Un cuadro y una placa distinguen la sala donde Menéndez puso fin a la Guerra de Malvinas

Un cuadro y una placa distinguen la sala donde Menéndez puso fin a la Guerra de Malvinas

En este recinto se encontraron el 14 de junio de 1982 las máximas autoridades militares que había en las Islas para formalizar la rendición de las fuerzas argentinas. Fue allí, en “Liberation Room”, que el general Menéndez tachó el adverbio que hacía “incondicional” a su capitulación.

EN METAL. Una placa y un símil del acta se exhiben en el salón. EN METAL. Una placa y un símil del acta se exhiben en el salón.

(Puerto Argentino-Stanley).-Lunes 14 de junio de 1982. A las 23.59 de ese día se termina oficialmente la Guerra de Malvinas, donde perecieron 649 argentinos y 255 británicos. El acta de rendición escrita en inglés (“instrument of surrender”) tiene 17 renglones mecanografiados y dos palabras tachadas (“incondicionalmente” y “Lafonia”, topónimo del área austral de la Isla Soledad). Arriba de estas manchas y con la misma tinta constan las letras “MBM”, iniciales de Mario Benjamín Menéndez, comandante de las Fuerzas Argentinas y uno de los firmantes del documento. Los otros dos son el general británico John Jeremy Moore y el coronel Brian Pennicott, quien rubrica como testigo. La lectura y la firma del acta ocurrieron en esta sala que, por ello, se llama “Liberation Room” o “Lugar de la Liberación”.

ACTA DE CAPITULACIÓN. El documento que el general Mario Benjamín Menéndez le firmó a los británicos para rubricar la rendición argentina. ACTA DE CAPITULACIÓN. El documento que el general Mario Benjamín Menéndez le firmó a los británicos para rubricar la rendición argentina.

Un facsímil del documento con las tachaduras cuelga en la pared. Abajo, una placa de bronce subraya el acontecimiento, aunque omite la identificación de Menéndez: “en este cuarto, durante la noche del 14 de junio de 1982, el general mayor Jeremy Moore aceptó la rendición del gobernador militar y comandante de las Fuerzas Armadas Argentinas, que habían invadido y ocupado las Islas Falkland el 2 de abril de 1982”.

“SALÓN DE LIBERACIÓN”. La sala donde se firmó el acta fue bautizada. la gaceta / foto de irene benito “SALÓN DE LIBERACIÓN”. La sala donde se firmó el acta fue bautizada. la gaceta / foto de irene benito

Si no fuera por la plancha dorada y por el cuadro con la copia del acta, nada ni nadie diría que allí sucedió un acto con semejante significado histórico para argentinos e isleños. Es que el recinto sigue funcionando como un espacio de reunión del Gobierno de las Islas Falkland (FIG), institución organizadora del viaje de prensa de Sudamérica en el que participó LA GACETA. Y, como tal, está amoblado con una mesa, sillas y equipos modernos para proyectar videos y diapositivas, además de los retratos de juventud de la Reina Isabel y de su consorte, el príncipe Felipe de Edimburgo. Pero una vez que se dimensiona el papel que cumplió esta habitación ya es difícil concentrarse en la presentación estadística que con precisión desarrolla una funcionaria del FIG este 12 de marzo de 2024.

“Liberation Room” transporta a la evocación de aquellos soldados apostados en las trincheras de la ciudad que, pese al hambre, al frío y a los partes que reflejaban la marcha triunfal del enemigo, mantenían sus posiciones y estaban listos para batirse cuando bajó la orden de guardar las armas. Aquella jornada también dejó este contraste: mientras el uniforme de Moore lucía las marcas de la batalla, el de Menéndez estaba intacto. “Llevaba más de 30 horas sin dormir e hice algo que me criticaron: me lavé, me afeité y me peiné”, explicaría luego el ex militar argentino -fue jefe del Estado Mayor del Ejército durante el Operativo Independencia ejecutado en Tucumán en 1975- en una entrevista con la BBC publicada el martes 26 de marzo de 2002 con el título “Hice lo correcto”.

MONUMENTO. La construcción británica que recuerda la liberación. MONUMENTO. La construcción británica que recuerda la liberación.

Veinte años después de la capitulación, Menéndez se enorgullecía de dos acciones. Primero, el haber conservado las banderas izadas durante la Guerra. Segundo, el haber borroneado el adverbio “incondicionalmente” (“unconditionally”) incluido en la redacción original del acta, que, entonces, quedó así: “yo, el abajo firmante, comandante de todas las fuerzas argentinas de aire, mar y tierra desplegadas en las Islas Falkland me rindo incondicionalmente [tachado] ante el general mayor J.J. Moore (...), representante del Gobierno Británico de su Majestad (la Reina)”. El instrumento de la rendición expresa que las tropas al mando de Menéndez deben reunirse en los puntos asignados, desarmarse, y obedecer las instrucciones de Moore y sus subalternos. Los vencedores, además, se comprometen a tratar a los vencidos con honor y de acuerdo con los principios de los Convenios de Ginebra de 1949.

ESTADISTA. Con un busto, los isleños honran a Margaret Tatcher. ESTADISTA. Con un busto, los isleños honran a Margaret Tatcher.

