Roque Sáenz Peña cambió la historia argentina cuando impulsó la ley del voto universal, secreto y obligatorio, que lleva su nombre. Fue un político disruptivo en muchos aspectos, una suerte de conservador popular, afecto a romper los protocolos y con la suficiente amplitud de miras como para entender lo que el país necesitaba en el momento justo. Y fue también el primer Presidente de la Nación que visitó Tucumán el 9 de julio. Lo hizo dos veces, en 1912 y en 1913. Al año siguiente, ya muy enfermo, envió sus excusas al pueblo tucumano. Murió poco después, el 9 de agosto de 1914.
No obstante, esa movida de corte federal de Sáenz Peña no encontró eco en sus inmediatos sucesores. Antes, Nicolás Avellaneda y Julio Argentino Roca -ambos tucumanos- habían venido a la provincia en ejercicio de la Presidencia, pero no el 9 de julio. Sáenz Peña entendió que el aniversario de la Jura de la Independencia demandaba que la máxima autoridad nacional encabezara el festejo. Pasaría mucho tiempo para que su ejemplo fuera imitado. Mientras tanto, la euforia de la celebración patria fue cosa de la tucumanidad.
Ni Hipólito Yrigoyen -el primer líder de masas del siglo XX- ni Marcelo T. de Alvear se trasladaron a Tucumán el 9 de julio. Tampoco los Presidentes de la “década infame” (el dictador José Félix Uriburu; Agustín P. Justo, Roberto Ortiz y Ramón Castillo), ni los dictadores del golpe del 43 (Pedro Pablo Ramírez y Edelmiro Farrel).
El salto se dio de Sáenz Peña a Juan Domingo Perón, cuya visita de 1947 no resultó una más. Ese 9 de julio, acompañado por su par chileno Gabriel González Videla, Perón declaró la “independencia económica” y firmó un acta en el Salón de la Jura de la Casa Histórica. Hubo agasajos, un gran desfile y una fiesta popular.
También fue imponente el desfile que encabezó el dictador Juan Carlos Onganía en la avenida Mate de Luna el 9 de julio de 1966. Un acto cargado de cinismo, porque pocos días más tarde el Poder Ejecutivo ordenaría el cierre de los ingenios y la provincia iniciaría una debacle socioeconómica cuyos efectos siguen vigentes.
Hubo numerosos gobiernos de facto tras el derrocamiento de Perón en 1955, pero Onganía fue el único dictador que eligió Tucumán para celebrar la fecha. Lo mismo cabe para los mandatarios constitucionales, desde Arturo Frondizi a Raúl Alfonsín. El que recuperó aquella bandera de Sáenz Peña fue Carlos Menem y -fiel a su estilo- lo hizo a lo grande. En 1991 reunió en la provincia a sus colegas Luis Lacalle (Uruguay), Jaime Paz Zamora (Bolivia) y Andrés Rodríguez (Paraguay) y declaró que cada 9 de julio Tucumán se convierte en capital de la Nación.
Historia reciente
Menem regresó en otras ocasiones y la posta la tomó Fernando de la Rúa, quien no faltó a los fastos en 2000 y en 2001. Néstor Kirchner y Cristina Fernández también le hicieron justicia al 9 de julio, una historia reciente que se recuerda por el carácter político que les confirieron a sus visitas, incluyendo actos multitudinarios. Mauricio Macri también llegó a Tucumán en la fecha indicada y el último que lo hizo fue Alberto Fernández, en 2022. El año pasado, con las elección encima y una gestión en crisis, el Presidente se quedó en Buenos Aires.