Si el Gobierno quiere que el Banco Central deje de emitir dinero cada vez que compre dólares, objetivo de la decisión de actuar en el mercado del Contado con Liquidación vendiendo divisas para absorber pesos, la solución es muy sencilla: que deje de comprar dólares. Claro que los adquiere por algún motivo, pero entonces la pregunta es si vale la pena.
Primero una aclaración: el Presidente y el Ministro de Economía deberían dejar de hacer anuncios sobre medidas del BCRA porque se acercan a la ilegalidad. De acuerdo con la ley 24.144 (Carta Orgánica del Banco Central), la entidad no debe recibir órdenes del Poder Ejecutivo. Por supuesto, es complicado porque al mismo tiempo la Ley dice que el BCRA debe actuar “en el marco de las políticas establecidas por el Gobierno Nacional” y además el Ministro de Economía (o un representante) puede participar de las reuniones del directorio. No es una herramienta del Gobierno pero tampoco puede hacer lo que quiera.
Si se pretende que la entidad no sea un órgano más del Gobierno y en cambio consolidarla en su misión de buscar la estabilidad en el valor de la moneda, al menos habría que hacer docencia institucional cuidando las formas: que el Ministro declare la necesidad de herramientas monetarias o cambiarias con cierto objetivo y luego que el presidente del BCRA haga los anuncios como fruto de las reuniones del directorio. A la larga, si la economía se estabiliza, el teatro irá generando creencias y la actuación se convertirá en respeto real, lo que consolidará la seriedad en el ejercicio de gobierno.
Compraventa de papeles
Ahora, ¿qué quiere decir la última medida? Cuando el Banco Central compra dólares, por ejemplo de los exportadores (cuidado: no debe verse como una carga para el sacrificado Central porque no está obligado a comprarlos sino que los exportadores están obligados a venderlos), los paga con pesos. Esa es la emisión que el Gobierno quiere contener ahora. ¿Cómo? Jugando con los tipos de cambio diferenciales. La presentación es sencilla, en la práctica no tanto. Dice el anuncio que el Banco comprará al valor oficial, emitirá dinero y luego venderá al Contado con Liquidación (CCL) parte de los dólares comprados retirando los pesos recién emitidos. Por caso, si compró U$S 100 a unos $ 900 luego venderá U$S 60 a $ 1.500. El BCRA acumulará U$S 40 y no habrá emisión.
El problema es el mercado de títulos. El CCL no es una cotización más sino el fruto de la compraventa de papeles varios. Un exportador debe ingresar al BCRA y al precio oficial al menos el 80% de los dólares que cobró. Con el resto debe comprar títulos pagándolos con dólares y de inmediato venderlos cobrando en pesos. El Central debería hacer lo mismo: comprar dólares pagando con pesos, luego comprar títulos pagando con dólares y de inmediato vender esos papeles cobrando en pesos. Es decir, el precio de los papeles usados sufrirá la influencia de las operaciones del Banco Central.
No se trata, por cierto, del juego del que se quejó Carlos Rodríguez. Este ex aliado de Javier Milei acusó que como cesará el Impuesto País del 17,5% sobre el dólar oficial ahora se aprovechará la brecha del 50% entre el oficial y el CCL. Voracidad fiscal, acusó. Pero el impuesto lo recauda el Gobierno, la brecha de precios la usa el Banco Central. Son dos entidades diferentes. Y los pesos que ingresen al Banco por la venta de dólares desaparecen. Da lo mismo que los incineren o los guarden, ya no son utilizables en el circuito económico salvo aparición de nuevas operaciones. A los dólares se los queda el Central y los pesos dejan de existir. No hay negocio ni recaudación en la brecha.
La oferta y la compra
Para volver a la pregunta inicial, el BCRA puede comprar dólares para mantener una cotización. Si hubiera un gran ingreso de divisas la mayor oferta haría bajar su precio lo que en el corto plazo puede afectar exportaciones y producción nacional que compita con importaciones.
Pero también favorece la producción nacional que utilice bienes importados. Si aquel ingreso es moderado tal vez no sea necesario actuar. Primero, los precios domésticos se irán adecuando gradualmente, segundo el impacto de la nueva cotización en las operaciones internacionales irá moderando la modificación del tipo de cambio. Pero si el ingreso es muy grande, muy brusco, tal vez sea útil que el Central compre dólares para frenar la caída de su precio.
Otro motivo es lo contrario: salidas bruscas. Mucha nueva demanda puede causar saltos hacia arriba del precio del dólar que impacten en los precios. Que alguien, como el Banco Central, pueda sumar oferta de divisas ayudaría a moderar las subas y hasta a frenarlas si el motivo fue transitorio.
En cuanto a la deuda externa, no es motivo. Si el pasivo es del Gobierno, éste debería tener superávit para comprar dólares. Al Banco Central o al mercado, es lo de menos. Por lo tanto, la deuda externa no es razón.
Con respecto a lo primero, no ocurre ni hay chances de que ocurra en el corto plazo. Lo segundo es más peligroso; si bien un cambio estructural en la economía argentina ayudaría a que baje la probabilidad de fugas, todavía no es el caso. Y se está trabajando en lo tercero.
Entonces, por ahora no conviene retirar al BCRA del mercado cambiario pero la nueva medida implica meter al Banco en una bicicleta que tal vez complique el mercado de títulos. La única justificación es la transitoriedad como parte de un paquete coherente de políticas. Porque si la economía se estabiliza y se recupera, la emisión de dinero por entrada de dólares atendería una mayor demanda por dinero y no sería inflacionaria. Aprovechar la brecha cambiaria para contener emisión sólo aporta a frenar la inflación. Necesario, pero no suficiente.