BUENOS AIRES.- Hace diez meses en Los Angeles, Estados Unidos, un hombre que dijo llamarse Alfredo Yabrán mostró un pasaporte con ese nombre y firmó la venta de una casa con trazos supuestamente iguales a los del empresario que se suicidó en 1998, reveló una investigación que comenzó a publicar ayer el diario "Clarín".
De acuerdo con el informe, en la escritura de la transacción, quien dijo llamarse Yabrán declaró ser soltero y transfirió la casa -registrada a su nombre- a la empresa Yabito Corporation, también de su propiedad y que era desconocida hasta ahora.
La firma de ese hombre es casi idéntica a la del desaparecido empresario y fue autenticada por una escribana, Racine Mai, el 24 de agosto de 2001. Según la Justicia argentina, Yabrán se suicidó de un escopetazo en la boca el 20 de mayo de 1998 en el baño de una de sus estancias, en Gualeguaychú, Entre Ríos, cuando se encontraba prófugo de la Justicia hacía cinco días, acusado de ser el instigador del crimen del fotógrafo José Luis Cabezas.
El reportero gráfico era el autor de la primera foto que reveló a la opinión pública el rostro del enigmático empresario, quien al momento de su muerte poseía una fortuna de más de 2.000 millones de dólares y era sospechoso de haber participado en negocios turbios.
Yabrán dejó entonces una carta en la que deslindó su responsabilidad por el asesinato de Cabezas, fotógrafo de la revista Noticias. Sin embargo, su muerte generó suspicacias y parte de la sociedad descreyó de su suicidio, considerándolo un simulacro.
Hipótesis
La investigación de "Clarín" refuerza esa hipótesis, aunque también se cree que podría tratarse de un impostor que tomó su lugar, con o sin conocimiento de sus herederos: su esposa de toda la vida, María Cristina Pérez, y sus tres hijos, Pablo, Mariano y Melina. La jueza de Entre Ríos que se hizo cargo de la causa del suicidio de Yabrán, Graciela Pross Laporte, dio cuenta de que el cuerpo encontrado pertenecía al empresario.
En la nota periodística, se comenta: "la escritura que ha vuelto a traer a la escena a la sombra de Yabrán corresponde a una casa en el número 20810 de la calle Bassett Street, en el barrio de Canoga Park, en Los Angeles". "Es una propiedad parecida a otras miles en la zona, que no llama la atención, de 130 metros cuadrados, sobre un terreno de 700, 3 dormitorios, 2 baños y garaje. La vivienda está valuada en algo más de 200.000 dólares, una cifra relativamente baja para los estándares de la propiedad inmobiliaria de Los Angeles y alejada del estilo de grandes y lujosas mansiones que solía habitar el empresario en Buenos Aires, Pinamar y San Martín de Los Andes", indica el diario.
Según se afirma en otro tramo de la nota, "cuando a pedido de ?Clarín?, un fotógrafo de la agencia internacional Gamma llegó hasta el 20810 de Bassett Street y se aprestó a tomar una fotografía de la casa, un desconocido armado con una carabina se le acercó desde atrás y lo amenazó de muerte". El hecho fue denunciado ante la Justicia de Los Angeles. (DyN-Especial)
Quería ser actor pero odiaba la exposición pública
BUENOS AIRES.- Vendía helados en sus tardes libres en Larroque, el pueblo entrerriano donde había nacido. Su fortuna había superado los 2.000 millones de dólares antes de morir, a pocos kilómetros, en la estancia San Ignacio, de su propiedad, también en Entre Ríos. Alfredo Enrique Nallib Yabrán, hijo de inmigrantes sirios, de chico soñaba ser actor y, paradójicamente, acabó odiando la exposición pública.
Al terminar el secundario se fue a vivir a Buenos Aires. Vendía calculadoras y computadoras para la firma Burroughs, y en su cartera de clientes apareció la Fuerza Aérea. A partir de allí desarrolló el notable arte de manipular influencias.
Dio el golpe en su segundo empleo, en la empresa Juncadella, cuando detectó que su jefe estaba por desentenderse del clearing bancario. Decidió él hacerse cargo, aunque nadie sabe cómo pagó semejante negocio.
Pasó así la dictadura y llegó Raúl Alfonsín. Sus amigos brigadieres y del propio radicalismo le tendieron el negocio que más amó: los depósitos fiscales de Ezeiza, puerta de entrada y salida al mundo. A fines de los 80 ya era Yabrán.
Vinculado a militares y sindicalistas, con aportes para campañas radicales y peronistas, fue enterado a tiempo de cuanto negocio ofrecía un Estado que se achicaba, como el del correo privado.
Su caída comenzó en 1994, cuando el entonces ministro de Economía Domingo Cavallo lo denunció como mafioso. En enero de 1997 ocurrió el asesinato de José Luis Cabezas, que la Justicia le terminó adjudicando como instigador. Vendió sus empresas y, finalmente, el 20 de mayo de 1998, se suicidó, según la Justicia. (Especial)
Fue dispar la reacción de algunos políticos
BUENOS AIRES.- La investigación que alimenta sospechas respecto de que Alfredo Yabrán podría estar vivo provocó escepticismo en dos referentes del justicialismo, como la ministra de Trabajo, Graciela Camaño, y el senador nacional Eduardo Menem, y cierto beneplácito en el radical Federico Storani porque se continúa con la investigación.
Camaño se mostró distante; aseguró que no se habló del tema en la última reunión de gabinete y explicó que ella, en el momento del auge del conflicto Yabrán, veía el tema desde los medios. Eduardo Menem afirmó que él cree en la versión de los tribunales que intervinieron en este caso, en el que se declaró muerto a Yabrán, y relativizó la información. "Me parece que es una de las tantas versiones que circularon desde ese momento", dijo.
A diferencia de Camaño y de Menem, Storani, titular de la UCR bonaerense, subrayó que los argentinos merecen saber y aprender, "porque hemos cometido muchas veces los mismos errores". "Espero que esos episodios nunca se olviden, porque fue un manejo bastante turbio, y que se esclarezcan bien, para lo cual no hay que abandonar la investigación", señaló. (DyN)