Matías Teruel: "La incomodidad en esto de la escritura es un buen síntoma"

Matías Teruel: "La incomodidad en esto de la escritura es un buen síntoma"

Entrevista con el escritor jujeño, quien acaba de publicar el libro de cuentos Auroras Boreales, que le mereció el primer premio en el certamen literario 2024 de esa provincia.

Matías Teruel, escritor jujeño. Matías Teruel, escritor jujeño. FOTO GENTILEZA Pablo Sarapura Rosso)
01 Julio 2024

Por Daniel Medina

Quienes leen para confortarse o para sentirse tranquilos deberían mantenerse alejados de Auroras Boreales, el nuevo libro de cuentos de Matías Teruel. Ninguna de esas historias, que le valieron a Teruel quedarse con el certamen literario 2024 de Jujuy, brinda al lector esa soporífera paz. Todo lo contrario: desde la primera línea de los relatos, el lector se ve arrastrado a historias donde la "realidad" parece desencajada. Lo siniestro late, se deja intuir, aunque no siempre se deje ver. Los personajes no tienen el control sobre sus vidas y hasta desconfían de sus percepciones. Por eso, la realidad está contaminada por algo más, como una pesadilla de la que los personajes, ni los lectores, pueden escapar.

Ahora, la entrevista con el autor.

1 ¿Cómo se gestó este libro?

Este libro es producto de muchas crisis y algo de suerte. Crisis personales, vocacionales y económicas. Después de sacar mis primeros dos libros, ya hace banda de tiempo, formamos Intravenosa (la revista en un primer momento y después la editorial),  y eso nos cambió la forma de laburar. En ese proyecto subyugamos lo individual a lo colectivo. Además, fueron años de mucho trabajo y muy intensos. Con Intravenosa estábamos siempre al palo, escribiendo para la revista, pensando estrategias, buscando autores, editando, diseñando; entonces había poco tiempo para sentarse a escribir en soledad... todo era muy compartido. Se apostaba fuerte por eso. Y cuando se terminó, muchos de los Intras quedamos medio en pelotas, a la deriva, sin saber bien cómo seguir. Durante un par de años traté en enfocarme en terminar una novela que estaba escribiendo, pero me di cuenta de que no iba para ningún lado, así que la dejé y seguí con mis laburos de diseño y edición.

Tiempo después, unos meses antes de la pandemia, comencé a laburar con el vidrio, a hacer vitraux.... Fue una buena forma de pasar el encierro, hasta que el dólar se fue a la mierda y ahí ya se hizo muy difícil sostener el trabajo. Para mí fue como cuando se terminó Intravenosa, sentía que volvía a quedar en pelotas y sin nada qué hacer... Entonces, como soy medio culillo y culo inquieto, digo: “bueno, insistamos con la escritura”. Decidí comenzar de cero, todos los escritos viejos e inconclusos que tenía los descarté... fue algo que me impuse. Fui boceteando cosas nuevas. No pensaba ni en concursos ni en publicar, lo tomaba más bien como un desafío personal. Y creo que el click lo hago cuando me voy dando cuenta de que muchas de las cosas del vitraux me servían para escribir. De ese laburo artesanal y tan metódico aprendí bastantes cosas que después terminé aplicando al momento de sentarme a escribir. También fue una pegada el juntar coraje y decidir dar a leer las primeras versiones de algunos cuentos. Tuve la suerte de elegir, además de buenos lectores, gente honesta que no dudó al momento de marcarme errores o sugerirme cambios. Y cuando me entero del concurso, lo charlo con mi compañera y con algunos amigos, y decido presentarme. Me tenía cero fe, lo hice más como para ver qué onda, que pensando en tener alguna chance... Y al final me dieron el premio. Pero incluso en eso tengo suerte... porque viste que en este tipo de concursos te puede tocar cualquiera de jurado y a mí me tocó un jurado copado, de gente joven y grosa.

2. ¿Cuánto tiempo te llevó escribirlo?

