El 1º de julio de 1974, hace 50 años, Juan Domingo Perón falleció. Quien gobernó Argentina por dos períodos consecutivos –entre 1946 y 1955– y luego accedió a un tercer mandato, desde octubre de 1973 y hasta su muerte, fue sin dudas una de las grandes figuras de la política nacional del siglo XX y una de las más relevantes de Latinoamérica.
El movimiento político que lleva su nombre sigue siendo conocido en el mundo entero ocho décadas después de su gestación, pese a que muy pocos puedan –o se atrevan– a definirlo porque en el peronismo conviven, desde su génesis, sectores de izquierda y de derecha. De hecho, algunos historiadores, haciéndose eco de las propias palabras del general, destacan que el peronismo puede definirse como un justicialismo, un socialismo nacional, un laborismo o un movimiento nacionalista.
Con el fallecimiento de Perón, el país se quedaba huérfano de liderazgo ante una creciente espiral de violencia que preanunciaba el terrorismo de Estado. Sin embargo, a cinco décadas de su muerte, el movimiento que supo fundar continúa siendo la fuerza política mayoritaria de la República Argentina. En la actualidad, ostenta la mayor representación parlamentaria y una decena de provincias están gobernadas por dirigentes del partido o de alguna extracción interna.
El viejo caudillo había vuelto definitivamente al país, el 20 de junio de 1973, pero lo que debía ser una fiesta popular que iba a celebrarse en las inmediaciones del aeropuerto de Ezeiza se convirtió en una tragedia. Sectores de izquierda y derecha del peronismo se enfrentaron con armas de fuego, dejando un saldo impreciso de muertos y heridos. Ante esos hechos, renuncia a la presidencia Héctor Cámpora, tras apenas 50 días de gobierno, y adelanta las elecciones, en la cuales Perón se presentó secundado de su mujer, María Estela Martínez, conocida popularmente como “Isabelita”. Ganó esa contienda electoral con el 62% de los votos.
El general, por la crisis que vivía el país, quiso acordar un pacto social entre el Gobierno, empresarios y sindicalistas. El 1º de mayo de 1974 en el acto del Día del Trabajador el general Perón les dijo “imberbes y estúpidos” a los montoneros, que se retiraron en medio del discurso del líder. En el último acto antes de su muerte, Perón cerraba su discurso con palabras de reconocimiento al pueblo que le había sido leal en sus tres presidencias: “llevo en mis oídos la más maravillosa música que es la palabra del pueblo argentino”.
El 1 de julio, a las 13.15, los médicos Jorge Taiana, Pedro Cossio, Domingo Liotta, Pedro Eladio Vázquez confirmaron la trágica noticia y consignaron que la causa fue “una cardiopatía isquémica crónica con insuficiencia cardíaca”. “Ha muerto un apóstol de la paz y la no violencia”, anunció con voz entrecortada por televisión Isabel, la mujer que desde ese día gobernará el país hasta el 24 de marzo de 1976, cuando sería derrocada en el golpe de Estado y reemplazada por una junta militar.
Congoja popular
Un día después, el cuerpo de Perón fue trasladado a la Catedral Metropolitana, y por la tarde se lo trasladó hasta el Congreso, donde sus restos permanecieron hasta el 4. La congoja popular ante la pérdida del hombre que había concedido derechos sociales y ciudadanos a los trabajadores era enorme, tanto como la incertidumbre que provocaba el vacío político que dejaba con su ausencia. Hace 50 años, Perón se volvía un mito para la política y un símbolo para quienes profesan la justicia social, la soberanía política y la independencia económica.