La violencia contra la mujer es uno de los problemas más persistentes y devastadores que enfrenta la sociedad global. Muchos nos preguntamos, ¿es posible erradicar la violencia de género? Para abordar esta cuestión, es necesario analizar las cifras y proyecciones de organizaciones internacionales como la ONU, así como examinar los desafíos estructurales y culturales que perpetúan la desigualdad de género.
Un informe de ONU Mujeres y el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas (DESA) ofrece una visión sombría del progreso hacia la igualdad de género. Según el análisis, se necesitarán hasta 286 años para cerrar las brechas en materia de protección legal y eliminar las leyes discriminatorias. Además, alcanzar una representación equitativa en los puestos de poder y liderazgo en el lugar de trabajo podría llevar 140 años. Estos datos sugieren que, si continúa el ritmo actual de progreso, la igualdad de género podría no alcanzarse hasta dentro de casi 300 años.
El cambio climático y los conflictos bélicos han exacerbado aún más las disparidades de género. Estos factores han llevado a retrocesos significativos en áreas como ingresos, seguridad, educación y salud para mujeres y niñas, agravando la situación de desigualdad. Por ejemplo, la guerra en zonas de conflicto, el 38% de los hogares dirigidos por mujeres enfrentan inseguridad alimentaria moderada o grave, comparado con el 20% de los hogares encabezados por hombres.
A pesar de los esfuerzos globales, la meta número 5 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que busca alcanzar la igualdad de género y empoderar a todas las mujeres y niñas para 2030, parece inalcanzable bajo las condiciones actuales.
La erradicación de la violencia contra la mujer requiere un enfoque multifacético y sostenido en el tiempo. No se trata solo de cambiar leyes, sino de transformar profundamente las estructuras y culturas que perpetúan la desigualdad. La violencia sexual contra las mujeres es un problema prevalente a nivel global, con datos alarmantes que subrayan su gravedad. Un estudio realizado por la Organización Mundial de la Salud en 2.021 reveló que una de cada tres mujeres en todo el mundo ha sufrido violencia física o sexual por parte de su pareja íntima o violencia sexual por parte de un no conviviente en algún momento de su vida. En América Latina, una encuesta de 2.018 de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) indicó que el 32% de las mujeres ha experimentado violencia sexual en algún momento de su vida. Estos datos reflejan una crisis persistente que afecta a millones de mujeres y niñas.
En términos específicos, la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (Endireh) en México mostró en 2.021 que el 41.3% de las mujeres mayores de 15 años ha sido víctima de algún tipo de violencia sexual. En Europa, la Agencia de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea (FRA) reportó en 2.014 que el 5% de las mujeres han sido violadas desde los 15 años, lo que representaría aproximadamente 9 millones de mujeres en la Unión Europea. La falta de denuncias es un problema significativo; en los Estados Unidos, el Departamento de Justicia informó en 2.020 que el 77% de las violaciones y agresiones sexuales no se denuncian a la policía. En Argentina, según datos del Ministerio de Seguridad, en 2022 se registraron 6.964 denuncias de delitos contra la integridad sexual, lo que equivale a aproximadamente 19 denuncias diarias. La Oficina de Violencia Doméstica de la Corte Suprema de Justicia de la Nación informó que el 77% de las víctimas de violencia sexual que realizaron denuncias entre 2018 y 2020 fueron mujeres. En el mismo periodo, el Registro Nacional de Violencia de Género reveló que el 80% de las víctimas de violación eran menores de 18 años al momento de la agresión. Sin embargo, estas cifras solo representan una parte del problema, ya que muchos casos no son denunciados debido al miedo, la vergüenza o la desconfianza en el sistema judicial.
Casos como el Steven van de Velde, jugador de vóley playa, quien fue condenado por abuso sexual a una nena de 12 años, y ahora participará en los Juegos Olímpicos de París en 2024, ilustran cómo la falta de consecuencias severas para los agresores puede contribuir negativamente a la lucha contra la violencia de género. Estos incidentes envían un mensaje peligroso a la sociedad de que los actos de violencia sexual pueden ser minimizados.
La lucha contra la violencia de género es un desafío continuo. Solo a través de un enfoque integral y coordinado será posible crear un entorno en el que todas las personas puedan vivir libres de violencia y discriminación.