Un canadiense probó el sándwich de milanesa en el Monumental, le prohibieron ir a La Ciudadela y disfruta de sus días en Tucumán

Un canadiense probó el sándwich de milanesa en el Monumental, le prohibieron ir a La Ciudadela y disfruta de sus días en Tucumán

Julien Edwards llegó a la provincia por un intercambio cultural y alentó al país norteamericano, en la casa de un compañero del colegio.

ENTRE AMIGOS. Julien Edwards disfrutó el debut de Canadá en la Copa América y hasta bromeó al ver la bandera de Argentina. ENTRE AMIGOS. Julien Edwards disfrutó el debut de Canadá en la Copa América y hasta bromeó al ver la bandera de Argentina. Foto de José Nuno/LA GACETA.

El reloj marca las 20.15 y el silencio reina en la noche tucumana mientras Julien Edwards llega con lo justo a la casa de su compañero para ver el partido de la Copa América. Con los cordones de la zapatilla en la mano y una gorra que adquirió en una feria, el canadiense de 18 años se presenta en el domicilio de Matías Ruiz Milovan para ver a la selección argentina de Lionel Messi, y sobre todo, la producción del combinado de su país.

Con muy pocas palabras en inglés y un español que roza la perfección, el estudiante que llegó de intercambio cultural a través de la “AFS Intercultural programs” se muestra a gusto durante su estadía en el “Jardín de la República”. Si bien respondió todas las preguntas de LA GACETA con total fluidez, advierte que le costó mucho abandonar el inglés. “Los primeros dos o tres meses estaba para atrás, pero después ya entendía todo”, dice con una enorme sonrisa el canadiense que se adaptó rápido a ese dialecto propio llamado “tucumano básico”.

Antes de mencionar cómo era su día a día en Quebec (ciudad de Canadá en la que nació), Julien entró rápido en calor y debió sacarse el buzo azul. Así, el joven estaba listo para la ocasión.

El combinado norteamericano jamás había participado de la Copa América y por este motivo, Julien se colocó una camiseta roja, con detalles “rojinegros” en las mangas y la bandera representada en el pecho. Eso sí, fue algo inédito, porque a él no lo apasiona demasiado el deporte rey.

“La verdad es que no veo mucho fútbol; no es mi deporte. Soy profesor de mountain bike y también hago judo”, asegura advirtiendo que ya tuvo la oportunidad de salir a pedalear hasta el pie del cerro.

A pesar de la distancia con Canadá y la gran cantidad de diferencias que hay con Argentina, la adaptación no le costó demasiado. Llegó en agosto del año pasado y fue cobijado por la familia Sotomayor.

En la casa ubicada en el Pasaje Monserrat, Edwards está acompañado por José (padre adoptivo), Andrea (madre), Mateo y Emma (hermanos) y Amelia (abuela). Allí, disfruta del cariño de la familia tucumana y también de los asados que, asegura, es la comida favorita de Argentina.

“Tenía tres destinos para elegir además de este; entre ellos, España y Japón. Elegí Argentina y me tocó venir a Tucumán. No sabía nada de la provincia; para mí era todo lo mismo. Ví un poco por Google y cuando llegué, me sorprendió que aquí las casas tienen portones”, afirma Edwards, que también le preguntó en inglés a su compañero Matías como se llamaban los alambres de púas. “Sabía que Argentina no era el lugar más seguro del mundo, pero todavía no tuve problemas”, celebra.

Luego de recibir a otros dos compañeros del Gymansium (institución en la que cursa en sexto año) Lorenzo Salvatierra y Franco Lucciano Bellanti, Julien entra más en confianza. Mientras sigue respondiendo, se lamentaba por las ocasiones perdidas de Canadá; sobre todo por el gol que no pudo concretar Tajon Buchanan, tras un gran centro de Alphonso Davies. “Está loco para errar eso”, maldice.