La rúbrica de los ejemplares de la rendición fue discreta: el epílogo de un cese del fuego dispuesto para que Menéndez pudiese despachar con el dictador Leopoldo Galtieri, quien desde el continente lo instaba a contraatacar aunque en el frente ya no quedaran municiones para entrar en el combate. Al fin, el general argentino destacado en las Malvinas decidió terminar antes lo que para él ya era una derrota sin vuelta atrás. No hubo presencia de la prensa en “Liberation Room”. Ese mismo lunes, Moore envía un télex a Londres dirigido a la primera ministra de su país, Margaret Thatcher, donde le informa los acontecimientos. El mensaje concluye con la siguiente fórmula: “las Islas Falkland están de nuevo bajo el Gobierno deseado por sus habitantes. Que Dios salve a la Reina”.

Borges y la posguerra

Si para la mayoría de los argentinos el 14 de junio es un día más del calendario (el 2 de Abril, fecha de inicio de la conflagración, se recuerda a los caídos y veteranos), para los isleños constituye un feriado equivalente al del 9 de Julio. La conmemoración de “Liberation Day” (“Día de la Liberación”) comienza en la Catedral de la Iglesia de Cristo e incluye un desfile militar hasta el Monumento Británico de 1982: son 1.200 metros por la calle principal del archipiélago. El recorrido pasa por algunos de los escenarios cruciales de la Guerra, desde la Casa del Gobernador en la que Menéndez había instalado su residencia al aterrizar en Malvinas -previamente había sido la morada del diplomático Rex Hunt- hasta por el busto de la entonces primera ministra Thatcher, que los kelpers veneran como su liberadora.

ESCULTURA EN RELIEVE. Una pared del Monumento Británico 1982 recrea en una placa una escena de los combates que se libraron en cielo, mar y tierra. ESCULTURA EN RELIEVE. Una pared del Monumento Británico 1982 recrea en una placa una escena de los combates que se libraron en cielo, mar y tierra.

En la Guerra murieron tres civiles como consecuencia de un ataque no intencional de la “metralla británica”. Faltaban 72 horas para el desenlace cuando las municiones de las tropas de Moore destrozaron la casa donde se refugiaban Susan Whitley, Doreen Bonner y Mary Goodwin. Más allá de estas vidas segadas hubo daños materiales y un porcentaje significativo de la población sufrió estrés postraumático, en particular los 114 kelpers que, por decisión de las tropas argentinas, fueron encerrados durante 29 días en el Centro Comunitario de Goose Green (Pradera del Ganso).

A juzgar por lo ocurrido en los últimos 42 años se entiende el júbilo que produce la llegada de Liberation Day. Los isleños no sólo consiguieron que una base militar se estableciera de manera permanente en Mount Pleasant, donde está el aeropuerto, sino que también obtuvieron el derecho a conceder las licencias de pesca que convirtió su producto bruto interno por cabeza en el más alto de las Américas. Más importante aún, Reino Unido otorgó a los kelpers la ciudadanía británica plena en 1983. Aunque la Argentina mantiene su reclamo de soberanía, las preocupaciones de los 3.662 habitantes contados en el Censo 2021 pasan por otro lado. Por ejemplo, por acceder a Starlink, el servicio de internet satelital de Elon Musk vedado en virtud del contrato monopólico establecido a favor de la compañía Sure, que brinda conexiones lentas y carísimas. O por los bemoles de la construcción del nuevo puerto encargado a los creadores del Titanic.

“OBRA DE DEMENTES”. Catalogó Jorge Luis Borges sobre la guerra. “OBRA DE DEMENTES”. Catalogó Jorge Luis Borges sobre la guerra.

La posguerra trajo a las Islas una prosperidad inimaginable antes de 1982. Eso es lo que cuentan las cifras que expone la integrante del Gobierno en la exposición en “Liberation Room”. Es imposible estar allí recibiendo los números de ese desarrollo excepcional sin pensar en Jorge Luis Borges, quien abominó la Guerra y la juzgó una obra de “dementes”. En una entrevista con la Televisión Española, el escritor condenó que se hubiera mandado a “pobres muchachos” a morir al sur: “tener veinte años y pelear contra soldados veteranos es algo atroz e inconcebible”.

“La decisión de invadir las Islas fue tomada por media docena de militares posiblemente borrachos”, opinó Borges, quien rescataba que el resultado haya servido para recuperar la democracia al año siguiente de la rendición. “Si los militares hubieran ganado la Guerra, se habrían eternizado. Serían héroes, y tendríamos un régimen de aniversarios, estatuas ecuestres y de falta de libertad total”, reflexionó el autor de dos poemas inspirados en los acontecimientos de las “islas glaciales”, “Juan López y John Ward”, y “Milonga del muerto”. Este último comienza así: “lo he soñado en esta casa / entre paredes y puertas. / Dios les permite a los hombres / soñar cosas que son ciertas”. Estas ideas llegan a propósito de Malvinas, de Galtieri, de Thatcher, de Menéndez y de Moore quizá porque, cuando se buscan las efemérides de este viernes 14 de junio, los registros nacionales destacan como hecho de mayor relieve que Jorge Luis Borges murió tal día como hoy, pero de 1986.

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