En los últimos años, los videojuegos lograron concretar la fantasía de todo futbolero: armar un club desde cero. La creación del escudo, la elección de los colores, los fichajes y el crecimiento de las instalaciones son algunos de los retos en esa misión. Y hay algunos hinchas que pueden materializar ese sueño en la vida real; tal es el caso de Gabriel Almada.
Su historia no sólo es sorprendente porque fue un proyecto familiar, sino porque exportó su pasión futbolística a Kitchener, una ciudad ubicada al sur de Canadá que está pegada a Waterloo. Sí; el profesional en software doblegó la apuesta en un país con escasa cultura dentro del deporte rey.
“Hace 24 años que, por razones de trabajo, me vine a vivir a este país. Me acuerdo que había visto un aviso en el diario que decía que en Canadá estaban buscando profesionales en sistemas; ahí nomás hice los trámites para venirme. Después mi familia me siguió”, comenta. Eso sí, la búsqueda de trabajo no fue nada sencilla. Debió tocar varias puertas hasta encontrar la tranquilidad. “Conseguí trabajo en una empresa informática relacionada a la salud, aunque es más conocida por la fotografía”, confiesa.
La relación con el fútbol siempre estuvo presente. En Argentina, Almada es hincha confeso de Vélez y de Estación Quequén de Necochea. “Mis tres hijos jugaban al fútbol en Argentina. Entonces, cuando nos instalamos en Kitchener, decidimos anotarlos en las academias que había. Mi hijo más grande, Santiago, fue el que más progresó y al que más interés le generó la parte competitiva. Incluso, a los 14 años, jugaba para el equipo de la ciudad a nivel provincial. Gracias a eso, estudió en una universidad de negocios de Michigan”, describe.
Una vez que Santiago logró graduarse empezó a gestarse el sueño de formar un club. “Él empezó a entrenar a nenes chiquitos de forma particular. Eso fue creciendo y hubo un punto en el que dijimos ‘tenemos que formar una academia’. Así empezó nuestro proyecto en 2017, con un equipo sub-15 que dirigía Santiago, y uno de grandes que dirigía yo. Al poco tiempo, la Asociación de Fútbol de Ontario nos reconoció como un club y nos invitó a competir en la zona regional. En 2019, mi hijo buscó la manera de competir en Estados Unidos y armamos dos equipos semi-profesionales; uno de hombres y otro de mujeres. Nuestra base está en la ciudad de Buffalo, en el estado de Nueva York, que está a dos horas de donde estamos nosotros”, relata Almada.
Con el proyecto en funcionamiento, decidió especializarse para responder a las necesidades que tenía el club. “Siempre me involucré como manager, quería que cuando los chicos viajaran a otras ciudades tuvieran todo lo que necesitaban. Paralelamente me puse a hacer los cursos de técnicos y dirigí varios equipos. Mi objetivo es que los chicos expongan su talento a las universidades para conseguir becas que les permitan estudiar tanto en Estados Unidos como en Canadá”, puntualiza. “Cuando jugamos de local, me subo a la cabina y hago los relatos para las transmisiones que hacemos por internet”, agrega.
Según comenta Almada, en Canadá existen varios niveles de competición. El más bajo de todos son las ligas recreacionales, que son organizadas por los gobiernos de las ciudades. Luego existen las regionales, con categorías para niños y adolescentes, y los siguientes eslabones son las distritales y las provinciales hasta llegar al semi profesionalismo. “La Liga 1 de Ontario tiene ascensos y descensos, lo que es toda una novedad para el fútbol norteamericano. Ni la MLS ni la Canadian Premier League (CPL) lo tienen”, explica. “Nosotros presentamos una propuesta para estar en la Liga 1 de Ontario. No prosperó porque la cancha donde íbamos a hacer de local le faltaban algunas cosas de infraestructura como un cartel electrónico y una sala de prensa. Todo eso ya se construyó gracias a que estamos en sociedad con una de las universidades locales; así que el año que viene vamos a mandar una nueva propuesta”, revela.
