“Mientras la apuesta no se vuelva una obsesión no creemos que sea un problema”. “Para nosotros es sólo una forma más de entretenernos”. Quienes hablan son Martín y Tomás. Ambos tienen 17 años y fueron consultados por LA GACETA por los apuestas virtuales y los crecientes casos de ludopatía infanto-juvenil.
“Ahora entramos en juegos para adivinar los resultados de la Copa América, incluso en grupos de WhatsApp. No nos gusta mucho lo de los casinos on line, pero sí sabemos que están ahí”, sentenciaron.
¿En la escuela se habla del asunto? Sí y es una consecuencia de la magnitud del problema. Los chicos comentaron que es algo que se tocó con advertencias de parte de docentes.
Es que este trastorno psicológico caracterizado por la compulsión a apostar empieza a afectar significativamente la vida personal, familiar, académica y económica desde edades cada vez más tempranas, por lo que el sistema educativo ha empezado a mover sus mecanismos para intentar frenar los daños.
Educar
Para abordar el tema, LA GACETA habló con Marcela Juárez Sánchez, Cecilia Scarpa, Silvina Diez del Valle y María de los Ángeles Díaz, Patricia del Huerto Jerez y Liliana Páez, coordinadoras del Gabinete Pedagógico Interdisciplinario (GPI) del Ministerio de Educación. Este organismo interviene de lleno en esta situación y en otras también difíciles.
“Formamos equipos de apoyo y acompañamiento a nuestros sectores educativos, no tan sólo en la pedagogía sino también en situaciones escolares complejas”, aseveraron.
“Por ejemplo, vulneraciones de derechos, ideación suicida, la presunción de maltrato, dificultades en el tema de la convivencia, y consumo problemático que es donde se encuentra la ludopatía”, indicaron.
“Esto quiere decir que no es algo nuevo pero en la actualidad tenemos la novedad del avance de la tecnología, que a veces y sin querer, parece llevarnos puestos a los adultos”, reflexionaron.
Trabajo colectivo
El equipo sostiene que en el abordaje de la ludopatía y de otras situaciones sensibles, el trabajo debe ser mancomunado con otros sectores del Estado.
“En la gestión de la actual ministra, Susana Montaldo, apostamos a la pedagogía del cuidado - afirmaron-; así, para tratar estos temas articulamos acciones con equipos de orientación escolar en los que intervienen los ministerios de Salud y de Desarrollo Social”.
Las coordinadoras del GPI adelantaron que se encuentran en proceso de producción de una guía de orientación para situaciones complejas.
“En cuanto a la ludopatía, aparece un concepto que es fundamental, que es el tema de la prohibición, y nosotros desde Educación sabemos que el camino no es ese, sino el de la educación”, remarcaron. “En este mundo de tecnología e inteligencia artificial no se puede privar a los alumnos de un recurso como el celular porque es parte de nuestra vida cotidiana. Hay que educar y mostrarles los riesgos, y para eso la escuela debe abrir espacios de diálogo de manera permanente”, cerraron.
Señales de alarma
La psicóloga infanto juvenil del Centro de Orientación Escolar del Colegio del Sol, Natalia Gronda, sigue la problemática de cerca por lo que habló de las señales de alarma que los padres deben tener en cuenta para saber si su hijo está en peligro con estas prácticas. “Las más evidentes se relacionan con el dinero: piden más que lo habitual y dan explicaciones extrañas acerca de su uso. Luego en la casa, o en la misma escuela, se observa que por jugar se abstraen de las actividades que todos están realizando y pierden la noción del contexto”, puntualizó.
“Además, cuando aparece el endeudamiento se preocupan por traer problemas a sus familias, pueden tener sentimientos de vergüenza, desánimo y baja autoestima; disminución del rendimiento escolar y trastornos del sueño”, advirtió la psicóloga.
Estrategias
“No todos los chicos que apuestan van a desarrollar una adicción al juego, pero estamos viendo, como consecuencia de este uso problemático o compulsivo de la tecnología en general, ya sea para las apuestas, el juego o las mismas redes sociales, un importante deterioro de la calidad de vida, del sueño, y como consecuencia, de la capacidad de aprendizaje”, advirtió Gronda.
Ante ello, para la profesional la escuela tiene un rol esencial. “El espacio escolar permite programar experiencias e intercambios que son intrínsecamente preventivos: actividades culturales, artísticas, deportivas, recreativas”.
“Proponer momentos y espacios de desconexión de las tecnologías, pero también incorporarlas al proceso de enseñanza-aprendizaje. Eso desafía a nuestros estudiantes, los motiva, les da oportunidad de compartir con otros, de autorregularse y ensayar su autonomía en un entorno cuidado y con adultos que se ofrecen como referentes, de desarrollar valores y empatía, de considerar críticamente el contexto actual”, señaló.
Co-responsabilidad
Debido al contexto, uno de los desafíos de educadores y psicólogos es integrar a las familias en el proceso de prevención y tratamiento de la ludopatía.
“En muchos casos se observa un desdibujamiento del rol adulto. Las mamás o papás no se involucran en lo que los chicos hacen con los celulares”, observó Gronda. “En este sentido trabajamos con las familias como autorización, no en el sentido de control parental, sino de acompañamiento de un adulto con la experiencia y las capacidades que no tiene el adolescente, para juntos constituirnos en una red, en un sistema de apoyo”, manifestó.
“Las apuestas, los juegos, no son fenómenos novedosos. El desafío con el que nos encontramos en este momento es la conjunción entre la tecnología, los algoritmos, la sectorización cada vez más precisa de la publicidad, el mercado, los teléfonos inteligentes, el acceso a billeteras virtuales. Es lo que algunos expertos llaman ‘la tormenta perfecta’: la inmediatez o enorme facilidad de acceso y oportunidad, el consumo social, y la sensación de que no es riesgoso”, analizó.
“Por eso considero que estos desafíos no se pueden superar individualmente. Solamente como comunidad vamos a poder afrontar el problema. Se requiere de conciencia colectiva, visibilización y leyes”, reflexionó.