La importancia del Derecho Internacional Público

La importancia del Derecho Internacional Público

Mijail Gorbachov y Ronald Reagan. Mijail Gorbachov y Ronald Reagan.
24 Junio 2024

Carlos Duguech

Analista internacional

Si frente a las dolorosas consecuencias que supone toda guerra hubiera que plantearse la necesidad de morigerar sus consecuencias, o evitarlas, adquiere relevancia el Derecho Internacional Público. Ámbito donde todo el sistema de las cuestiones conflictivas entre naciones debería ser natural. No obstante, en los tratados bilaterales surgen contradicciones y hasta un desapego notorio respecto de las obligaciones asumidas.

Con la firma, en un principio, y con las ratificaciones solemnes que se van produciendo se construye ese edificio multifacético del Derecho Internacional Público. La compleja red de temas que se abordan en los tratados bilaterales, regionales y multilaterales configura un corpus digno de ser analizado a la luz (o en las sombras) de la realidad. Esto es, a la hora en que su efectiva aplicación resulte oportuna, necesaria y hasta imprescindible.

Huelga abundar en referencias para afirmar que el Derecho Internacional Público es la piedra angular en la que deberían confiar .y a la vez a ella someterse- las naciones de la Tierra deseosas de progresar y de relacionarse con todas las que les fuese posible. “Deberían”, concepto que molesta en la medida en que va ganando terreno como preeminencia -en recurrentes casos- lo que podría asimilarse como el “individualismo” (o el aislacionismo) en la escala país.

Es probable que a quien se le atribuyen los cimientos del Derecho Internacional gestado en los albores de la colonia española en el continente americano -el fraile dominico Francisco de Vitoria (1483-1546)- lo sea, principalmente, por su acendrado espíritu de defensa de los derechos humanos. Era necesario, al fin, inaugurar un sistema que pudiera constituirse en regulador y normalizador de los recurrentes conflictos que se daban entre los distintos países.

Hay que señalarlo: la complejidad del sistema de tratados internacionales obligó a la “Convención de Viena” (sobre el “Derecho de los tratados” de 1980), para normalizar su interpretación y precisar los contenidos.

La cátedra en la UNT

En la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la UNT una cátedra mostró una organización y desarrollo que denotaba su alto grado de evolución: la de Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales. El eje en torno al cual trabajaba un destacado y entusiasta equipo de docentes e investigadores era el recientemente fallecido Dr. Jorge Torres. Su empeño por dotar a su gestión del máximo de rigor y contenidos le llevó a conformar un equipo de gran cohesión que ponía en evidencia, a cada paso, el entusiasmo motorizado por la vocación internacionalista de sus integrantes.

IN MEMORIAM. Dr. Jorge Torres. IN MEMORIAM. Dr. Jorge Torres.

La palabra justa era esa: “entusiasmo”, en un rubro aparentemente árido y deshumanizado por lo definido en tanto “internacional público”. Sin embargo, ahonda en aquello que despersonaliza a los individuos cuando se hace referencia a los Estados. Tantas veces lo mencionó Alberdi en el libro post mortem “El crimen de la guerra”. Hoy resulta más significativo que en su tiempo, fines del siglo XIX, esa configuración tan abarcativa y definitoria: “pueblo mundo”.

La vocación internacionalista que se encumbraba -aún por encima de sus deberes de la cátedra universitaria del docente Torres y de sus acompañantes- le llevó a conducir con su “equipo” (que lo era) el Idela (Instituto para la Integración y el Desarrollo Latinoamericano, creado en 1986 por una resolución del Rector de entonces de la UNT, Eugenio F. Virla). Desde ese “universo” con su cátedra, la gestión del Dr. Torres era suya y de su equipo de docentes especializados y colaboradores.

Cátedra en acción

Tiempos de la “guerra fría” (1987). En cada polo un significativo líder, aunque diferenciados en mucho entre ellos: en los EEUU Ronald Reagan, el actor devenido político y presidente por dos períodos desde el republicanismo (1981-1989). En la otrora poderosa URSS, el líder que quebró la saga de la gerontocracia en la conducción de las repúblicas socialistas soviéticas: Mijail Gorbachov.

Se estaba en las antesalas de las tensiones y amenazas veladas y de las otras, entre los polos en que el mundo confiaba su expectativa de convivencia: Washington y Moscú.

Para Reagan, los soviéticos conformaban el “imperio del mal”. En 1985, transcurriendo agosto, Reagan y Gorbachov acordaron en Ginebra darle fin a la “guerra fría” que se entibiaba/se calentaba con una solapada carrera armamentista. Y para ello imaginaron cómo instalar el desarme nuclear en Europa. La tensión de Cuba (1961) por los mismos temas (armas nucleares) mudaba esta vez a Europa, con nombre propio: “Euromisiles”. Apuntaban a territorio soviético, nada menos. En Reikiavik, (Islandia) Reagan y Gorbachov sumaron otra “cumbre” en octubre de 1986. Y de allí, papeles intercambiados y diálogos promisorios, un salto a 1987.

Dos meses antes

Tanto se seguía el asunto sobre ese desarme nuclear en Europa que con el Dr. Torres y miembros de su cátedra decidimos (con la ONG, en el “Llamamiento de los Cien para Seguir Viviendo”) que en Tucumán se analizara públicamente el asunto. Para ese fin hicimos gestiones con la Dra. Marta Tejerizo, catedrática recientemente distinguida como “Profesora consulta” por la UNT, en las embajadas de EEUU y la URSS). La jornada se concretó con éxito en el Centro Cultural Virla. Participaron Roberto Brown, primer secretario de la embajada de EEUU, y Víctor Tkachenko, similar de la soviética.

El 8 de diciembre de 1987 Reagan y Gorbachov suscribían el histórico tratado de desarme nuclear de los euromisiles. Apenas dos meses después del análisis efectudo en el Virla, que fue una verdadera cátedra viva del Derecho Internacional Público. Cabe agregar que de la visita a la embajada de la URSS trajimos libros y almanaques, estos últimos de la agencia de prensa soviética Novosti. Como era llamativo que estuviese totalmente ilustrado con reproducciones de pinturas religiosas (cristianismo) de pintores rusos, este columnista entregó uno a todo color en el Arzobispado (Horacio Bózzoli, estaba al frente) observando “lo que se viene” con esa notable señal de la política gorbachoviana.

El Dr. Torres y su equipo se mostraban en la cátedra viva también en otros temas: Centroamérica y Medio Oriente, activados del mismo modo en el Centro Cultural Virla. Cada vez con participación de representantes diplomáticos de los países involucrados. Una vocación de la cátedra que implicaba la responsabilidad social de cara a la ciudadanía, aun más allá de las aulas universitarias. Un legado valioso y admirable.

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