Comer de todo. Durante décadas nos han enseñado que debíamos ingerir lo que había en la mesa. Y sin chistar. Aunque había más preparaciones caseras que ahora, los platos tenían frituras, muchas harinas, sal, azúcar, grasas y carnes. Hoy en la mayoría de los almuerzos y cenas, los chicos sí tienen voz y voto. Y aunque muchos prefieren las comidas rápidas y poco saludables, cada vez hay más niños y adolescentes que piden cambiar los hábitos en la cocina.
Le pasó a Martín Ramírez con su hija Julia, de 13 años. Ella lidera las compras en el supermercado, pide y prepara comidas sin grasas trans, lee los etiquetados de los paquetes, sacó las gaseosas de la mesa, impuso el uso de sal del Himalaya y prefiere las preparaciones al horno; nada de frituras.
A Roxana Palavecino, mamá de Luisana, de 15 años, le tocó enfrentar un desafío mayor: que su hija decidiera ser vegetariana. “Ella estaba convencida de que quería dejar de comer carne. Lo planteaba desde una cuestión de cuidar el medioambiente y también por salud. Al principio le dije que no, pero ante su insistencia busqué ayuda de una médica y le dimos para adelante. En casa, cambió la forma en que nos alimentamos todos. Aunque el resto de la familia sí consume carne, lo hacemos en menor medida, y ahora todos los días tenemos verduras y legumbres en el plato”, contó.
A los profesionales ya no les sorprenden estos planteos. Con frecuencia atienden a padres preocupados porque sus hijos, niños y adolescentes, les piden hacer dietas o convertirse en vegetarianos. Algunos lo hacen porque se ven influidos por amigos o por las redes sociales.
Hay quienes tienen una fuerte convicción de mejorar su alimentación, especialmente los que hacen deportes.
Aprenden a cocinar, copian recetas de internet y las llevan a la práctica. Los nutricionistas celebran que haya chicos que empiecen a cambiar los hábitos en la casa en función de lo que aprendieron sobre alimentación saludable. Pero este fenómeno trajo aparejadas algunas cuestiones. Por ejemplo, las mesas se empezaron a complejizar. Ante los diferentes gustos, no son pocos los papás que discuten con sus hijos y tienen que preparar dos o tres opciones para conformar a todos.
Por otra parte, muchas veces la información a la que acceden los chicos no es correcta y puede terminar afectando la nutrición de los integrantes de la familia.
Luis Eduardo Bossi, pediatra especialista en nutrición del hospital del Niño Jesús, cuenta que hoy los chicos en sus elecciones alimentarias tienen una gran influencia de las propagandas en las redes sociales.
“Reciben un bombardeo de información sobre proteínas, grasas, hidratos de carbono, especialmente los adolescentes”, detalló.
“Muchas veces es positivo porque cuando los chicos toman la senda de una alimentación sana terminan siendo los líderes nutricionales de su casa y hacen que sus padres, que no hacen gimnasia y que están con sobrepeso, empiecen a cuidarse”, destacó.
No obstante, según Bossi, aunque los adolescentes puedan crear un ambiente propicio para una alimentación distinta, es importante recordar que la educación nutricional debe ser integral y siempre basada en evidencia científica, que es la que tienen los especialistas, los médicos nutricionistas.
No todo es verdad
“A veces los conceptos de comida saludable son variados según las modas y las creencias populares, por eso es importante contar con información actualizada y chequearla”, apuntó. “Las redes sociales tienen mucha información, pero no todo es verdad. Pueden ser datos sesgados, imparciales, o defender a determinado grupo económico o alimentario. Por eso es importante tener una visión crítica. Lo mismo pasa con la inteligencia artificial o con el doctor Google. Cuando uno pregunta, la información es bastante acertada, pero muchas veces se equivoca. Es crucial enseñarles a los chicos a evaluar las fuentes y ser críticos, a verificar la información”, remarcó.
Bossi aconseja hablar con los hijos sobre las elecciones alimentarias, dejarlos que expresen sus opiniones y escuchar sus razones. “Nos pasa con los chicos que hacen pesas y consumen una gran cantidad de proteínas. Esto puede no ser muy bueno para el organismo. Los padres son los modelos para sus hijos; si queremos que sigan hábitos saludables hay que demostrarles cómo hacerlo. El papá y la mamá tienen que dar el ejemplo, hacer ejercicios, comer sano, evitar los tóxicos, el alcohol, el cigarrillo, las drogas; compartir comidas, elegir opciones que sean bien nutritivas. La clave está en el equilibrio y la variedad”, opinó.