Luego de ese primer susto para la Selección, Edwards recuerda su vida en el país norteamericano. “Extraño a mis amigos que están ahí. Mi papá es de Ontario y mi mamá de Quebec. Yo antes vivía en Toronto, que está a como seis horas de mi casa actual y es muy parecida a Buenos Aires. Se juega mucho al hockey sobre hielo”, dice intentando comparar la pasión por el fútbol. “Acá en Tucumán hay muchas canchas en los parques y allá durante el invierno hay pistas. Cuando estás bien abrigado, con el frío no pasa nada. Hay días en los que la temperatura llega a 42 grados bajo cero, pero ahí no salís de tu casa”, explica. “Por ejemplo, jamás viví un calor como el de Tucumán. No podía creer lo que vivía en esos días. No te dan ganas de salir a ningún lado. Vivir el verano tucumano fue verdaderamente insoportable”, sentencia.

NO LO PUEDE CREER. Julien Edwards se lamenta las ocasiones pérdidas por Canadá, junto a su amigo Matías Ruiz Milovan. NO LO PUEDE CREER. Julien Edwards se lamenta las ocasiones pérdidas por Canadá, junto a su amigo Matías Ruiz Milovan. Foto de José Nuno/LA GACETA.

“En el hockey sobre hielo, una vez que sabes patinar no es tan difícil. En tanto, en el fútbol hay un equipo conocido que se llama Montreal Impact; eso es lo que miramos allá; además de los torneos internacionales”, remata Julien, que cada cuanto se mantiene en contacto con su familia canadiense, que está integrada por Myles (padre), Jenny (madre), Oscar, Leonel y Audrey (hermanos).

Con el tema del fútbol sobre la mesa, a Edwards se le viene a la memoria lo que fue el Mundial de Qatar y la conquista de la selección argentina. “Estuvo bueno que nosotros hayamos clasificado. Todo el país vio ese Mundial. Ví la final y quería que ganara Argentina. No sé por qué, pero cuando ves un partido y no sos de ninguno de los dos equipos, siempre te decidís por uno. Mi hermano alentó a Francia y yo a Argentina”, aseveró.

Además de mencionar a su familia de nacimiento, Edwards se mostró agradecido con los Sotomayor. “Ellos me dan comida y me llevo muy bien. Los primeros días no extrañaba tanto porque sabía que era lo que tocaba. Actualmente como mucho fideos, pero extraño un poco la comida de allá. Mi favorita se llama Poutine, que lleva papas fritas, salsa y queso rallado”, dice con una enorme sonrisa.

En tanto que las empanadas y el sándwich de milanesa las probó en un lugar especial: el “José Fierro”. “La primera vez que comí un sándwich fue después de la cancha de Atlético. No pasaba mucho en el partido y la cancha estaba llena. Los fuegos artificiales me sorprendieron mucho”, advierte antes de dejar en claro que los Sotomayor sí le prohibieron una cosa: conocer La Ciudadela.

“Está loco el ‘Dibu’...”, se le escapa en medio de la charla, tras la atajada ante el cabezazo de Eustaquio. A pesar de los goles de Julián Álvarez y de Lautaro Martínez, Edwards quedó sorprendido por el buen desempeño de Canadá, por eso ya pensaba en donde celebrar el partido del debut. Claro, una de los aspectos que más le gustó de Tucumán fue la actividad nocturna. “¿A dónde salimos después?”, le pregunta a sus amigos y no es para menos.

ENTRE AMIGOS. Edwards disfruta del debut de la Copa América, junto a sus compañeros del Gymnasium Matías Milovan, Lorenzo Salvatierra y Franco Bellanti. ENTRE AMIGOS. Edwards disfruta del debut de la Copa América, junto a sus compañeros del Gymnasium Matías Milovan, Lorenzo Salvatierra y Franco Bellanti. Foto de José Nuno/LA GACETA.

Su primera noche en la provincia la pasó en una juntada de amigos y tenía que mostrar el DNI para que le creyeran cuál era su país de origen. “Soy negro, no como todos piensan que los canadienses somos rubios y de ojos celestes”, bromea.

Con el deseo de quedarse para una gira a la Patagonia con sus compañeros del “Gymnas”, Edwards se lamenta tener que volver el 17 de julio a su tierra. “No me arrepiento para nada de haber venido”, concluye el joven que fue más visitante que nunca, pero que no lamentó la derrota de su equipo. “Es muy lindo poder estar acá, con amigos”.

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