Con pala y machete se surcó la tierra. No para herirla sino para homenajearla. Para ofrendar amor y devolverle los frutos que le regala a la humanidad, bajo los enormes árboles del parque 9 de Julio y los rayos del sol de ayer.
Como cada 1 de agosto, la Pachamama se volvió la protagonista en lo alto de nuestros cerros, en el corazón de nuestra tierra y también en el centro del urbanismo, con una ceremonia encabezada por Amanckay Rosario Rodríguez, fundadora del grupo “Sonkoy Pacha”.
Formada como guardiana de la tierra desde hace décadas, absorbió conocimientos al viajar por toda la región andina. Además, fue formada como sahumadora por abuelas que la guiaron por este camino y le brindaron ese legado en el Taiwanaku, en los años 80.
“Es un día de gran celebración porque empezó el mes de la Madre Tierra que es tiempo, espacio y dadora de la vida”, expresó antes de iniciar la ceremonia en declaraciones a LA GACETA.
El murmullo del tránsito pareció disminuir aunque la calle no estaba muy alejada. El espacio se encontraba inundado por las melodías de los alumnos del taller de música de la Escuela de Educación por el Arte, quien junto al profesor José Cala, un hombre nacido en la vecina provincia de Jujuy (que lleva adelante la misión de transmitir la música tradicional andina para hacer un puente con la educación formal) le pusieron ritmo al clásico ritual.
Momento de sanación
“Este mes honramos, homenajeamos y agradecemos la experiencia que nos toca vivir como humanidad. Por eso, el gesto principal que sugiero es llenarnos y cubrirnos de amor que es lo que la Pachamama necesita en este momento para que no tan solo nuestra sanación sea posible, sino también la del planeta”, reflexionó Amanckay.
El evento estuvo a cargo de la municipalidad capitalina y los vecinos que asistieron no tan solo pudieron llevar sus propias ofrendas, como alimentos, hojas de coca. sahumos y pétalos de flores, para agradecerle a la Tierra, sino que también pudieron realizar pedidos con ritos ancestrales que son herencia de nuestros pueblos originarios.
“La Pachamama está en este momento siendo agobiada por nuestras acciones pero sin juzgarnos de lo bien o mal que hacemos, ella nos continúa amando profundamente por lo que en la medida que nosotros nos amemos vamos a poder compartir y entregar ese gozo”, afirmó Amanckay.
Ritos
“Abrimos un espacio sagrado”, se escuchó decir antes de que la ceremonia se inicie formalmente. Cobijados por la naturaleza del principal pulmón verde de San Miguel de Tucumán, los presentes llevaron adelante ritos con distintos elementos, como plumas de cóndor que son utilizadas para sahumos especiales.
“El sahumador es alguien que ha recibido el fuego en algún lugar ceremonial y una vez que lo recibimos, llevamos la hierba o el recurso que le pongas siempre dependiendo del momento, del festejo o por lo que estés orando”, aseveró Amanckay. “Esto es lo que hicimos. nos sahumamos todos los presentes y compartimos un vasito de ruda como la tradición nos recuerda y después de eso vamos a hacer las ofrendas en el pozo que abrimos, que es la boca donde estamos damos los alimentos y lo compartimos con la gran madre”, agregó.
Y cerró: “así, al final de aquí nos llevamos el mensaje de reconocer que hemos nacido todos en un acto de amor de mamá y que debemos volver esa ternura a la Madre Tierra que es por donde todos caminamos como hermanos”.
Ayer hubo actos en honor a la Pachamama en Amaicha del Valle, en San Javier, en Tafí Viejo y en otros puntos de la provincia.