En relación al nombre del club, comenta que es un homenaje a las raíces de la ciudad canadiense. “Antes de las guerras mundiales, Kitchener se llamaba Berlín y hay una comunidad alemana muy grande. Cuando creamos el club, decidimos hacerle un homenaje a esas raíces de la ciudad. Cuando empezamos a competir en Estados Unidos, los hinchas de los equipos de allá decían ‘¿quiénes son estos canadienses-alemanes que vienen a jugar acá?’. Entonces, como broma, empecé a hacer todas las publicaciones en inglés y en alemán, jaja”, recuerda.
Según comentó Almada, Berlin FC no tiene estadio propio. “Tenemos una sede en la que funciona un pequeño gimnasio con todos los equipamientos y un sector en el que entrenamos. Todo bajo techo porque acá hay cinco meses en lo que es imposible hacer la actividad afuera. Tuvimos varios problemas con ese lugar porque se nos inundó. Hace ya un par de meses que no lo usamos. Con respecto a las canchas, en la ciudad hay muchas de césped sintético; no hace falta tener una cancha propia”, explica. “En Estados Unidos, entrenamos y jugamos en las canchas de la Universidad de Buffalo. El estadio se llama Coyer Field y cuenta con una capacidad para 3.000 personas”, dice.
Pese a ser un club fundado por argentinos, Almada asegura que los fanáticos respetan demasiado el estilo norteamericano. “Cuando estamos por jugar suena la cumbia de los trapos. Tenemos hinchas pero no tienen nada que ver con lo argentino. Están con sus bufandas con el logo del club y hay bombas de humo, pero no mucho más”, comenta.
La CPL, en tanto, recién está dando sus primeros pasos. Se fundó en 2019 y tiene ocho equipos participantes. “Le falta madurar demasiado pero tiene mucho potencial. El fútbol femenino recién tendrá su liga en 2025; eso fue producto de los buenos resultados en las distintas competencias”, comenta.
Almada, en tanto, reconoce que el fútbol no era uno de los deportes prioritarios en Canadá. Pero, la inmigración provocó que empiece a ganar popularidad dentro del país. “Hizo que sea el deporte más practicado. Hay más chicos jugando a la pelota en comparación con el hockey sobre hielo, el básquet o el béisbol. Eso pasó porque es el deporte más barato para practicar; sólo precisás una pelota y botines. También aparecieron muchos clubes por todos lados, que tienen el apoyo de las ciudades para el desarrollo”, indica Almada, aunque todo ese proceso fue acompañado por los resultados deportivos de la selección canadiense. “Le ganó a México y a Estados Unidos y eso despertó el interés de la gente por conocer más sobre este deporte. La gente miraba los partidos en los bares o en la calle; ahí se hizo más popular. Ahora hay muchas expectativas para lo que es la Copa América, más porque se enfrentan a Argentina. Si bien asumen que van a perder, todavía mantienen las esperanzas de ganarle a Perú y Chile. La gente está muy entusiasmada porque tienen jugadores de buen nivel como Alphonso Davies, Jonathan David o Tajon Buchanan. Eso se combina con que los equipos de Canadá compiten en la Concachampions. Todavía falta mucho para que se juegue a estadio lleno, pero creció mucho el interés”, enfatiza.
Almada aseguró que la mayoría de los clubes y academias de Canadá funcionan como Sociedades Anónimas Deportivas (SAD). “Los gobiernos municipales apoyan con sus planes para fomentar el fútbol recreativo. También hay un plan de desarrollo de jugadores a nivel provincial, que es a través de Ontario Soccer o de Canadá Soccer. Pero no hay mucha injerencia del estado. Además la mayoría de los clubes son sociedades anónimas. Hay muy pocos que se mantienen a partir de socios, pero son la minoría y es algo novedoso. Es más, nosotros lo evaluamos para implementarlo en nuestro club”, sentencia, antes de advertir que se siente satisfecho con lo realizado hasta el momento. “Creo que cumplí mi sueño porque hicimos algo en lo que los chicos pueden progresar en sus estudios gracias al fútbol. Aproximadamente 80 chicos que salieron de nuestro club fueron becados y lograron recibirse”, concluye con la esperanza de llevar al Berlin FC al siguiente nivel.