Muchas veces tenemos el poder de despertar y encender una especie de televisión en la que recordamos parte por parte desde el comienzo hasta el desenlace el sueño que vivimos unas horas antes. La claridad para recordar las experiencias oníricas sin embargo puede no ser una señal tan positiva.
Al dormir experimentamos escenarios un tanto confusos y absurdos. Una especie de realidad distorsionada que puede emocionarnos cuando nos despertamos o aterrorizarnos cuando los recordamos. Y hay veces en que ni siquiera podemos rememorarlos, y aunque esto último nos genere una cierta intriga, resulta que el desconocimiento es un signo de un buen descanso.
Una investigación concluyó que recordar los sueños implica despertarse más
Algunas personas pueden recordar más o menos su sueño y esto tiene sus fundamentos en la fase REM (siglas en inglés para “movimiento ocular rápido”), allí es donde se produce el sueño más profundo y donde los escenarios imaginarios aparecen. Uno de los fundamentos para recordar un sueño es estar despierto y consciente de ese registro.
Por ende si para recordar los sueños necesitamos despertarnos, entonces las personas que rememoran fácilmente esos escenarios imaginarios son aquellas que interrumpen con mayor frecuencia la fase de descanso profundo.
Una investigación publicada en la revista de divulgación científica Frontiers dio cuenta de que aquellas personas que recordaban con mayor claridad sus sueños se despertaban con mayor frecuencia durante la noche que quienes recordaban menos. Y no solo eso si no que al despertarse tardaban más en dormirse.
Las personas que recuerdan sus sueños son más reactivas a los estímulos exteriores
De acuerdo con este trabajo, los que recordaron mejor los sueños tardaron, en promedio, alrededor de dos minutos para volver a conciliar el sueño, un lapso que le daría tiempo al hipocampo (parte del cerbro encargada de la memoria) para fijar los recuerdos de lo soñado. Los individuos del otro grupo tardaron un minuto para dormirse otra vez, y lo que habían soñado se les olvidó.
Otra investigación similar dio cuenta de que las personas que recordaban mejor sus sueños demostraban una actividad cerebral más frecuente en el área media prefrontal y en la unión temporoparietal. Estas zonas se relacionan con la respuesta a los estímulos por lo que aquellos individuos se demostraban más atentos y reactivos a los ruidos y otros factores ambientales, por lo que demostraba un sueño más interrumpido.
Las conclusiones de ambas investigaciones dieron cuenta de que a veces es más saludable quedarse con la intriga, ya que el rememorar los sueños podría ser un signo de microdespertares y malos descansos durante la noche.