WASHINGTON, Estados Unidos.- La violencia en el debate político en Estados Unidos, visto durante décadas como una democracia ejemplar, pasó de la retórica a los disparos, esta vez contra el ex presidente Donald Trump como blanco.
El tirador que logró hacer sangrar la oreja derecha del candidato presidencial republicano durante un acto al aire libre en Pensilvania, fue ultimado por las fuerzas de seguridad.
Trump no tiene lesiones graves. Falta saber cuál es la herida en el tejido de la sociedad, a cuatro meses de los comicios.
Los republicanos dicen que los demócratas estimulan una retórica incendiaria contra Trump. Los demócratas, que impulsan la reelección del presidente Joe Biden, acusan a Trump de promover odio a migrantes y minorías.
Chris La Civita, asesor principal de la campaña de Trump, criticó el lenguaje de “activistas de izquierda, donantes demócratas e incluso Joe Biden”.
“Durante semanas, los líderes demócratas han alimentado la histeria de que la reelección de Trump sería el fin de la democracia”, dijo el líder de la mayoría republicana en la Cámara de Representantes, Steve Scalise. Él mismo fue herido en un tiroteo masivo en un evento deportivo del Congreso en 2017. En 2011, la representante demócrata Gabrielle Giffords, sobrevivió a un disparo en la cabeza.
“El tiroteo contra el ex presidente Trump es consecuencia de un apoyo significativo a la violencia política” en Estados Unidos, sostiene Robert Pape, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Chicago, y director del Proyecto sobre Seguridad y Amenazas de esa casa: “También debemos preocuparnos por las amenazas de represalia al presidente Biden”.
El equipo de Pape realizó una encuesta divulgada el mes pasado, que muestra que el 7% de adultos estadounidenses (18 millones) apoyan el uso la fuerza para restaurar a Trump en la presidencia, la mitad de los cuales posee armas. Y otro 10% también justifica el uso de la fuerza para evitar que Trump llegue al poder nuevamente.
La violencia no ha sido ajena a la política estadounidense: Abraham Lincoln, James Garfield, William McKinley y John F. Kennedy fueron cuatro presidentes en ejercicio que sufrieron atentados con consecuencias mortales, sin contar a otros mandatarios heridos tras un ataque, como ocurrió con Ronald Reagan.
Ahora, el lenguaje recrudeció y parece haberse traducido en un llamamiento a las masas. Desde los disturbios en el Capitolio en 2021, con simpatizantes de Trump como protagonistas, legisladores y analistas se preocupan por que la retórica de campaña cada vez más belicosa exacerbe los ánimos hacia las presidenciales de noviembre.
En 2022, el marido de la entonces presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, fue atacado con un martillo . Un conspiracionista de extrema derecha quería tomar Pelosi como rehén. “Como alguien cuya familia ha sido víctima de violencia política, sé que esta no tiene lugar en nuestra sociedad. Doy gracias a Dios que el ex presidente está a salvo”, dijo Pelosi.
Retórica incendiaria
Muchos expertos coinciden en que la retórica violenta se incrementó con la llegada de Trump al poder en enero de 2017, sea él o no responsable de estos actos.
Personas a quienes apuntó, como el senador republicano Mitt Romney o el científico, hoy jubilado, Anthony Fauci, han revelado que tuvieron que conseguir seguridad privada, al ser amenazados por trumpistas.
En 2020 habló de fusilar a quienes realizaron saqueos durante las protestas por el asesinato del afroamericano George Floyd, a manos de policías.
El ex mandatario además se ha referido de forma peyorativa a los fiscales que lo acusan y a los abogados que lideran las causas en su contra.
En agosto del año pasado, una mujer de Texas amenazó de muerte a una jueza que supervisaba el caso de interferencia electoral de Trump.
Las amenazas contra miembros del Congreso alcanzaron un récord de 9.625 en 2021, según la Policía del Capitolio, en comparación con solo 3.939 en 2017.
Para Jill Stein, candidata presidencial del Partido Verde, “este no es el momento de culpar a alguien que es víctima de la violencia”. “Pero este caso es en cierto modo emblemático del problema al que nos enfrentamos como sociedad”, dijo.