Un regreso a los tiempos de los abuelos y a los fogones en la sala Orestes Caviglia

Un regreso a los tiempos de los abuelos y a los fogones en la sala Orestes Caviglia

“Cuentos del monte” es una propuesta en formato narración oral musical de Sebastián Bulacio y Lucas Ávila, dirigida por Paula Olazo.

RELATOS DEL NOA. Sebastián Bulacio actúa en “Cuentos del monte”. RELATOS DEL NOA. Sebastián Bulacio actúa en “Cuentos del monte”.

Sebastián Bulacio y Lucas Ávila recrearán escénicamente mitos y relatos de la región en la sala Orestes Caviglia (San Martín 251), desde las 18. “Cuentos del monte” es un espectáculo de narración oral musical para toda la familia dirigido por Paula Olazo.

“Son leyendas que fueron seleccionadas especialmente para seguir transmitiéndolas, como lo hacían nuestros abuelos, de generación en generación; historias que desde muy niño escuchaba contar a la orilla de algún fogón, en una tarde lluviosa o en esas noches calurosas en el campo cuando todo es silencio, tuquitos, grillos y oscuridad”, describe Bulacio en diálogo con LA GACETA.

El proyecto comenzó a plasmarse en diciembre de 2023, “cuando con Lucas comenzamos a conversar sobre los mitos del NOA; en los primeros días de este año coincidimos en los Valles Calchaquíes, tuvimos un par de encuentros y comenzamos a armarlo”. “Las cuerdas, la guitarra, el monte y las ansias de contar siempre estuvieron, así que decidimos comenzar por la narración oral, una experiencia de vida: todos tendríamos que aprender a contar, porque también es contarnos a nosotros mismos, revisitar nuestros recuerdos, la niñez, la casa de la abuela, los padres”, afirma el actor tucumano.

El debut fue al aire libre, en el parque Percy Hill de Yerba Buena y para perfeccionar la puesta convocaron a Olazo. “La obra dio una giro de 180° en afinidad con el público, matices vocales y el orden de los relatos... las canciones tomaron protagonismo como elemento discursivo dentro de la obra, Lucas las compuso y se adquirió otro carácter más integro, estético y político, tomó vuelo. Para completar el equipo necesitábamos alguien que nos ayude a llegar al público y se sumó Paula Molina Dyna, que está llevando a cabo todo lo que tiene que ver con gestiones, recursos técnicos de luces y sonido”, precisa.

- ¿Hay algún hilo conductor?

- Estas historias nos llevan a la vida de antaño, al tiempo de los abuelos, a otra época, para desde ahí evocar los recuerdos, los aromas, los sabores, los miedos. Hay mucha historia del Tucumán actual con sus luces y sombras. Pensamos el desarrollo escénico como el transcurso de un día, desde la mañana hasta la noche, como si hubiera una historia para ser contada en diferentes momentos del día.

- ¿Por qué eligieron montarla en este género?

- La narración oral es una herramienta de las más potentes en las artes escénicas, no necesitas más nada que el cuerpo, la voz y el deseo de contar y transmitir algo. Es algo tan simple y austero que genera una belleza pocas veces experimentadas. Sos vos, contando al frente de otras personas que te vienen a escuchar, en un ejercicio de respeto, disciplina y tremenda audacia para un actor o actriz. Desde hace muchísimos años el género se fue profesionalizado en nuestra provincia, con talleres, encuentros, seminarios, pero aún es toda una disciplina a explorar. Dentro de la Licenciatura de Teatro se lo aborda en una materia: todo un semestre se lo dedica a estudiar e investigar el “arte de narrar”, desde diferentes enfoques y perspectivas, porque cada uno tiene una manera de contar las cosas. Y en unos días comienza el festival “Congresales de la palabra”, que va a congregar a narradores del país y de América, y donde daré un taller.

- ¿Qué te aportan los mitos?

- Es de vital importancia conocer, aprender, difundir y fomentar las leyendas de la región. Nos enseñan a conservar nuestras especies de flora y fauna, a comprender las costumbres e historias de nuestros pueblos a intentar convivir con la naturaleza como parte de ella y no como si fuésemos algo aislado.

- Y en lo personal, ¿qué te dio este espectáculo?

- Me permite volver al pueblo de mis abuelos donde la vida transcurre a otro ritmo y aprendí cosas esenciales como el cariño y afecto de la gente que te quiere de verdad, sin pedirte nada a cambio. Me lleva a ese campo de tierra negra, a las lomas tupidas de árboles y pájaros, a la casa de mi abuela Regina en Villa Benjamín Aráoz, a esa niñez inocente donde fui inmensamente feliz. El monte está dentro de la obra, y “la cabra tira p’al monte”, según algunos dichos. Las Yungas en mi vida son un cable a tierra, el contacto necesario con la naturaleza; si bien vivo actualmente en San Miguel, no puedo estar tanto tiempo sin esa conexión. Hay algo de clorofila en mi sangre, que me hace volver al verde todo el tiempo para hacer florecer historias.

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