El transporte público es uno de los temas fundamentales de una ciudad ya que al ir creciendo se hace necesaria una comunicación más fluida de las distintas zonas y barrios. Y si hablamos de transporte público está el tren, aunque en la ciudades previamente estaban los carruajes pero no eran muy extendidos, este medio comenzó uniendo ciudades y luego lo hizo con los distintos barrios. La incorporación del automóvil llevó a la activación de los coches de alquiler y posteriormente los colectivos. De estos últimos podemos decir que según la leyenda, además de la historia, asegura que fueron inventados por los taxistas de la ciudad de Buenos Aires para mejorar sus ingresos y generaron los “auto-colectivos” allá por mediados de 1928. Y como no podíamos ser menos los tucumanos para 1929 ya contábamos en nuestra ciudad con “colectivos”. Para junio de 1929 nuestro diario señalaba que “el ómnibus se ha establecido ya en nuestra ciudad como una verdadera institución urbana de indiscutible valor cuanto significa un progreso en los medios de movilidad”. De esta manera nuestras crónica “Glosa de la ciudad” hablaba de los colectivos como el elemento fundamental y más aceptado por los ciudadanos. Además reconocía que “en forma definitiva atraviesa la ciudad uniendo los suburbios opuestos con un vínculo cordial”.
Pasajeros
Por otro lado agregaba que “el pasajero del ómnibus no es el mismo que ocupa los restantes medios de movilidad. No es en efecto, el que usa el tranvía para viajar diariamente a su trabajo o el que se vale para ello del burgués coche de plaza o del aristocrático y veloz automóvil”.
Lo que actualmente vemos como una cosa normal, pese a los inconvenientes propios de la realidad económica y que generan fuertes críticas de los pasajeros sobre el servicio, por aquellos momentos iniciales eran muy novedosos y llamativos. A lo largo del relato se definía al pasajeros del colectivo como “aquel que habita en el suburbio” y agregaba que “solamente el ómnibus se aventuró en un constante recorrido por sus calles polvorientas. El lleva y trae de ellos a los habitantes de todos los barrios que se levantan detrás de los boulevares límite estrecho de las líneas del económico tranvía”. Esta situación le daba al colectivo para el suburbio “un valor envidiable” y “una institución útil y por ende simpática”.
Por otro lado este novedoso transporte, tengamos en cuenta que los primeros de esta índole habían aparecido pocos meses antes hacia los primeros meses de aquel 1929, tuvo “sus sacrificados precursores”. Y casi como una copia del presente nuestro cronista expresaba que “viejos y destartalados circulan aún los vehículos que no hace mucho tiempo adornaban la ciudad con la nota simpática de la novedad. La competencia les ha obligado a arriesgarse más lejos y en su afán de mantener su prestigio se internan donde los obstáculos de los malos caminos oponen una barrera a sus aventajados rivales “, Para luego agregar “Lastenia, Guzmán, San José, Alderetes, etcétera han logrado así, gracias a la competencia, la incursión grata de estos ómnibus que no por viejos y destartalados son menos progresistas”.
En Buenos Aires
Un grupo de taxistas, que en 1928 se quejaban por el poco trabajo que tenían, casi sin querer inventaron el colectivo. En una mesa del café La Montaña, de Rivadavia y Carrasco, se contaban las penas José García Gálvez, un español naturalizado argentino que había sido chofer de Jorge Newbery; Rogelio Fernández, futuro corredor de Turismo Carretera; Pedro Etchegaray, Manuel Pazos, Felipe Quintana, Antonio González y Lorenzo Porte.
De ese cónclave salió la idea de adaptar sus coches taxímetros, esos Ford T, en un transporte de más de un pasajero. Lo llamaron el “auto-colectivo”. Adaptaron sus autos y el 24 de septiembre de ese año nacería este medio de transporte bien argentino.
Importancia
Para evaluar la importancia de este invento y su expansión en nuestra ciudad recordemos que cuando el club San Martín inaugura su estadio de fútbol allá por julio de 1924 su ubicación, en la manzana de Alberdi, Rondeau, La Rioja y Lavalle, era privilegiada por que llegaban dos líneas de tranvías a una cuadra de allí. Actualmente estamos casi en el centro amplio de nuestra ciudad por entonces eran suburbios con caminos polvorientos.
Otro tema de importancia para los tucumanos era la llegada a los cementerios, visita obligatoria para todos los 2 de noviembre. Imaginemos que los tranvías alcanzaban los boulevares de entonces, que son las actuales avenidas Avellaneda, Sarmiento, Roca entre otras y un poco más allá; por lo tanto las necrópolis quedaban a cierta distancia que había que caminar. Si llovía esas avenidas, que eran de tierra aún, se volvían un barrial infranqueable. En este sentido nuestra crónica reconocía al colectivo el gran beneficio que traía para los “tucumanos piadosos” ya que “era una peregrinación penosa hasta que el ómnibus se incorporó a las actividades urbanas y proporcionó la oportunidad de viajar al cementerio por 10 guitas”. Al decir “10 guitas” el valor del boleto era de 10 centavos.
Diferencia
La continuidad de la nota nos permite hablar de la diferencia entre “ómnibus” y “colectivo”, que actualmente son sinónimos pero por entonces los primeros eran aquellos vehículos más amplios y con varios asientos dispuestos en final mientras que los segundos eran autos que llevaban pasajeros hasta que ocupaban todas sus pocas plazas. “¡Adiós a los colectivos improvisados de Boulevard a Boulevard y las viejas carrindangas, En verdad, así da gusto viajar, con comodidad y por poca plata”.
Calle Corrientes
En la misma edición donde se realzaba la presencia del ómnibus se presentaba otra nota donde vecinos de la “zona norte de esta ciudad” solicitando al intendente por medio de nuestras páginas la apertura de la calle Corrientes entre el “boulevard Avellaneda y el parque 9 de Julio”. El pedido consideraba que en aquella zona no había “ninguna calle que tenga acceso al parque referido”. Además consideraban que frente a esta calle se encontraba “la gran pérgola, el Museo Casa Obispo Colombres puntos de atracción de dicho paseo”. La circulación era vedada por “una edificación bastante pobre”. También se hacía referencia al servicio de ómnibus al señalar que “se limita a un servicio por demás inadecuado pues se concreta a salir de plaza Independencia por Las Heras (hoy San Martín), dar vuelta al parque y volver por 24 de Septiembre la punto de partida. Toda la población del Este, Oeste y Norte de la ciudad se priva de este servicio porque deben trasladarse a la plaza Independencia para poder utilizarlo”. La propuesta vecinal mostraba que estando tan cerca del paseo su acceso era bastante complicado y se agregaba que “si se estableciese acceso por calle Corrientes al parque en forma conveniente, los ómnibus que van desde la plaza por Las Heras al parque saldrían por Corrientes dando vuelta por puntos adecuados de la ciudad, para regresar al punto de partida, beneficiando a una importantísima parte de barrios de la capital”.