Más o menos un año. En distintas instancias, porque al principio en esos primeros momentos de reencontrarme con la escritura, fue todo bastante experimental e intenso. En poco más de tres meses tenía unos seis cuentos escritos. Por supuesto, en sus primeras versiones, eran más bien maquetas. Y no sé si fue astucia o suerte, pero cuando decidí darlos a leer en ese feedback, en ese intercambio, quedó claro que la intención era buena, pero que obviamente faltaba mucho laburo. Entonces, al mismo tiempo que los laburaba, seguía escribiendo cosas nuevas. Y de ahí el trabajo se me hizo medio dual, por un lado, reescribía y corregía, y por el otro boceteaba. Y más o menos cerca de fin de año, cuando me entero del concurso, debí de haber tenido unos 10 cuentos “terminados”, y venía peleando con otros dos que me faltaban concluir. La cuestión es que cuando decido presentarme me quedaba un mes y pico para la fecha límite, no era tanto tiempo y tenía bastante laburo por delante. Entonces me encerré dispuesto a terminar estos dos cuentos que te decía, porque quería incluirlos. Decidí que, si los cuentos salían me presentaba, y si por A o por B no llegaba a terminarlos “chau concurso”. Al final salieron, y entre todos hice una selección de los que creía tenían más unidad y me dediqué a corregirlos y pulirlos. Y así quedaron los 5 cuentos que componen Auroras Boreales.


"Podemos categorizar la obra como ‘realidad extraña o impropia’, es decir, lo que no debería ser, no queremos que sea y se impone; entonces, lo que podría ser el fantástico es lo ‘real brutal’", escribió el profesor Fernando Choque sobre estos cuentos.


3. Pasaron 21 años desde la publicación de tu primer libro de cuentos. Qué diferencia hay entre el Teruel que publicó Siluetas repetidas en 2003 y el de Auroras boreales. ¿Qué cambió en tu escritura? ¿Hay más oficio o cada cuento es una nueva batalla donde lo aprendido sirve de poco?

La primera respuesta, que no por obvia deja de ser cierta, está en la misma pregunta: hay más de 20 años de diferencia entre ellos. Y bueno 20 años es una banda de tiempo, pasaron un millón de cosas. Con Siluetas me pasó que al tiempo de publicarlo me arrepentí. Incluso llegué a negarlo. Hay buenas ideas en ese libro, pero sin dudas le faltó laburo y, de alguna manera, es un libro apurado. Al momento de decidir publicarlo, hubo amigos escritores que me sugirieron que esperara, que lo siguiera laburando y, por supuesto, no les di bola. ¡Qué sé yo!, tenía 20 años y como la mayoría a esa edad cree que la tiene reclara... después obvio que en algún momento te vas a dar en penca. Y eso me pasó. Ahora, ya me amigué un poco con Siluetas, y cuando comencé a pensar la posibilidad de que Auroras se convirtiera en libro, dudé bastante. Encarar este libro fue un proceso distinto. Sí creo que mi escritura cambió un poco. No me gusta decir que es más madura, prefiero decir que es más honesta. Siento que laburé mucho estos cuentos, y además aprendí a correrme, a tomar distancia de lo que escribo al momento de hacerlo. Quizás sea por la crisis de los 40 que nuestras pretensiones de originalidad se van extinguiendo. Estos cuentos son un poco más oficiosos y menos impulsivos; uno va incorporando formas de laburo... la disciplina y lo metódico, sobre todo. En esto creo que el vitraux me ayudó bastante... pero bueno, después, al momento de sentarse a escribir, se te queman los papeles. Es toda una lucha, un desafío... tenés la idea clara, la historia armada en el bocho y cuando te sentás a escribir: ¡PUM! Aparece algo que te frena. Y ahí, creo que está el cambio más notorio de mi forma de escribir. Antes, si el cuento no salía de una, se descartaba... ahora aprendí a ser más paciente y realista conmigo mismo y mis pretensiones... si querés que sea algo, por lo menos, aceptable, no hay otra que seguir laburándolo, hay que darle el tiempo, el desarrollo y las vueltas que sean necesarias. Y eso está bueno... Muchos de los cuentos de Auroras no terminaron como los había pensado, sino que a medida que los laburaba permití que me fueran sorprendiendo.

