Son gemelas, su familia vende bollos para subsistir, asisten a un comedor barrial y sueñan con llegar a la Primera de Atlético Tucumán

Son gemelas, su familia vende bollos para subsistir, asisten a un comedor barrial y sueñan con llegar a la Primera de Atlético Tucumán

Candela y Agostina García tienen 12 años y fueron convocadas para para integrar el plantel Sub-18 del "decano".

Son gemelas, su familia vende bollos para subsistir, asisten a un comedor barrial y sueñan con llegar a la Primera de Atlético Tucumán LA GACETA / DIEGO ARAOZ

Mate, bollos y galletas componen la mesa de la familia García. ¿Los temas? Variados. La situación económica es una pálida constante para los argentinos. Un tópico que desata horas y horas de discusión. Pero, la resiliencia es una característica innata de nuestra sociedad. Una pelota es suficiente para que las gemelas Candela y Agostina lancen una sonrisa. Sí; para ellas, el fútbol es sinónimo de felicidad plena. Emoción que las motiva día a día a asistir al complejo “Ojo de Agua” para defender los colores de Atlético. Y, pese a sus 12 años, ambas fueron convocadas para integrar el plantel Sub-18 que competirá en la “Copa Salta la Linda”, que se disputará entre el 12 y el 14 de julio.

El fútbol no le llegó por ídolos ni referentes. Tampoco fueron los logros deportivos de la Selección. No, no fue Messi el que las inspiró a patear una pelota. Sino que fue algo más cercano. Como si se tratase de una herencia. Sí; porque Cristina Nieva, su abuela, fue una de las pioneras del fútbol femenino en la provincia. “Desde niña jugué a la pelota. Estuve muchos años practicando el deporte en el Círculo de Sub-Oficiales y también jugué Villa Amalia. Fuimos las primeras campeonas de los torneos oficiales de la Liga Tucumana en el 2000. En ese campeonato, dejamos afuera a Atlético en semis y a San Martín en la final”, dice la ex arquera, que fue la gestora de que las gemelas se incorporen al “decano”.

“Conocí a ‘Gaby’, que es su entrenadora, porque compartimos equipo. Me acuerdo que le dije: ‘te traigo dos jugadoras’”, recuerda. Ninguna de las gemelas nació con la vocación para estar bajo los tres palos, pero optaron por la defensa. “Soy lateral”, dice Candela. “Yo, central”, completa Agostina. “Estoy muy feliz porque la ‘profe’ confió en nosotras para esto”, añade. Claro, el logro de competir con categorías superiores es un aliciente extra. “Ellas tienen el talento para competir. Mostraron gran amor por la disciplina. No faltan a los entrenamientos y tienen un gran compromiso con el deporte”, dice Gabriela Guerrero, entrenadora de la Escuela de Formación de Atlético. “Este es el primer eslabón de la cadena. Después viene la Reserva y la Primera. Ahora una de ellas forma parte de Atlético azul y el otro de Atlético negro. Ambos equipos juegan en la zona de ascenso de la Liga”, agrega.

El vínculo entre las entrenadoras y sus dirigidas es tan fuerte que decidió ponerle un apodo especial a ambas. “Una es ‘foto’ y la otra es ‘copia’”, dice Guerrero, mientras las niñas se ríen de la denominación.

El potrero fue fundamental para el vínculo con el fútbol. William García, su padre, recuerda que el interés de las niñas despertó a los cinco años. “A esa edad iban a jugar a la pelota en una canchita que tenemos al frente de la casa. En ese lugar empezaron a desarrollarse. Después pasaron por varias escuelitas de fútbol del Manantial, donde jugaron bastante tiempo con varones. Incluso, hace unos años, salieron campeonas. Se ve que les apasiona este deporte”, dice. “Cuando jugas con hombres, se presentan otro tipo de situaciones”, reconoce Agostina.

Según Valeria Koñarin, la madre, la pasión de las gemelas por el deporte no tiene límites. “Muchas veces ni duermen pensando en si van a poder ir a jugar. Hacemos lo imposible para que ellas puedan jugar a esto”, confiesa. “Siento un poco de presión y nervios por lo que dicen desde la tribuna. Pero intentó no darle atención porque nos dicen que solo le prestemos atención a la ‘profe’”, confiesa Candela. “Los comentarios buenos son de la profe, no de afuera”, añade Agostina.

Los sueños y la dedicación de las niñas llevaron a que los padres realicen incontables esfuerzos para acompañarlas en el proceso. Entre ellas, ambos abandonaron su profesión para abocarse al desarrollo de sus cinco hijos. “Hubo un tiempo que nos dedicamos a la gastronomía pero no pasábamos tiempo con ella. Era un trabajo que te demanda muchas horas y sentía que teníamos que acompañarlas en todo este proceso”, dice William. “Ahora, nos dedicamos a la venta de bollos, a la tarde. Él es árbitro en los campeonatos de barrio. Así la luchamos día a día”, completa Valeria, que especifica que se ubican a un costado de la ruta 38.

La lista de sacrificios de la familia no termina allí. Los padres y las niñas asisten a un comedor barrial de El Manantial que se ubica en la calle Roca al 900. ”Muchas veces les digo que no tienen que tener vergüenza de ir a un comedor. A nosotros nos ayuda para llegar al fin de semana y poder decirles: ‘tomen este dinero para viajar’. Creo que es la única manera de que ellas puedan seguir con el deporte”, dice William. “Todos ellos colaboran con el comedor. Dan una mano en todo lo que pueden. Las niñas, incluso, ponen las sillas, la mesa y demás”, señala Yanina, responsable del comedor.

El viaje a Salta también supone un reto económico. Según detalló la DT, las niñas necesitan alrededor de $120.000, de manera individual, para costear los gastos. “Nosotros presentamos una nota a los directivos de Atlético para que nos den una mano. Luis Fernández y Pablo Jemio Portugal se comunicaron con nosotras y estamos esperando ver cómo nos ayudan. Pero, para ir avanzando, hicimos una rifa para aminorar los costos”, comenta.

“Para nosotros es muy difícil conseguir $240.000. No es solo este viaje, sino es todas las semanas que tienen que trasladarse a distintos puntos del interior de la provincia. Todos esos gastos influyen en nuestra economía, ya que no tenemos un ingreso fijo. Más allá de eso, nos damos maña para no opacar el sueño de ellas. Ahora estoy juntando para comprar unos botines para que los estrenen en ese torneo”, dice William.

Las dificultades no frenan los sueños de Candela y Agostina. Ambas tienen claro cuál es su objetivo “queremos llegar a Primera”, coinciden. El camino está lleno de obstáculos, pero las niñas están convencidas que, con el apoyo de su familia, lograrán alcanzar la meta y clavarle un gol a la vida. 

¿Cómo colaborar con el viaje de las gemelas a Salta?

Con el objetivo de reunir fondos para el viaje a Salta, las gemelas están vendiendo rifas con un valor de $2.000. Los primeros dos premios son camisetas de Atlético original; el tercer lugar es un conjunto sport de Atlético; y, por último, un par de medias deportivas.

Las mismas se pueden obtener contactando con la madre de Candela y Agostina, Valeria Koñarik (3815220502), o por medio de una transferencia al siguiente CBU: 4530000800015893244242.

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