El médico recomienda involucrar a los chicos en la cocina. Esta es una excelente manera de enseñarles sobre los ingredientes, la preparación, la nutrición e invitarlos a participar en la planificación de la comida, algo fundamental para explorar recetas saludables. “Lo importante es crear un ambiente feliz y positivo en torno a la comida, y apoyarlos si las elecciones son buenas para que ellos tengan una alimentación consciente y sostenible”, concluye.
Hábitos: siguen siendo preocupantes los índices de sobrepeso en los chicos
Creció la demanda de jóvenes y adolescentes que plantean un cambio en su alimentación y como adultos hay que acompañarlos, remarca el doctor Francisco Donofrio, médico nutricionista y profesor asociado de la carrera de nutrición de la Unsta.
“Lo ideal es que el cambio se haga en toda la familia: que haya un menor gasto en comida chatarra, que puedan cocinar juntos alimentos saludables y con accesibilidad desde el punto vista económico, lograr que todos lo miembros participen en la confección de menúes diarios, de las compras semanales y también comentar casos de familias que han experimentado con éxito un cambio de los hábitos de alimentación”, propone el especialista.
Tener una conversación fluida con los hijos es la base para tratar las diferentes situaciones que ellos plantean a los adultos y saber conciliar cuando la propuesta tenga una base científica, no lo que está de moda, ya que siempre existió el charlatanismo nutricional.
Si un hijo plantea ser vegetariano también hay que apoyarlos, pero siempre buscando una ayuda profesional que los guíe. “Es un tipo de alimentación saludable, sobre todos para la prevención de enfermedades crónicas no transmisibles”, remarcó
Si bien hay una tendencia que crece en nuestro país en que los adolescentes y jóvenes buscan un estilo de vida saludable: alimentación sana y actividad física, todavía hay muchos que eligen comida ultrapreocesada y el sedentarismo”, recalcó.
De hecho los últimos datos de la Encuesta Nacional de Nutrición y Salud no son alentadores: el 41,1% de los chicos y adolescentes de entre cinco y 17 años presenta sobrepeso u obesidad en Argentina. Y el consumo de verduras y frutas, por ejemplo, sigue siendo muy bajo: es menor a un 6%.
Preferencias: ¿una sola opción o varios platos de comida en la mesa?
En la actualidad, los niños y adolescentes tienen la posibilidad de opinar sobre qué les gusta comer y qué no. Esto ha llevado a que en muchas casas haya varias opciones de menú en cada comida. ¿Está bueno que sea así o es preferible que haya una sola opción?, le preguntamos a la doctora Eliana Rodríguez, Directora de la Carrera de Nutrición UNSTA. “Por una cuestión económica, lo ideal sería ue haya una única opción de comida para que todos puedan compartir el mismo plato, pero muchas veces pasa que en una familia hay alguno que tiene una intolerancia o que tiene celíaquía, que es vegetariano y por diversos motivos comen diferentes cosas. Lo que no está bueno es el hecho de que el niño coma otra comida porque no le gusta lo que comen los adultos. Eso termina a la larga acotando lo que va a comer”, remarca.
Su consejo es nunca dejar de intentar que los chicos coman variado porque si solo comen fideos y milanesas, por ejemplo, llegan a adolescentes con una alimentación monótona, con muy poca ingesta de frutas y de verduras, que legumbres casi no las incorpora y no porque no les guste, muchas veces porque nunca la probaron.
“Cuando ellos empiezan a decidir es muy importante como padres poder acompañarlos. Si un adolescente decide que quiere tener una alimentación rica en proteínas porque quiere aumentar masa muscular ya que lo ve a su amigo en el gimnasio, no hay que permitirles que haga la misma dieta del amigo, que probablemente se la haya dado un instructor del gym. Para eso hay profesionales que van a poder ayudarlo, que les van a enseñar cuáles son aquellos alimentos que tienen los mejores nutrientes para que pueda crecer su músculo y para que se adapte a la etapa de crecimiento en la que se encuentra. Lo mismo cuando deciden ser vegetarianos o veganos”, aconsejó. Y aclaró que las redes sociales no son fuentes de información con respecto a la alimentación. “Podemos encontrar allí algunos profesionales que nos enseñan cosas importantes, pero también hay mucha mala información. La mejor opción es llevarlos a un profesional que los oriente para que el día de mañana no tengamos una enfermedad por deficiencia de nutrientes”, concluyó.