Las 15 copas de Argentina: el maravilloso reino de los “carasucias”

Las 15 copas de Argentina: el maravilloso reino de los “carasucias”

Capítulo 11: 1957.

Enrique Omar Sívori (River). Enrique Omar Sívori (River).

Corbatta-Maschio-Angelillo-Sívori-Cruz. Sale de memoria. Los llamaron “los carasucias” y representaron un regreso a la esencia gloriosa del fútbol argentino. Fue una ráfaga virtuosa, inolvidable, pero -como toda ráfaga- efímera. Entonces duró tanto como el Campeonato Sudamericano (así se llamaba la Copa América) disputado en el estadio Nacional de Lima en 1957. Con esa delantera excelsa la Selección conquistó el undécimo título continental ganando, gustando y goleando. Todo rubricó por un contundente 3-0 sobre Brasil.

Los planetas se alinearon para agrupar al trío de jóvenes cracks formado por Humberto Maschio (Racing), Antonio Angelillo (Boca) y Enrique Omar Sívori (River), asistidos por el extraordinario Oreste Omar Corbatta (Racing) y por Osvaldo Cruz (Independiente). Se entendieron como si jugaran juntos desde la cuna, se divertían como niños, rivalizaban en el afán de marcar el gol más lindo. Desde el fondo los sostenían Rogelio Domínguez -quien sería arquero de Real Madrid-, los zagueros Dellacha y Vairo y “Pipo” Rossi en la media cancha. Resultó, con toda seguridad, el último gran equipo de la edad dorada del fútbol nacional.

La marcha a todo vapor se reflejó en los resultados (jugaron todos contra todos; no participaron Paraguay, Bolivia y Venezuela): la Selección arrolló a Colombia (8-2), a Ecuador (3-0), a Uruguay (4-0) y a Chile (6-2). Llegó entonces el clásico con los brasileños, el 3 de abril, resuelto con los goles de Angelillo, Maschio y Cruz. El rival alineó a Gilmar, Djalma Santos, Didí, Zózimo, Joel y Pepe, campeones mundiales al año siguiente en Suecia.

Argentina dio la vuelta olímpica a falta de una fecha para la conclusión del campeonato, lo que hizo del último partido una anécdota feliz para los anfitriones: Perú ganó 2-1, para delirio de su gente. Ese día, entre los titulares de la Selección estuvo el tucumano David Íñigo, en ese momento jugador de San Lorenzo.

La saga de los “carasucias” concluyó allí. Los cracks fueron cooptadas por Italia: Maschio (artillero del Sudamericano con 9 goles) jugó en Milan, Angelillo en Inter y Sívori en Juventus. No volvieron a ser convocados a la Selección, un error descomunal que se pagaría con la forma de un desastre mundialista.

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