Cambios fisonómicos del Alberdi a lo largo de los años

Cambios fisonómicos del Alberdi a lo largo de los años

“No sé si de otro hombre nacido en tiempos de la Revolución quedó, como es su caso, una secuencia de rostros”, dice Páez de la Torre.

Cambios fisonómicos del Alberdi a lo largo de los años
19 Junio 2024

En su libro Los rostros de Alberdi, editado por la Fundación del Tucumán en 2010, el historiador Carlos Páez de la Torre (h), hace un ensayo iconográfico de Juan Bautista Alberdi.

“A algunos historiadores les apasiona examinar, junto con los documentos, las imágenes auténticas de quienes actuaron en la época que estudia. El rostro de las personas adquiere una fuerza extraordinaria a la hora de la evocación. Y si fluye tan poderosa de las pinturas o de los dibujos, se multiplica cuando se trata de fotografías. El caso de Juan Bautista Alberdi tiene especial interés. No sé si de otro hombre nacido en tiempos de la Revolución ha quedado, como es su caso, una secuencia de rostros (fotográficos, la mayoría) que van desde la plena juventud hasta muy poco antes de la muerte”, dice el historiador.

En el inédito trabajo, de gran recopilación, se advierte lo difícil de precisar -salvo excepciones- las fechas exactas o aproximadas. Sin embargo la cantidad imágenes realizadas a lo largo de la vida del prócer, por primera vez seriadas y documentadas, permite al autor realizar una interpretación exhaustiva de los cambios no solo físicos a medida de que avanza en edad, sino formales de Alberdi, acorde a cómo se va desarrollando su pensamiento crítico y su posición política coyuntural. Como por ejemplo en un dibujo del prócer a sus 22 años donde observa la seriedad y hasta el aire de preocupación en su rostro. Una característica que estará presente en todos los retratos de Alberdi.

Destaca como el mejor retrato de Alberdi en su juventud a un daguerrotipo tomado en Valparaíso (Chile) entre 1850 y 1853.

Ya en la etapa europea de Alberdi, como encargado de negocios de la Confederación Argentina, Páez de la Torre (h) advierte cómo se modifica el aspecto del ilustre tucumano. Perilla y bigote con las puntas caídas que se une a las patillas a la vez que el pelo se va retirando de la frente (foto).

“Mira serenamente a la cámara, tiene un aire resuelto, adecuado sin duda a la trascendencia de las gestiones que en ese momento tiene a su cargo: luchar para que sea reconocida internacionalmente la Confederación Argentina no el separatista Estado de Buenos Aires”, señala el texto.

Restos mortales

Sobre el cierre de su ensayo, Páez de la Torre (h) destaca el privilegio de haber podido ver los restos mortales del prócer al representar al Gobierno de Tucumán en su traslado en 1991. “La impresión y la emoción imborrables que me produjo la visión directa de lo que quedaba de la noble cabeza de nuestro máximo pensador político. Conservo las fotografías que documentaron el momento y confiarlas a un archivo para que se resguarden con el respeto y la reserva que merecen”, promete el historiador.

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