En el marco del Día Mundial del Cáncer de Cabeza y Cuello, que se conmemora mañana, la Liga Argentina de Lucha contra el Cáncer (Lalcec), con el acompañamiento del Club Atlético Independiente y Merck, está llevando adelante una innovadora iniciativa de concientización sobre esta enfermedad.
“El objetivo de esta propuesta es crear conciencia sobre la importancia de estar atentos a cualquier cambio en la boca o en la voz, para acudir a la consulta médica. Es muy posible que el signo o síntoma corresponda a cualquier otra condición y no a un tumor, pero si así fuese, la detección a tiempo nos permite llevar adelante un tratamiento temprano con mucho mejor pronóstico”, afirmó el oncólogo Carlos Silva, coordinador médico y psicosocial de Lalcec.
“Cuando se habla de tumores de la cabeza y el cuello se incluyen todos aquellos que se desarrollan en la cavidad oral, la faringe o la laringe, o sea, todo lo que se conoce como vía aérea digestiva superior, y también la fosa nasal y las glándulas salivales. Se incluye también a los de tiroides, pero no a los tumores cerebrales, que pertenecen a la neurooncología”, informó el oncólogo y radioterapeuta Marcos David Pereira, del Instituto de Oncología Ángel H. Roffo, de la UBA.
Tomando todos los tumores que se manifiestan en la boca, laringe o faringe, cada año se diagnostican en el mundo cerca de 560.000 nuevos casos, mientras que se estima que mueren anualmente en nuestro país por esta causa más de 1.000 personas, lo que equivale a un promedio de casi tres fallecimientos por día.
Factores de riesgo
Entre los principales factores de riesgo se encuentran: ser o haber sido fumador; ingerir alcohol en forma sistemática y excesiva; la combinación de ambas conductas; la exposición prolongada y sin protección al sol; la infección por el virus del papiloma humano (VPH); una higiene bucal deficiente; dieta y nutrición deficientes; y un sistema inmunológico debilitado. Hay otros factores no modificables, como ser varón (la prevalencia es superior en el sexo masculino) y ser mayor de 45 años.
Los síntomas a los que se debe prestar atención y que motivan la consulta médica son: la presencia de un bulto en el cuello, manchas blancas, rojas o marrones en la boca o garganta, úlceras o llagas en la boca o garganta que no desaparecen, cambio o ronquera en la voz, retraso en la cicatrización después de una extracción dental o hemorragias sin causa, endurecimiento o hinchazón indoloros, dificultad al masticar o tragar y dolor de lengua o mandíbula que se irradia al oído y dolor o zumbido en los oídos o dificultad para oír.
Demoras peligrosas
“Es muy importante prestar atención a estos síntomas, porque en estos tumores, tanto en Argentina como en cualquier lugar del mundo, existe una demora muy grande entre la aparición del primer síntoma y el inicio del tratamiento. En general las personas dicen ‘estoy disfónico, ya se me va a pasar’ o ‘tengo una lesión en la boca, ya se me va a curar’, y esa es la causa de una primera demora, porque en realidad la gente no piensa que pueda crecer un tumor en esas zonas y demora en consultar. En ocasiones, también se da una segunda demora, entre la consulta y el diagnóstico, porque a veces en el ambiente médico falta conciencia sobre los tumores de cabeza y cuello”, consignó el doctor Pereira.
“Llamativamente, en la formación profesional, el sector de los tumores de la cabeza y cuello es una zona que no le pertenece a nadie. De hecho, los oncólogos tenemos mucha derivación temprana de los odontólogos, que están acostumbrados a mirar la boca y suelen ser los primeros en descubrir esas lesiones, que a veces no son tan claras”, insistió.
En cuanto al tratamiento, dependerá del momento del diagnóstico: cuanto más temprano, mejor será el pronóstico y mayores las chances de curación. “En líneas generales es un grupo de tumores locorregionales, que significa que no suelen migrar a otras zonas, salvo al cuello o a los ganglios del cuello. Esto permite contar con mayores posibilidades de curación, pero siempre dependiendo de la etapa de la enfermedad en la que se inicie el tratamiento”, completó el doctor Silva.
“Las principales opciones son la cirugía y la radioterapia. En algunos casos, sumando alguna medicación a la radioterapia para que el tumor sea más sensible a los rayos. Para los cuadros más avanzados, que afortunadamente son una porción relativamente pequeña respecto del total, contamos con opciones sistémicas como la quimioterapia, las terapias dirigidas y la inmunoterapia”, apuntó Pereira.