Al mismo tiempo que se supo que la Provincia recupera de la Nación $ 7.100 millones para comedores escolares se conoció un informe que da cuenta que casi el 48% de los chicos que asiste a comedores comunitarios de Tucumán sufre malnutrición. Es decir que mientras, por una parte, hay expectativas de que se pueden encarar medidas importantes frente a la emergencia alimentaria en el gravísimo contexto de un país azotado por la pobreza de la mitad de su población, por otro se revelan severos problemas de nutrición que afectan la vida cotidiana de niños y adultos e hipotecan su futuro.
La crisis de la alimentación estuvo en el tapete en los últimos meses a raíz de las discusiones políticas por los cambios implementados por el Gobierno nacional en el sistema de distribución, que derivaron incluso en denuncias judiciales. Mientras se daban estos debates el Gobierno de la Provincia afirmó que se hizo cargo de la asistencia a los comedores comunitarios, muchos de los cuales fueron cerrando por imposibilidad de dar respuesta a la demanda creciente. Referentes de merenderos y comedores, cuentan que cada día se suman más familias en busca de alimento. Incluso hay adultos afectados por esta problemática.
Las consecuencias de la malnutrición, afirman, se ven ya en la baja talla de muchos niños, algunos de los cuales pierden el cabello o padecen constantemente gripes y resfríos y malestares estomacales. También mencionan que hay chicos con problemas de dislexia o de aprendizaje lento y falta de concentración. El equipo del Ministerio de Desarrollo Social efectúa evaluaciones de talla y peso entre los pequeños que asisten a centros comunitarios. Y ante el importante número de casos de malnutrición se dispuso la incorporación de lácteos, carnes, frutas y verduras en el envío de mercadería para comedores y merenderos. El ministro de Desarrollo Social dijo que el ingreso de fondos nacionales les permitiría “optimizar la política alimentaria”.
No obstante, una referente social, al advertir sobre la magnitud de la crisis, valoró que el único aporte estatal que recibe su organización es enviado por el Ministerio de Desarrollo Social, “pero las familias nos están pidiendo ayuda diaria. Y con la mercadería que recibimos de la Provincia no llegamos, no alcanza. Se suman más familias y no hay para darles”.
Eso obliga a plantear si son suficientes las estrategias para medir la emergencia, que se vincula también con la falta de trabajo, y si el sistema de distribución en el país, hoy cuestionado, es el adecuado, si se tiene en cuenta que una dirigente del Banco de Alimentos opinó que “en verdad, lo que falta es organización. Está certificado que cada año se pierden 16 millones de toneladas de alimento en el país”.
Como sea, es de esperar que los esfuerzos que está realizando la Provincia para hacerse cargo de la emergencia alimentaria den sus frutos y lleguen a todos los sectores vulnerables. Esta emergencia es del presente y también afecta el futuro de una parte sustancial de nuestra sociedad.