Matías Teruel: La incomodidad en esto de la escritura es un buen síntoma

4. ¿Qué consejo le darías a un joven que sueña con ser escritor/a?

Primero, y no pretendo ser nada original con esto, que lea. Que lea de todo. Hay muchísimos libros, muchos muy buenos y muchos muy malos, pero hay que leer de todo. Entonces, que lea y que diseccione eso que lee y se haga quiticientas preguntas: ¿Por qué me gusta esto? ¿Por qué esto no? Si algún párrafo, imagen, historia, autor, etc. te rompe la cabeza: ¡estudialos! Si te parece una bosta, hacé lo mismo. Y no lo digo para que trate de emular tal estilo o tal forma; al contrario, creo que cuanto más amplio sea nuestro abanico, más vamos a poder ir definiendo nuestro estilo. Y, segundo, y esto que te digo te lo digo por experiencia propia: que no se apure. Hoy es todo como inmediato, entonces veo que por ahí muchos pibes que arrancan (como lo hicimos todos) tienen cierta premura en “salir”, en ser leídos. Ahora con las redes sociales es como más fácil, pero no sé si es lo mejor. Yo creo que ni los elogios ni las críticas que te puedan hacer en redes son para tomar en serio. Sí le diría que se busque algunos lectores de confianza (y que no todos sean del palo de las letras) y les dé sus textos. Pero que después no se centre en los elogios ni en los aciertos; de lo que más se puede sacar provecho y aprendizaje es de las críticas. Si te dicen que eso que escribiste es una cagada, lo más fácil es ofenderse o bajarle el precio al lector, y creo que al hacer eso uno como escritor está desaprovechando una gran herramienta. Si no indagás ahí, le estás errando. Después, disciplina, mucha. Y acá llegamos a un punto innegociable. Escritores genios y virtuosos hay, pero son contados. El resto se hizo producto de horas y horas de trabajo. Si no le ponés disciplina, todo va a ser más difícil. Hay una frase de Noble que me gusta y suelo aplicar: “Desde arriba solo se empiezan pozos” … entonces sentá el culo en la silla, escribí y escribí, bloqueate, trabate, renegá, releete un día y pensá que sos el mejor, pero releete al otro día también y vas a ver que ya no te parece tan genial eso que escribiste. Creo que la incomodidad en esto de la escritura es un buen síntoma y una señal de alerta para con uno mismo: si vas escribiendo y escribiendo, y nada te incomoda, con seguridad, en algo la estás pifiando. La honestidad, la autodesconfianza y la duda también son fundamentales. Para resumir, si querés escribir tenés que estar dispuesto a pasarla un poco mal; pero eso, a la larga, siempre es una buena señal.

5. Cinco libros de cuentos que recomiendes.  

Hay muchos. Y hay autores fundamentales. Hay que leer a Munro, a Fogwill, a Quiroga, a Levrero, a Castillo, a Lorrie Moore, a Cheever, a Henry James, a Felisberto Hernández, a Schweblin, a Lamberti, a Forn, a Saccomanno… y a tantos otros. Pero para no huirle a la pregunta, dejo mi elección de algunos de los últimos que leí que me gustaron mucho:

a- Relatos de Deborah Eisenberg.

b- Calles y otros relatos de Stephen Dixon.

c- Los divagantes de Guadalupe Nettel.

d- Antártida de Claire Keegan.

e- Y, el infaltable, Raymond Carver, con el compendio de todos sus cuentos que publicó Anagrama.

6. Te animás a hacer un decálogo para cuentistas?  

Tarea difícil. No sé si será aplicable para todos, creo que cada uno, a medida que avanza en su laburo, forma su propio decálogo, así que dejo algunos autoconsejos que suelo darme. Y, con seguridad, no son 100% propios, muchos deben estar “inspirados” en decálogos de otros:

1- Escribí y corregí. Lo primero es más sencillo y disfrutable que lo segundo. Pero lo segundo es lo que marcará la diferencia.

2- Desconfía de las musas y de la “Inspiración”. Sobre todo de la inspiración.

