La caída de la disponibilidad de nutrientes explicaría parte de la brecha productiva

La caída de la disponibilidad de nutrientes explicaría parte de la brecha productiva

Fetilizar y el INTA presentaron los resultados del estudio de fertilidad de los suelos. Sugieren intensificar las secuencias de rotaciones de cultivos.

SITUACIÓN. Las brechas entre los rendimientos potenciales y reales para los cultivos de soja y de maíz en las regiones NOA y NEA se acercan a un 50%. SITUACIÓN. Las brechas entre los rendimientos potenciales y reales para los cultivos de soja y de maíz en las regiones NOA y NEA se acercan a un 50%.
06 Julio 2024

La Asociación civil Fertilizar, y el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) presentaron los resultados del estudio sobre la fertilidad de los suelos y disponibilidad de nutrientes, en el que se relevó el impacto del uso agrícola en la fertilidad de los suelos en estas zonas. Los resultados indican que la disminución de la disponibilidad de algunos nutrientes explicaría parte de la brecha productiva actual, que en soja y maíz es cercana a un 50%.

En el marco del 30° aniversario de Fertilizar, la asociación presentó las principales conclusiones del Mapa de Nutrientes del NOA y NEA, un relevamiento pionero en estas regiones del país sobre la salud de los suelos y sobre la disponibilidad de nutrientes en zonas de creciente actividad agrícola, realizado en conjunto con el INTA, y con el apoyo financiero de la empresa AngloAmerican.

La jornada fue presentada por el vicepresidente de Fertilizar, Jorge Bassi, quien destacó que el Mapa es la concreción de un proyecto ansiado. “Es el estudio que proporciona datos cruciales para el diseño de estrategias de manejo sostenible de suelos en regiones de alta fragilidad ambiental y constituye una herramienta fundamental para la toma de decisiones en materia de políticas agropecuarias vinculadas al uso de los fertilizantes y la conservación de los suelos”, puntualizó.

El presidente de la entidad, Roberto Rotondaro, enfatizó en la importancia de contar con mapas de nutrientes para lograr diagnósticos más precisos y poder implementar estrategias de fertilización de acuerdo a las necesidades puntuales de cada ambiente.

Rotondaro destacó que las regiones del NEA y NOA representan más de 6 millones de hectáreas. “Es importante conocer cómo fue el impacto del uso productivo en estos agroecosistemas más frágiles, en los cuales cualquier acción puede provocar un deterioro en un tiempo más corto”, señaló.

La vicepresidente del INTA, María Beatriz Giraudo, reconoció la relevancia del trabajo público-privado en este tipo de estudios que hacen a una producción más eficiente, y aseguró que la información que dan los Mapas sirve para el rediseño de los sistemas productivos, en los cuales producción y cuidado ambiental deben ir juntos.

El trabajo fue presentado y comentado por el responsable de la investigación, Hernán Sainz Rozas, de la Unidad Integrada Balcarce del INTA, quien resumió que en los suelos de las diferentes regiones del norte encontraron reducciones en la disponibilidad de nutrientes que podrían explicar parte de las brechas de rendimientos actuales, las cuales son cercanas a un 50% en cultivos de soja y de maíz.

El especialista describió que para concretar el mapa se cuadricularon y se obtuvieron muestras georeferenciadas de 349 sitios, en los cuales se midieron distintas propiedades del suelo.

“(A pesar de las diferencias con los suelos pampeanos), al comparar la condición prístina de la cultivada en estas regiones con poca historia agrícola, los impactos fueron, en proporción, similares a las que se encontraron en la región pampeana”, destacó.

Las principales conclusiones del estudio fueron las siguientes:

• Degradación de los suelos: la pérdida de fertilidad y de materia orgánica los han dejado más vulnerables a los impactos ambientales y climáticos.

• Disminución en la disponibilidad de nutrientes como el fósforo -principalmente-, pero también el potasio en el noreste de Santa Fe y norte de Entre Ríos, que experimentaron notables reducciones, lo que podría afectar la capacidad productiva de los suelos.

• En contenido absoluto, se determinó una importante reducción de la materia orgánica (promedio) para toda la región NOA y NEA, lo que produce una mayor susceptibilidad a la erosión y menor abastecimiento de nitrógeno y azufre por mineralización.

• Además, se advirtieron zonas con potencial deficiencia de calcio y magnesio, mayormente en el centro-norte de Santa Fe, región con larga trayectoria de producción tambera.

• Marcada disminución de los micronutrientes, con especial relevancia en zinc (Zn) y boro. Respecto del Zn, las zonas con potencial problema de deficiencia fueron el este de Tucumán, la región central de Santiago del Estero, el noreste de Córdoba, el norte de Santa Fe y el norte de Entre Ríos. “Es alta la probabilidad que la deficiencia de este nutriente esté incidiendo sobre la brecha de rendimiento de los cultivos”, comentó Sainz Rozas. Las zonas con potencial problema de deficiencia de boro fueron parte del este de Tucumán, el centro-este de Santiago del Estero, el noreste de Córdoba, el norte de Santa Fe y el norte de Entre Ríos. Por último, en cuanto al hierro, se detectaron bajos niveles en la región central de Santiago del Estero.

• ariaciones en el pH: a diferencia de la región pampeana, donde el pH tiende a disminuir con el uso agrícola, en algunas áreas del NOA y NEA se ha registrado un aumento del pH debido al uso agrícola. Se encontraron zonas con pH mayores a 7.5 (problemas de deficiencias de micronutrientes catiónicos) y otras con pH menor a 6 (problemas de acidez y disponibilidad de calcio). “Esto presenta desafíos adicionales para la gestión de nutrientes”, comentaron desde Fertilizar AC.

Consejos

A la hora de las recomendaciones para iniciar una recuperación de la fertilidad, Sainz Rozas propuso: intensificar las secuencias de rotaciones de cultivos, incluyendo más cultivos de servicios, rotaciones con pasturas o abonos orgánicos con el propósito de aumentar el ingreso de carbono al suelo; seguir monitoreando el pH de los suelos por ser un factor clave en la disponibilidad de nutrientes; aumentar las dosis de fósforo en lotes que lo ameriten y controlar también los niveles de cationes básicos como calcio, magnesio y potasio; y empezar a incluir en el análisis de suelo de rutina nutrientes como el zinc y boro y, en algunas zonas también hierro.

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