Aunque muchos afirman que el silencio es salud, son aún más las personas a las que la falta de sonidos les produce incomodidad. Desde miedo hasta nervios, las emociones que puede producir el silencio son un condicionante para un grupo considerable. Los especialistas explicaron a qué se debe esa reacción.
El miedo al silencio se denomina ligirofobia o arrefobia. Se trata de una condición psicológica que afecta el desarrollo normal de la vida de quien lo padece y tiene múltiples causas. Entre ellas, los pensamientos intrusivos y la soledad se mencionan como algunos de los detonantes.
Por qué afectan los silencios incómodos
Si para algunas personas el silencio es calma y paz, si algunas anhelan estar a solas y en silencio, ¿cuál es la diferencia con las personas a las que ese vacío les produce una sensación totalmente opuesta?
"Esto tiene mucho que ver con resistirse a la introspección, porque la introspección significa entrar en contacto con uno mismo, con nuestra propia conciencia, y entonces ahí se produce cierto temor o fobia", explica el investigador en psicología social Martín Wainstein. El rechazo, según este punto de vista, puede ser hacia los pensamientos propios y no al silencio en sí.
El silencio y la soledad
Wainstein continúa detallando este extraño fenómeno que algunos padecen y para otros pasa desapercibido. Confrontar el silencio es también confrontar "heridas o miedos internos o situaciones que en algún momento constituyeron partes oscuras de nstra propia experiencia interior", señala.
Pero practicar estar en silencio puede tener sus beneficios. Ayuda a reducir el estrés y tomar consciencia del momento. Una buena aliada es la respiración controlada que permite regular el ritmo cardíaco y hasta superar episodios de ansiedad o pánico.
Es que las personas hoy en día están acostumbradas a la hiperconectividad. Los ruidos, las pantallas, el volumen y los sonidos hacen que el silencio se vuelva algo difícil de conseguir y a lo que no estamos acostumbrados. Aprender a manejar la ausencia de estímulos puede ser un buen paso para lograr un estado de paz interior.