3- No escribas sobre vos. Por más que creas que tu vida es por demás interesante o “superloca”, a nadie, pero a NADIE le interesa ni le va a interesar. Si pensás camuflar en un cuento tu autobiografía, invertí mejor el tiempo y buscá un buen psicoanalista.

4- No te apures. Ni para terminar y mucho menos para publicar. Dale tiempo y trabajo a cada cuento. Si tienen que reposar, que reposen.

5- No te pongas metas ni deadlines, ponete horarios. De nada te va a servir jurarte y perjurarte que querés escribir un libro, o que en dos meses ya lo vas a tener listo, si no sos disciplinado.

6- Respetá y cumplí los horarios de laburo que te propusiste.

7a- Buscá lectores de confianza. Gente que te lea con honestidad y que, en la devolución, no le escape a la sinceridad. ¡Cuantas más cosas flojas encuentren en tus textos, mejor!

7b- Dale bola a las cosas que te dijeron.

8- Tratá bien a tu lector. No lo subestimes. No es un recién nacido al que le enchufás la teta para que mame, ni un adulto ya curtido por la vida. Pensalo como un niño en su primera infancia: si le vas a dar de comer, no se la hagas tan fácil ni tan difícil. Dale la posibilidad de que descubra las texturas, los olores, los sabores, pero dale algo que pueda masticar. No sobreexpliques, ni te pases de críptico. Ya existen los manuales y los acertijos.

9- Leelo a Carver.

10- Ahora, releelo mil veces más.


7. ¿Cómo ves hoy el campo literario de Jujuy y los del NOA?

