Una jugada de pelota parada que terminó con un cabezazo ajustado de Agustín Dattola, y una atropellada de Gonzalo Klusener tras la corajeada de Pablo Hernández le resolvieron todos los problemas a Diego Flores. San Martín pudo levantar un partido que fue un suplicio casi de principio a fin.
El entrenador le había devuelto la titularidad a Nahuel Banegas y a Hernández y había decidido el debut de Matías García en su regreso a La Ciudadela. Por nombres propios, el 4-3-3 con el que el “santo” inició el juego parecía ser lo mejor que puede poner en cancha Flores. Sin embargo, eso no se vio reflejado en el campo de juego.
Ya pasó poco más de medio torneo y el equipo no encuentra el andar ideal. Los números lo respaldan. Eso es cierto. Pero casi siempre termina inclinando la balanza a su favor gracias al peso específico de sus individualidades. San Martín es un equipo al que le falta equilibrio en el medio, juego colectivo y que sufre de la falta de ideas en la zona en la que mayor frialdad se debe tener.
Deportivo Maipú no fue un equipo que vino a Tucumán a replegarse como Flores intuía en la semana. Tal vez, esa falla en la lectura previa fue lo que hizo que su equipo padeciera en los primeros minutos.
El “botellero” paró un 4-4-2 clásico; luchó y ganó el medio campo. Nicolás Del Priore y Fausto Montero coparon esa zona y a partir de ello Juan Arno, Matías Viguet y Misael Sosa manejaron la pelota a espaldas de Gustavo Abregú.
Antes del 1-0 cortesía de Viguet, los mendocinos ya habían avisado con Sosa; en una jugada casi calcada a la que terminó abriendo el juego: pelotazo largo para dejar desarticulado el bloque defensivo “santo”.
Pasan los juegos y el error se repite en San Martín: Abregú está muy solo en la contención y eso hace que el equipo muchas veces sufra cuando no tiene la pelota. En esta ocasión eso se vio claramente, sobre todo en el primer tiempo cuando los volantes mendocinos manejaron la pelota casi a su antojo.
Para colmo, el progreso en el campo comenzó a ser una falla que Flores no logra solucionar. Normalmente, el “santo” se hace dueño de la posesión y administra el balón a su antojo. Pero hace todo muy previsible y eso es lo que en esta ocasión le impidió imponerse antes sobre un Deportivo Maipú que ofrecía espacios en la última línea.
Casi no hay pases que rompan líneas, ni tampoco gambetas que puedan desarticular defensas. En ese sentido, el regreso de “Caco” puede venirle bien a San Martín.
Esta vez se terminó quedando sin “nafta” (algo previsible debido a que llegó al club con una inactividad a cuestas) y fue reemplazado en el minuto 80. Pero mientras estuvo bien fue de lo mejor en el “santo”.
Lúcido e inteligente, fue él el que generó las mejores aproximaciones de un equipo que no tiene demasiadas chances claras por partido. Una muestra de ello es que Junior Arias otras vez volvió a pasar casi desapercibido.
Con mayor equilibrio en el centro, Flores podría “liberar” más a los extremos, que deben retroceder demasiado para ayudar en defensa y, luego, el arco contrario les queda lejísimo.
Esta vez San Martín pudo torcer la historia con enjundia y amor propio, pero para llegar a buen puerto necesitará de más fútbol.