Otra actuación desangelada, en una noche de frío glaciar. En Caballito, a San Martín de Tucumán se le congelaron las ideas y no supo cómo ponerle calor a su juego. Lo peor de todo, sellada la derrota 3-1 en su visita a Ferro, es que el equipo de Diego Flores dejó pasar otra oportunidad de oro para catapultarse a la cima de su zona. Y que volvió a no estar a la altura.
Un par de horas antes de pisar el raleado césped del estadio “Ricardo Etcheverri”, el “Santo” se enteró de que su homónimo sanjuanino había caído contra Gimnasia de Jujuy.
Mejor noticia como aperitivo, imposible. Ganar implicaba quedar como único puntero, empezar a construir una eventual escapada de segunda rueda orientada a adueñarse de la zona para jugar la final por el primer ascenso cuando la ola polar sólo sea un recuerdo no deseado.
Pero la realidad es que la actuación de San Martín ante el conjunto de Jorge Cordon estuvo muy lejos de ratificar sus pretensiones. Fue superado prácticamente de principio a fin por un Ferro que ya había sido su verdugo en La Ciudadela y que lo dejó envuelto en una infinidad de dudas.
Es que el “santo”_salió mal parado en el doble desafío que suponía tener enfrente a un equipo con gran potencial goleador (el más efectivo de la divisional) y muy frágil en la faz defensiva.
Como corolario, al cierre de la jornada dominical, el “verdolaga” le terminó metiendo tres a la defensa más segura del torneo y el “santo” estuvo lejos de gritar más ante una de las retaguardias con más goles encajados en el torneo.
Un único cambio que dispuso el DT respecto a la última victoria fue obligado por el “culebrón” que tiene a Nahuel Banegas como “villano”. Así, Diego Mastrángelo ingresó en lugar del lateral izquierdo que supuestamente emigrará a Tigre. ¿Extrañó San Martín a Banegas? Quizá un poco, porque perdió desnivel en ataque.
Pero el problema de San Martín estuvo lejos de ceñirse a la pérdida de uno de sus mejores valores. Grave déficit en la generación y muy bajos niveles individuales, sobre todo en el primer tiempo cuando sólo generó una llegada a través de un remate de Juan Cuevas. Muy poco para un equipo empinado en la tabla y en sus ambiciones.
En contraposición, Ferro fue más agresivo, con un juego más directo. Así logró poner en aprietos a su rival más de una vez ya durante el primer tiempo. Su goleador Mateo Levato contó con un par de chaces clarísimas, su compañero de ataque Nicolás Retamar también tuvo la suya.
En el complemento, las falencias de San Martín se profundizaron. Y apareció una debilidad de mandíbula poco característica del equipo. En apenas un cuarto de hora Ferro sacó dos de ventaja, con los goles de Nicolás Gómez y Federico Murillo, ante una defensa increíblemente estática.
Es verdad que Flores mostró reflejos, sobre todo cuando metió tres cambios simultáneos, sumados a uno anterior. En este caso, las salidas de Gonzalo Rodríguez, Matías “Caco” García y Pablo Hernández mejoraron la energía futbolística del equipo.
El descuento en forma de golazo de cabeza de Nicolás Moreno levantó las acciones de un eventual. La tonta expulsión de Gonzalo Klusener por su airado reclamo de una supuesta mano penal, sepultó sus posibilidades. Y el tercero del anfitrión, que llegó por Franco Cáceres en tiempo añadido luego de una jugada tan insólita como infantil e irresponsable de Juan Orellana, se veía venir.
En definitiva, San Martín se acordó tarde en Caballito de juntar pases, de atacar, de ir al frente y de demostrar que es un equipo que tiene la idea de ser protagonista.
Ferro, que salió a la cancha fuera de zona de reducido, volvió a meterse y se entusiasma. El San Martín escolta se vuelve a Tucumán con la frente marchita y un surco mucho más profundo de preocupación.