“Siento en mis huesos que estas son mis últimas horas... Las últimas horas de un día interminable donde todo me han robado; a mí y a mi gente”. Cabizbajo, entre sombras, como un chamán caído en desgracia, el narrador inicia el trágico relato. Es un drama del antiguo Tucumán, un linaje originario cuyo rastro intentaron borrar los colonizadores. “Kilmes” hace pie en la tradición oral, representada en la voz del anciano protagonista, que se presenta como “el último de un pueblo bravo que no se dejó doblegar”. Desde allí despliega la historia de los quilmes; sus luchas y su dolorosa derrota.
“Los españoles hicieron desaparecer una cultura”, sostiene Matías Muzzillo, autor de la novela gráfica que presentó en la Feria del Libro y en la que brinda pinceladas de lo sucedido con los quilmes tras las Guerras Calchaquíes. El exilio forzado al que sometieron a hombres, mujeres y niños, que marcharon a pie desde los Valles hasta Buenos Aires, es el epílogo de la saga.
“Más que del registro histórico, de lo que habla ‘Kilmes’ es de la identidad, de las raíces perdidas; también de la resistencia y del valor frente a la invasión española”, apunta Muzzillo, que visitó la Ciudad Sagrada de Quilmes y se nutrió de distinta documentación para afrontar el doble rol de dibujante y guionista. Esta novela gráfica es sucesora de “Yilé”, “Quién fue Bazán Frías” (ambas ganadoras de premios del Fondo Nacional de las Artes) y “Nación Zombie”.
“Kilmes” fue publicada por el sello Garambainas, una “botica literaria” que apostó por la calidad en el papel y en el color para esta primera tirada. La editora Diamela Castilla se entusiasma al contar sobre la buena recepción que tuvo la novela en el Espacio Moebius, de Buenos Aires. “Generó curiosidad, mucho interés. La gente no conoce la historia de los quilmes y se sorprende”, explicó. La impresión se hizo en los talleres gráficos Fervil, de Rosario.
Garambainas se propone visibilizar el trabajo de historietistas de todo el NOA -la propia Castilla es guionista y dibujante-, en el marco del notorio crecimiento del género en el país. “Queremos publicar a los talentos, de Santiago del Estero, de Salta, de Tucumán... -destaca-. Aquí hay muy buen nivel; la idea es mostrar esta cultura del Norte”.
Por adopción
En el caso de Muzzillo se trata de un tucumano por adopción. Oriundo de Ramos Mejía (nacido en 1983), se formó en la Escuela Garaycochea y pasó por la Universidad Nacional de las Artes. Y desde chico no escapó a un recorrido común en el camino de los historietistas primerizos: el de los fanzines. Ya radicado en Tucumán puso manos a la obra y los títulos empezaron a acumularse.
¿Qué clase de trazo puede encontrarse en los trabajos de Muzzillo? “Está bueno no tener un estilo que se pueda reconocer -sostiene-. Tengo cosas muy diferentes, pero lo importante es que no se pierda la expresividad de la línea. No soy de bocetar, las páginas van saliendo como las siento”.
La potencia que emana de las viñetas de “Kilmes” da cuenta de ese esfuerzo. Se reiteran los rostros duros, curtidos; colores ajustados a ese tono sombrío que obligadamente acompaña al relato. Porque no es una historia feliz, está claro. Como enfatiza el narrador, flotando sobre el bosquejo de la Ciudad Sagrada desierta, “cien años de guerra dejaron de nuestra cultura solo ruinas”.