El deporte, entre los ídolos y los gigantes

El deporte, entre los ídolos y los gigantes

Llegar a lo más alto no sólo es cuestión de ranking y de resultados, sino también del favor del público, de la vigencia y de haberse convertido en un embajador deportivo

INDISCUTIDO. Juan Manuel Fangio fue un N°1 en la Fórmula 1 durante cinco años en la década del 50'. INDISCUTIDO. Juan Manuel Fangio fue un N°1 en la Fórmula 1 durante cinco años en la década del 50'.

En los países que hacen del deporte una religión, como la Argentina, ¿cuándo se puede definir a un deportista como ídolo, cuándo como parte del olimpo y cuándo como un N°1? La pregunta requiere una respuesta, y también abre nuevos interrogantes: ¿son lo mismo los tres conceptos o quedan determinados de acuerdo a la relevancia de lo que practican? ¿Es posible que haya quienes alcanzan las tres condiciones? ¿Por qué y por qué no? ¿Es lo mismo ser un ganador de trofeos que un ganador en el corazón del público? ¿Cómo se arma un podio de los elegidos?

Ensayamos una respuesta a la primera pregunta. Y en su desarrollo, irán surgiendo las que requieren las otras que se formularon. Siempre apuntando a que, aunque el fútbol es mayoría, existe en el país una cultura deportiva integral.

El glorioso deporte argentino no es sólo fútbol, eso está claro. En muchas disciplinas nuestros representantes se consagraron a nivel mundial a lo largo de la historia. Sólo que lo hicieron en distintos contextos y tiempos. Y es así que la lista de inmensos deportistas se engrosa, a la par de sus trayectorias, sus títulos, sus influencias.

A veces sucede que un N°1 queda definido por un ranking. En otras, lo hace mediante un certamen en el que se enfrentan los mejores del país, o un campeonato internacional, o unos Juegos Olímpicos.

No es sólo privativo de los N°1 ganar premios. Además se logra ese sitial, aunque sea más bien testimonial, cuando se cuenta con el favor del público. Otras razones radican en cuando se mantiene en una elite durante mucho tiempo; en cuando quienes viven en lugares lejanos saben de él y lo citan como embajador del país, y también cuando hacen de la tenacidad y el esfuerzo sostenido en el tiempo un estandarte.

Hace pocas semanas, el marplatense Horacio Zeballos se convirtió en un N°1 del escalafón mundial de dobles en compañía del español Marcel Granollers. Llegar a ese lugar de privilegio había sido una experiencia que vivió en 2002 la pergaminense Paola Suárez, también en dobles y con una española, Virginia Ruano Pascual. Se mantuvo en ese puesto durante ochenta y siete semanas. Zeballos es excelente en lo que hace, y Suárez fue una aplanadora consiguiendo 44 títulos. Pero ninguno reviste el carácter de ídolo.

De manera paralela, fíjense que ni Guillermo Vilas ni Gabriela Sabatini, los mayores ídolos del tenis nacional, pudieron convertirse en los N°1. “Willy” por la insólita forma en que se computaban en los años 70 los puntos, siendo que él había ganado prácticamente todo en 1977. “Gaby” pudo escalar al tercer lugar, en un tiempo dorado del tenis femenino.

Otro caso reciente de un N°1 nacional remite a los Pumas 7, que terminaron esta temporada en el primer puesto del circuito mundial de rugby seven y perdieron la Gran Final de Madrid con Francia. Sin embargo, más allá del ambiente del rugby que los sigue a sol y sombra, no están todavía instalados en la cabeza del gran público. Quizás una síntesis de esto lo haya dado el entrenador, Santiago Gómez Cora, al sostener: “si la gente sabe quiénes somos, más apoyan a nuestro equipo. Necesitamos más chicos jugando. Pudimos poner a Argentina como líder. Estamos muy orgullosos porque lideramos esta temporada y es un sueño. Cuando trabajás muy duro, los sueños se cumplen”.

