”, caso de los servicios intensivos en mano de obra, que se ajustan a un ritmo del 7,3 % mensual desde mayo, un guarismo similar al de los salarios privados formales, acota el investigador. En el caso de los precios relativos, si se toma como referencia junio de 2019, para el combo de electricidad, gas y transporte, posiblemente sean necesarios ajustes adicionales de entre el 35% y el 40%, medidos en dólares al tipo de cambio oficial, acota. “Son decisiones difíciles en el plano político, pero relevantes en términos de sustentabilidad fiscal (reducción de subsidios) y de señales de precios congruentes con incentivos apropiados para el consumo y la inversión”, dice Vasconcelos.
Reservas externas
Otra diferencia con los planes de estabilización mencionados es que, en el presente, redoblar la apuesta por la “inflación cero” está teniendo como contrapartida un efecto negativo sobre la dinámica de las reservas externas del Central. “Obviamente, para afianzar los indicadores de confianza y para reducir el riesgo país se necesita que avanzar en la estabilización de la economía no resulte contradictorio con la recuperación de las reservas netas del BCRA, que se encuentran en territorio negativo”, observa.
El martes que viene, analistas y consultoras proyectarán la evolución inflacionaria en la Argentina, a través del Relevamiento de Expectativa de Mercado (REM), que todos los meses difunde el Central. Para el miércoles se espera que el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) difunda el reporte de inflación de julio. En el medio, el Gobierno sigue pisando los precios para evitar que el proceso de desinflación se ponga en riesgo. Mientras el Gobierno aspira a la “inflación cero”, el mercado cree que la tasa promedio mensual hasta fin de año será del 4%.