Creo que está complicado, pero al mismo tiempo está frente a una gran posibilidad. No quiero sonar como un defensor de las crisis, porque estamos ante una crisis brutal a nivel social, hay muchísima gente que de verdad la está pasando mal. Este Gobierno hizo de la crueldad su bandera y todo el panorama hacia adelante resulta aterrador. Pero sin irme por las ramas, en cuanto a lo literario, creo que esto es una posibilidad… hay que reorganizarse, rearmar y recalcular estrategias… en ese sentido soy optimista. Sé que en Tucumán, Santiago y Salta hay proyectos copados que logran mantenerse y que se las ingenian pese a las dificultades, pero acá, en Jujuy, está más difícil. Hay mucha dispersión. Si bien hay gente escribiendo y proyectos editoriales que se sostienen, como Almadegoma o Cronopios, muchos otros desaparecieron. Después están los de siempre: las editoriales “poniendo estaba la gansa” o las estatales como las de la provincia y la de la universidad, pero lo que vienen haciendo es prácticamente inocuo, eso, si tengo que ser generoso. ¡Ojo!, no estoy criticando el concurso (de hecho, me presenté). Me parece supernecesario que exista y celebro que sea una de las pocas políticas editoriales que el Estado supo mantener; lo que pasa es que creo que falta darle una vuelta de tuerca…; ganás, te mandan a la Feria del libro a Buenos Aires y ¡No pasa nada!… la gente que tenés debajo del escenario no está por vos, ni porque le interese escuchar a un autor ignoto… ¡van a ver el show de Tomás Lipán! Haciendo un paralelismo, es como la bandita de barrio que llega a tocar en el Cosquín Rock el domingo a las 11 de la mañana. El público está en otra…. Con el concurso pasa eso, fuiste, hablaste y leíste en ¡Guau! ¡La Feria! ¿Y después? Llegás acá, tenés tus libros presos, porque a la Secretaría no le interesa pensar estrategias de distribución… y, bueno, ahí está el quid de la cuestión… ¿Qué hacemos? Porque ellos hasta ahí llegan… tienen sus prioridades. Imaginate que para anunciar cada lanzamiento del concurso se hace una conferencia de prensa, pero a la hora de anunciar los ganadores solo mandan un parte de prensa que no lo publica nadie. Y así son las reglas del juego… eso está claro, pero ¿quién dice que no podemos cambiar de nuevo las reglas? Si ya lo hicimos una vez. Porque con Intravenosa, con todo lo que implicó ese proyecto, creo que el mayor acierto que tuvo fue el de agitar un poco el campo literario de Jujuy y cambiar las políticas editoriales que había. En su momento fue todo un desafío el plantarse y decir “el autor no paga”, porque eso ya estaba institucionalizado. Si querías publicar tu libro, tenías que ir a determinados sellos y poniendo estaba la gansa. Cuando decidimos armar el sello editorial con la Intra, nadie tenía un mango, pero nos las rebuscábamos; se pensaba en estrategias para que esos libros se imprimieran y circularan. Y no fuimos los únicos (sí creo que acá, en Jujuy, los primeros), después fueron apareciendo otros colectivos, otros sellos editoriales, y todos, más allá de las diferencias que se podían tener, hicieron lo mismo. Y al existir esa posibilidad iban apareciendo autores. Pero aparecían, no porque recién decidían largarse a escribir, aparecían porque había editoriales, aparecían porque se laburaba para eso. Y darles esa posibilidad a muchos de esos autores fue una pegada. Si vos revisás lo que era el catálogo de Intravenosa vas a ver que ahora muchos de esos autores ya tienen una carrera, tienen trayectoria, incluso muchos tienen proyección regional y nacional. Pero lamentablemente se perdió, no solo desapareció Intravenosa, sino también casi todos los otros colectivos, las revistas, los festivales y las editoriales independientes. Y si me preguntás ¿por qué?, creo que no fue porque sí. Creo que ahí el diablo metió un poco la cola. En un momento, ser escritor, editor, gestor acá en Jujuy resultó un buen negocio, servía ponerlo en el curriculum. Y ahí mucha gente copada dejó lo “independiente” y se fue para laburar en espacios “oficiales”. Eso al principió funcionó… hubo espacios ganados y algunas políticas buenas, pero todo mientras hubo guita para la cultura. Ahora, el día que se cortó (o que se fue cortando porque ya hace 10 años que venimos cada vez peor) no solo desparecieron espacios y proyectos oficiales, sino también los proyectos independientes. Y cuesta reflotarlos… Muchos, cuando les propones algo, te miran como diciendo: “Ni en pedo lo hago gratis, mirá si del cargo X que llegué a ocupar ahora voy a volver a tener que remar para imprimir un libro”. Creo que juegan mucho las ambiciones en eso y la realidad tampoco ayuda. Igual, como te decía soy optimista. El otro día leí una nota que compartiste que le hacían a Martín Maigua de Nudista. Y eso me dio más esperanza: el chabón apostó a un proyecto, tiene pedazo de catálogo. Todo el tiempo arriesgan e innovan. Esa editorial, fruto de mucho laburo, logró posicionarse a nivel nacional, y él viene y te dice que para morfar sigue laburando en otra cosa. Qué sé yo, eso lo respeto mucho… hay tanto mercader en este medio, que el que todavía exista gente que lo hace por convencimiento y no para pegar un carguito en algún lado me parece de lo más loable. Es algo que hay que destacar. Y creo que por ahí viene la mano. De que hay gente que está escribiendo y produciendo en Jujuy, no tengo dudas, pero me parece que lo hacen desde un lugar de mucha soledad, no hay espacios que los nucleen o contengan… ni siquiera espacios de discusión o debate. Y salvo las editoriales de Pablo y de Eli (que tienen su línea editorial muy definida) y algún que otro concurso, si no querés pagar, no hay muchas más posibilidades de difundir tu obra o de llegar a publicarla. Pero tengo cierta fe de que poco a poco van a aparecer nuevos grupos, proyectos, gente que quiera apostar a esto más por una necesidad o vocación, que por fama, guita, o porque tenga que ser un negocio rentable.


DATOS DEL AUTOR


Matías Teruel (San Salvador de Jujuy, 1982). Publicó los libros de cuentos Siluetas Repetidas (Ed. Cuadernos del Duende 2003)y Cualquiera puede ser un Rockstar (EDIUNJu, 2005). Fue fundador y codirector de la revista cultural Intravenosa (2005-2013) y de la editorial independiente Intravenosa Ediciones (2007-2013). Actualmente se desempeña como editor y maquetador de la Editorial de la Universidad Nacional de Jujuy.

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