En la elección (o decisión) de establecer los integrantes de ese “olimpo” deportivo argentino hay nombres y apellidos indiscutidos. Juan Manuel Fangio fue un N°1 en la F1 durante cinco años en la década del 50. Diego Maradona lo fue en los 80, antes y después de consagrarse con la Selección en México 86. Lo está siendo Lionel Messi desde hace años, y a su condición la terminó por consolidar levantando la Copa del Mundo de fútbol en Qatar 2022. En el mapa puede aparecer Emanuel Ginóbili, por la huella que dejaron sus cuatro anillos en la NBA (es considerado uno de los cien mejores y más influyentes basquetbolistas de la historia de la liga estadounidense e incluso quedó en el Salón de la Fama) y por ser el mayor referente de la “Generación Dorada” que resultó campeona olímpica en Atenas 2004.

CAMPEONA. Paula “Peque”  Pareto fue la primera medalla femenina de oro en la historia argentina en Río 2016. CAMPEONA. Paula “Peque” Pareto fue la primera medalla femenina de oro en la historia argentina en Río 2016.

La sola mención de cualquiera de los cuatro nombrados abre un inesperado panorama de amabilidad en el extranjero para cualquiera argentino. Más con Maradona y Messi, por el alcance del fútbol, sin negar que Fangio fue prácticamente un sinónimo de velocidad en Europa y en América. Cuando alguien manejaba un poco fuerte se le decía: “¿te creés que sos Fangio?”

Un factor residual de un N°1 devenido en ídolo es que permanezca inalterable en el corazón y en la mente de la gente.

Si es por dar nombres, habrá que darlos. Nunca una enumeración será todo lo justa, ni una omisión voluntaria. La proyección que haya alcanzado una disciplina deportiva no pone una barrera a la influencia que pudieron haber logrado figuras de deportes sin tanto público ni prensa. Porque ese también es un mérito del N°1: habitar en cualquier deporte y convertirse en referencia.

Se deben dimensionar épocas y deportes. Y si estos últimos fueron individuales o colectivos. Lo de los tiempos es importante y en ese sentido se deben considerar tres en la Argentina: 1) desde los comienzos hasta alrededor de 1945; 2) la etapa de los gobiernos peronistas hasta 1955; 3) el período en que el Comité Olímpico Internacional cobró cuerpo a partir de sus propias políticas.

A continuación van nombres de grandes (aparte de los ya mencionados), cada uno en su deporte. Anoten: Luis Scola, Fabricio Oberto, Andrés Nocioni, Marcelo Milanesio (básquet); Guillermo Vilas, José Luis Clerc, Juan Martín Del Potro (tenis); Carlos Monzón, Luis Ángel Firpo, Pascual Pérez, Justo Suárez, Horacio Accavallo, Nicolino Locche, Oscar Bonavena, Horacio Saldaño, Víctor Emilio Galíndez (boxeo); Delfo Cabrera y Juan Carlos Zabala (atletismo); Luciana Aymar (hockey); Roberto De Vicenzo (golf); Alberto Demiddi (remo); Alfredo Distéfano, José Manuel Moreno, Adolfo Pedernera, Enrique Omar Sívori, Ángel Clemente Rojas, Mario Alberto Kempes, Daniel Alberto Passarella, Norberto Alonso, Ricardo Bochini, Juan Román Riquelme (fútbol); Oscar y Juan Gálvez, Carlos Reutemann, Nasif Estéfano, Juan María Traverso (automovilismo); Hugo Conte, Marcos Milinkovic (voley).

Y también están Fulvio Galimi (esgrima); Humberto Selvetti (pesas); Pedro Candioti (natación); Nora Vega (patín); Daniel Martinazzo (hockey sobre patines); Juan Esteban Curuchet, Remigio Saavedra (ciclismo); Vito Dumas, Carlos Espínola y Santiago Lange (deportes naúticos); Hugo Porta, Agustín Pichot, Felipe Contepomi (rugby); Paula Pareto (yudo); Juan Carlos Harriot, Adolfo Cambiaso (polo); Aarón Sehter (pelota).

Son muchos. Y faltan muchos otros. Recuerden aquello de “nunca una enumeración será todo lo justa, ni una omisión voluntaria”. Tal vez varios de estos nombres y apellidos obliguen a acudir a Google para conocer de quiénes se trata y qué hicieron. De lo que no hay dudas es que fueron, son y serán N°1.

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