Por Carlos Duguech - Analista internacional
En la columna del lunes último se anunciaba que hoy se iban a considerar dos asuntos que, prima facie, convocaban particularmente al análisis por su importancia. El nuevo presidente “reformista” elegido en Irán y el laborista Keir Starmer que asumía como primer ministro en Gran Bretaña.
El magnicidio frustrado con una víctima elegida -y en carrera para competir con el presidente Biden - obliga a rediseñar esta columna.
En un clima preelectoral EEUU se muestra como un campo de batalla donde -además de las descalificaciones mutuas entre los candidatos presidenciales que se enfrentarán en noviembre- las armas y sus proyectiles asumen protagonismo trágico. En un país donde un conglomerado de amantes de las armas (Asociación Nacional del Rifle) brega -constantemente- por el derecho del ciudadano a poseer armas. Y ello centrado tanto en el aspecto de la defensa personal como en el uso deportivo. Arranca en 1871, creció sin pausas y se consolidó centrando su propósito nada menos que en los “derechos civiles”. La referencia a la Segunda Enmienda (1791) de la Constitución estadounidense enfatiza el derecho del pueblo de EEUU a poseer y portar armas.
Constitucional, en EEUU
El tan citado Bill of Rights (Carta de derechos) no sólo consagra lo de las armas sino que recibe el beneplácito, a la vez que advertencia, de la mismísima Corte Suprema. Esta, que reiteradamente cada vez que se sentía obligada a pronunciarse sobre el sentido de la famosa y a menudo mencionada enmienda, manifiesta que no otorga un derecho ilimitado. Y abre una ventana de aire reformista posible: no prohibe ni la regulación de la compra ni la producción de armas de fuego. En rigor la Segunda Enmienda establece un cepo de hierro: ni el Gobierno federal ni los gobiernos estatales y locales pueden violar el derecho a portar armas. Hay que decirlo aunque se sabe desde hace tiempo ya: la Asociación del Rifle está desembozadamente ligada a la gestión y los intereses del Partido Republicano estadounidense. Un dato para tener una adecuada idea de la realidad de las armas en manos de los ciudadanos estadounidenses: en Dallas (emblemático lugar por el asesinato del presidente Kennedy) en mayo último, Trump decía en un acto público a una multitud perteneciente a la Asociación Nacional del Rifle: “Tenemos que conseguir que los propietarios de armas voten”. Además se refirió a la Segunda Enmienda anticipando “está en los planes de Biden”, para desmontarla. Los derechos de los poseedores de armas está “bajo asedio” según afirma.
Menos de un centímetro
Gran puntería la del joven Thomas Matthew Crooks, de 20 años, el sindicado como el que intentó matar a Donald Trump desde una terraza, a una distancia de 125 metros, con un rifle AR-15, arma semiautomática (de asalto). A esa distancia de tiro, con desplazar la mira del rifle apenas unas décimas de milímetro, Trump habría recibido la bala asesina en pleno cráneo, a la altura de su ojo derecho.
Era deseable que los francotiradores en su acción represiva hubieran tenido la determinación de no matar al joven. Siendo expertos tiradores hubiera podido inmovilizarlo con disparos certeros inhabilitantes para poder conocer lo mucho que es necesario en un caso como éste. Consecuencia: nunca se sabrá si su accionar fue por una decisión en solitario, si fue un acto demencial o se formaba parte de un programa rentado monetariamente a su favor por razones que aún no se conocen.
Especulaciones “políticas”
Se sabe, ante acontecimientos de esta envergadura, que no pocas son las especulaciones sobre el significado y la asignación de responsabilidades. Hay quienes, se lee en la profusa producción de interpretaciones y notas periodísticas al respecto (de toda entidad y calidad) imaginan y hasta afirman: desde un autoatentado (¿Trump poniendo la cara?) hasta una maquinación de los demócratas (¿Biden, sereno y decidido, ordenándolo?). Dos extremos de unas elucubraciones fantasiosas. Pensarlo, escribirlo y publicarlo, una sucesión inimaginable, delirante. El programado próximo debate se realizará el 10 de septiembre por la cadena ABC. Aunque suponen algunos republicanos del entorno Trump que lo acontecido con el intento fue consecuencia de acciones de la prensa. Que ha cargado las tintas sobre lo que sería el próximo turno de Trump en la Casa Blanca. Eso, a gritos, le imputaron a periodistas en la sala de prensa montada para el acto partidario.
“Sha de Persia”
La antiquísima denominación del imperio persa condensada en el Siglo XX como “Persia” se extinguió por decisión de uno de los pertenecientes a la dinastía Pahlavi (o “Pahlevy”). Fue en 1935 un monarca. Los fundamentos de ese cambio de denominación venían muy ligados a la percepción arraigada para los habitantes de la región. Solo un concepto: no eran parsis sino arios. Los parsis, constituyentes de una comunidad religiosa de la India. Y, además, étnica. En cambio la condición de arios muy ligada a ese concepto étnico enfatizado en Alemania durante el nazismo, daba sustento al cambio de denominación, derivando de ario a Irán tras sucesivas acomodaciones del término. Finalmente la dinastía Pahlavi con su último representante Mohammad Reza Pahlavi (Sha de Persia desde 1941, sucediéndole a su padre) se extingue por la llamada revolución islámica en 1979 promovida desde el exilio por el ayatolá Jomeini y los grupos chihitas que aglutinaba. Irán (ex. Persia) país flotando sobre un mar de petróleo, principal sustento de su economía en la que no poco tuvo que ver la ya clásica intromisión estadounidense.
Creerse el “Sha de Persia” era un apelativo popular que se le asignaba a quienes pretendían ostentar poder y riquezas.
Las elecciones presidenciales (y en segunda vuelta, del 6 de julio) dieron el triunfo a un reformista, Masoud Pezeshkian. Abrió cautelosas esperanzas en la comunidad internacional interesada en ese caldero que es el Medio Oriente. Precisamente atadas a esa condición singular del “reformista” que triunfó sobre el candidato oficialista. Nada menos que en un régimen duro y teocrático donde la última palabra (¡y la primera, a veces!) es del líder religioso. Ali Jamenei ostenta el más encumbrado cargo religioso y político. Es elegido por el Concejo de Guardianes y su palabra es casi definitiva en los dos campos del poder: el político y el religioso. Por más reformista que se mostraba el nuevo presidente, él mismo con sus expresiones recientes diluye esa expectativa que generó en Occidente sobre su carácter de “reformista”: condena las acciones de Israel (“políticas belicistas y criminales”) a la vez que muestra su apoyo a Hezbolá.
Triunfo del laborismo
Tras 14 años de casi las sombras, renace el Laborismo en Gran Bretaña que instala en la “Balcarce 50” de Argentina de Londres: “Downing Street 10”, al nuevo primer ministro Keir Starmer. Planta en el gabinete una mayoría de mujeres y destaca a una de ellas como Ministra de Hacienda. lo que ocurre por primera vez en Gran Bretaña.
Si hay un perfil a destacar con esta vuelta del laborismo es que preludia –por lo que se sabe hasta ahora- un reingreso a la Unión Europea. ¿Razones? Entre otras el fracaso del “Brexit” con incidencia directa en la economía interna del Reino Unido (31/01/2020) y su salida de la Unión Europea el 1 de febrero de 2020.