El Día Mundial del Ajedrez se celebra anualmente el 20 de julio. Durante ese día, jugadores, clubes y organizaciones de todo el mundo realizan distintas actividades para darle espacio a uno de los juegos más vigentes y saludables del planeta, que mantiene la atención de millones de personas. Sin dudas que este año será en especial una fecha para festejar en la Argentina, a lomo de la aparición y crecimiento del pequeño Faustino Oro, convertido hoy en una estrella internacional con sólo 10 años.
El revuelo que viene causando este porteño hoy radicado con sus padres en España no es habitual. Sus méritos están a la vista. Primero fue el jugador más joven de la historia en convertirse en maestro Fide. En el medio obtuvo triunfos notables, como el que logró ante el cinco veces campeón mundial y N°1 del ranking, el noruego Magnus Carlsen. Y en las últimas horas le sumó el reto de lograr el récord mundial de precocidad para convertirse en maestro internacional.
Lo que está logrando este pequeño revitaliza al juego ciencia, en especial el argentino, y brinda un inestimable soplo de aire puro sobre la superación humana. Al mismo tiempo redobla la necesidad de apostar fuerte por su enseñanza en los distintos niveles educativos, algo que en general no se trabaja con la constancia necesaria.
De hecho, a fines del año pasado se sancionó en la Legislatura un proyecto de ley que crea el “Programa Provincial para la Enseñanza del Ajedrez en las Escuelas”, cuya propuesta fue introducir la actividad en las escuelas durante este año. También son para destacar las iniciativas privadas como la de Pinta Ajedrez, que propone una forma distinta de relacionarse al juego ciencia. Esto, sin olvidar los clubes, instituciones y escuelas existentes que llevaron a que Tucumán tenga un ajedrez de buena calidad.
En lo que respecta a los niños, es sabido que el ajedrez les ayuda a concentrarse, a desarrollar habilidades de pensamiento crítico y de resolución de problemas. Mientras lo están jugando, deben considerar varias opciones y prever consecuencias antes de tomar una decisión. Esto les permite un aumento de la confianza y de la autoestima.
Los beneficios del “juego ciencia” son prácticamente infinitos. Permite estructurar el pensamiento, analizar, prestar atención, concentrarse, reforzar la memoria visual y la percepción. También ayuda a saber planificar y a ser riguroso y ordenado mentalmente, al tiempo que contribuye al rendimiento académico en áreas como las matemáticas y la lectura.
Así como en su momento la serie Gambito de Dama hizo popular al ajedrez, Faustino Oro asoma hoy como un poderoso faro cuya luz debe alumbrar su fortalecimiento. Siendo el referente generacional por sus grandes habilidades para el juego ciencia a partir de una claridad conceptual asombrosa, lo que está generando este niño les da letra a quienes ponen a la actividad en un lugar fundamental en lo formativo, algo que por estos días tiene un valor incalculable.