“Los clubes son de los socios” es el latiguillo que suelen repetir de buena fe muchos futboleros que seguramente creen que el advenimiento de las Sociedades Anónimas Deportivas (SAD) al deporte más popular de la Argentina es a priori algo nefasto. El punto de la buena fe es clave porque quienes defienden el actual esquema de organización de los clubes están avalando sin querer los desmanejos de muchos dirigentes, la opacidad de las finanzas, el sostén de las barras bravas, las entradas de favor o los negocios por debajo de la mesa con representantes de futbolistas.
En medio de temas candentes que son vitales para la política y la economía, como los rounds que disputan Luis Caputo y el mercado con el blue a $1500, rodeado el ministro de múltiples problemas como la aceleración de la inflación, la no devaluación, el FMI, el cambio de las LELIQ del BCRA a las LEFI del Tesoro (una multimillonaria deuda que sigue teniendo el Estado con los bancos) o cómo se va a poner en marcha la Ley de Bases o la sorda pelea del Gobierno con Mauricio Macri o quizás la extemporánea firma de Karina Milei en el “Acta de Mayo” en Tucumán, aparece la cuestión del fútbol fogoneada nada menos que por el presidente de la Nación.
En tren de miradas políticas, desmenuzar el caso del deporte más popular de la Argentina y de su actual dirigencia también es una cuestión de fondo porque, además, para el gobierno nacional se trata algo filosófico en nombre de la desregulación, tarea que ya se ha impuesto Federico Sturzenegger quien está centrado en la reglamentación de las SAD. Y también es un tema de carácter económico, desde ya.
En función de todos esos parámetros, esta columna siente desilusionar a los ilusionados que creen en la pomposa frase hecha del comienzo, pero hoy el fútbol profesional ya es privado y está a cargo de dirigentes que hacen y deshacen a espaldas de los socios, generalmente con muy poca transparencia en contratos, pagos y cobros y que dependen del señor al que no le gusta transpirar y se hace cuidar la nuca en las canchas: Claudio Tapia. Son todos esos dirigentes, en definitiva, quienes han cambiado el “sí Julio” de otros tiempos por el “sí ‘Chiqui’” de ahora, ya que no desean que nadie les pise el negocio.
La confusión aumenta cuando en los medios se publica que la invasión de eventuales inversores será para “privatizar” los clubes y eso no es del todo cierto, ya que es improbable que al mundo empresario le interese administrar otros deportes, seguramente menos rentables. La picardía de los dirigentes se vería (y quizás esto les debería ser impuesto por el Estatuto de cada club) si le cobran a las SAD por el manejo del fútbol solamente un canon de tal calibre (quizás con porcentajes extra de la venta de jugadores) que les permita atender, con la suma resultante, la infraestructura y el desarrollo de todas las demás actividades, incluidas las sociales que muchos clubes ejecutan solidariamente.
Otra frase hecha, seguramente elaborada en la calle Viamonte y amplificada por el mundillo interesado, es que las SAD que podrían incorporarse serían de grupos extranjeros que vienen a “lavar dinero”. Es probable que eso ocurra pero, advertidas, las autoridades deberían extremar los controles para que eso no suceda. Por otra parte, hoy nada les impide a los actuales dirigentes hacer exactamente lo mismo, personajes que están amparados en su kiosko no sólo por la protección estatutaria de la AFA que no contempla que sus miembros sean Sociedades Anónimas, sino muchos de ellos por el mundo de la política. Vale recordar que, de momento, hay una cautelar de la Justicia Federal en vigencia que impide las SAD porque estatutariamente la AFA no las permite y por lo tanto, el club que las apruebe se arriesga a una desafiliación.
Lo cierto es que hasta tanto esto no se dilucide en la Corte o la AFA decida sacar esa traba de sus Estatutos, si alguna institución decide saltar de vereda quedará automáticamente inhabilitada para disputar competencias nacionales e internacionales. En este punto, aparece otro actor relevante, la FIFA, que admite la variante privada en casi todo el mundo, pero que condena cualquier intervención gubernamental sobre las Asociaciones, lo que pone al gobierno nacional en la necesidad de negociar una salida. La presión de ayer del presidente Javier Milei a través de X fue para que la AFA termine de una vez por todas con la prohibición.
Hoy, debido al primitivo esquema de formación de jugadores que entran en el embudo de la edad y deben emigrar, la Argentina se ha convertido en un país exportador neto de talentos, especialmente a los grandes clubes de Europa y hay mucho dinero en juego. Al respecto, Milei clavó el cuchillo con precisión cuando preguntó con mucha sorna en ese posteo qué hace la AFA cuando permite que el plantel de la Selección Nacional provenga de las ricas ligas que tienen ese esquema de administración del fútbol. “¿Acaso será que los resultados son importantes y las SADs tienen a los mejores?”, machacó.
Sin embargo, el Presidente se equivoca cuando dice que el sistema actual es “socialismo pobrista”, sin advertir que ésa es otra de las fachadas que han adoptado los dirigentes locales que son poderosos porque se han hecho dueños compulsivos de las franquicias de los clubes amparados en las elecciones que supieron ganar, a veces con participaciones mínimas de socios, para disimular su afán de enriquecimiento, muchos de ellos proveniente de las marcas auspiciantes.
En Europa o en los Estados Unidos, el esponsoreo de la mayor parte de los clubes más poderosos ahora proviene de las apuestas deportivas, lo que pone inclusive entre paréntesis la claridad de los resultados. La empresa de apuestas que le da nombre al actual torneo de la AFA es la misma que apadrina comercialmente la Eurocopa, por ejemplo. Este punto no es menor, ya que el dinero que se mueve por esos canales es demasiado tentador y es quizás lo que atornilla a muchos dirigentes.
Entre paréntesis, vale comentar un panorama desgraciado: la constante y abierta promoción del juego está haciendo estragos entre los jóvenes y en la Argentina es preocupación creciente de los colegios, los gobiernos y la Iglesia. Los equipos de la Pastoral Social de diferentes provincias han hablado de la “naturalización” del sistema y reclamaron restringir el acceso a Internet y reducir la publicidad. Se sabe que la CABA filtra las conexiones de los sitios de apuestas en los colegios, aunque hay tantos y los chicos saben dónde buscarlos que suena casi imposible. Se conocen casos extremos de adolescentes que han vendido objetos de su casa para seguir jugando y otros que han agotado las tarjetas de sus padres. La ludopatía es una enfermedad, propiciada por la promoción del juego que hacen inclusive famosos del deporte o respetables periodistas.
Hay encuestas que dicen que la mayor parte de quienes se oponen a las SAD han votado por el kirchnerismo en las últimas elecciones y esto no debería extrañar desde su postura estatista, ya que es verdad que se trata del aterrizaje del sector privado en el tramo más rentable de la vida de una Sociedad Civil sin fines de Lucro. Y en contrario a lo que piensa el presidente Milei, hay que advertir que muchos de los actuales dirigentes no parecen para nada socialistas en su manera de acumular, mientras resisten amparados en la ingenuidad y en la buena fe de muchos socios entrampados, además, por el factor emocional.