En julio de 1994, el Centro de Educadores del Fútbol 18 (más conocido como CEF 18) viajó por primera vez a Europa para disputar algunos torneos en el Viejo Continente; 30 años después, la escuela de fútbol fundada en 1989 por Daniel Petrella, Oscar Ceccotti y Carlos Romano retornó de una nueva experiencia a miles de kilómetros, que ya es una verdadera tradición; no sólo para la conocida cantera de jugadores, sino también para el fútbol tucumano en general.
Un grupo de 32 chicos partió desde Tucumán el 21 de junio y tras un paso por España con fines meramente turísticos, comenzó la competencia en los países nórdicos. En total, los adolescentes categoría 2010, disputaron cuatro torneos: la Pitea Summer Games y la Storsjöcupen en Suecia, la Dana Cup en Dinamarca y, finalmente, la Gothia Cup, nuevamente en Suecia.
Las actuaciones más destacadas fueron en la Storsjöcupen, disputada en la ciudad de Östersund, y en la Dana Cup, celebrada en Hjørring; en donde el equipo logró el subcampeonato. Y aunque en la Gothia Cup, un verdadero mundial juvenil que contó con cientos de equipos de más de 70 países en varias categorías, no pudieron superar los 32vos de final, la experiencia fue inolvidable; como lo es cada año.
“Arrancamos con los viajes por la competencia, pero no tan sólo por eso. También por el aprendizaje que tienen los chicos allá, por la formación íntegra. Lo usamos mucho para que aprendan valores y forjen experiencia para el futuro”, explicó Nicolás Ceccotti, coordinador del grupo que estuvo en Europa, en diálogo con LA GACETA. “Para los chicos ir y compartir con todas esas culturas, y competir a través del deporte y del fútbol, que es lo más lindo, es toda una experiencia”, agregó.
“Les abre la cabeza. Traemos chicos que no viajaron nunca a ningún lado, algunos de escasos recursos que no saben hablar inglés. Cuando vuelven, lo primero que quieren hacer es aprender inglés; se dan cuenta de lo importante que es el idioma. Ven las instalaciones, las escuelas, el ritmo de vida de Suecia y de Dinamarca, que son países del primer mundo… De todo eso van aprendiendo”, agregó Ceccotti.
¿Por qué se sostuvo durante 30 años la conexión con los mismos países y sobre todo con la Gothia Cup, el torneo más importante de la gira? “Es el Mundial juvenil más importante del mundo. Hicimos el contacto porque es un muy buen torneo y mantenemos los países porque son los que nos apoyan económicamente para poder viajar. Sin ese apoyo, sería un viaje imposible”, detalló Ceccotti, hijo de Oscar, uno de los pioneros en los viajes del CEF.
Además también destacó el nivel deportivo de las competencias. “La Gothia Cup es sumamente competitiva; los otros tres torneos son de un poco menor nivel, pero son torneos difíciles. Todos los equipos europeos son muy fuertes físicamente y a nosotros nos cuesta bastante”, sostuvo. “Los chicos crecen un montón porque juegan todos los días; se sienten como si fuera una concentración de un Mundial o profesionales porque deben comportarse de esa manera”, remarcó Ceccotti, que elogió el esfuerzo de sus dirigidos durante la gira.
“Es mucho el trabajo que realizan, maduran mucho en el día a día. Les hace ver que no tan sólo es importante ser un buen jugador de fútbol, sino que hay que prepararse. Estamos muy satisfechos y muy orgullosos de poder transmitir eso y colaborar para que los chicos quieran crecer y ser mejores. Si bien ganar es importante, en este tipo de gira es secundario. Lo importante es que vayan, la pasen bien, crezcan, conozcan otro mundo y vean que con esfuerzo y dedicación también pueden llegar a más, como jugador profesional, o con alguna carrera que elijan. Estamos muy orgullosos de cómo nos representaron, de su conducta y de su esfuerzo tanto en lo deportivo como afuera”, concluyó Ceccotti.
En primera persona
Los propios jugadores que participaron de la gira confirmaron lo importante que fue el viaje por Europa, y la gran experiencia que significó. “Estuvo muy lindo, se disfrutó mucho”, contestó, simplemente, Augusto Rocca. Una frase corta, pero que resume lo que sintió tanto él como todos sus compañeros.
“Me gustó que pudimos compartir mucho con nuestros amigos, también el campeonato. Era todo muy hermoso”, sostuvo Juan Cruz Morales. “Me gustó mucho compartir con mis compañeros tanto tiempo y también jugar mucho partidos seguidos”, agregó Luciano Rodríguez.
Noruega, Suecia, Islandia y Francia fueron las nacionalidades de los equipos que se enfrentaron a los dos combinados del CEF 18 que participaron de la Gothia Cup, el último torneo que disputaron. “Eran muy fuertes físicamente”, reveló Morales.
El idioma fue una de las barreras a sortear para muchos chicos. “Más o menos”, reconoció Rodríguez, a la hora de responder cómo se manejó con el idioma. “Algunos necesitaban ayuda de otros para hablar, incluso en los partidos, para poder explicarles a los árbitros”, detalló Morales, que también destacó la experiencia de conocer el Camp Nou, estadio de Barcelona, y el Santiago Bernabéu, de Real Madrid. “No pudimos entrar porque había una cantante, pero fue una linda experiencia pasar por afuera”, aseguró Morales sobre el estadio del “merengue”.
Tan bien se comportaron los chicos que incluso se perdieron la final de la Copa América, por respetar la preparación necesaria para cada partido. “Estábamos todos durmiendo porque teníamos partido al otro día. Entonces teníamos que estar bien descansados. Nos despertamos y vimos por el celular cómo había salido”, reveló Pedro Aredes, que remarcó todo lo aprendido en el viaje. “Nos enseñó mucho a manejarnos nosotros mismos. Ninguno de nosotros había vivido esto de manejarse solos en un aeropuerto. Fue una muy linda experiencia, me gustó mucho”, subrayó.
Más allá del resultado, los chicos del CEF 18, como sucede cada año desde 1994, tuvieron un viaje inolvidable por Europa. Una experiencia que, sin lugar a dudas, no olvidarán por el resto de sus vidas.