En el tercer piso del Hospital Avellaneda hay una salita que no tiene camillas, ni sueros o agujas, sino un pizarrón, pupitres y médicos, enfermeros y otros profesionales dispuestos a enseñar. ¿Qué habilidades? Saber cómo transitar un padecimiento o un momento especial en la vida, como un embarazo.
La escuela de pacientes que funciona en el enorme centro asistencial de Catamarca al 2000, nació con el claro objetivo de formar pacientes expertos a través de un superpoder infalible: la información.
“Los preparamos en todos los aspectos, psíquico, físico y les enseñamos sobre sus enfermedades”, explicó la licenciada en psicología Verónica Menín, quien forma parte de uno de los grupos de expertos destinados a esta tarea.
“Cada una de las aulas está conformada por el médico especialista (que se convierte en el referente), junto a todo un equipo interdisciplinario acorde a la patología de los asistentes”, amplió.
Con estas herramientas se establecen mecanismos para el cuidado de la salud y la mejoría de la calidad de vida de quienes toman los cursos.
Es por eso, además, que se apunta a enfermedades que plantean grandes interrogantes para quien la sufre, y también a sus familiares y cuidadores.
Puntualmente, en el Avellaneda hay clases destinadas a personas con diabetes –infantil, juvenil, y adulto-, enfermedades reumáticas, endometriosis, alergias, tabaquismo y EPOC, tartamudez, rehabilitación post covid, celiaquía, actividad física adaptada y rehabilitación cardiopulmonar.
Los talleres se dictan de lunes a viernes por la mañana, con un día específico por enfermedad. Además, son recibidos pacientes de toda la provincia sin importar de qué zona lleguen.
Menos medicamentos
“Trabajamos para darle a cada paciente toda la información y capacitación con un enfoque integral para que conozcan su cuerpo y su enfermedad desde un lugar activo”, contó Menín.
“No tenemos el enfoque del padecimiento, sino de constituir a quienes llegan en agentes, que incluso puedan capacitar a otros en base a lo que ellos adquirieron”, destacó la psicóloga.
La experta detalló que todo lo que se aprende provoca que incluso se reduzcan algunas otras cuestiones, como el uso y abuso de medicamentos. Y dejó un ejemplo para que se comprenda el por qué.
“En el caso de las alergias, para ejemplificar, al llegar aquí y aprender incluso hasta las dietas que se deben hacer, la prevención higienista y conocer mi propia patología, implica muchas veces una reducción de medicación”, puntualizó.
Mientras que también hizo referencia a otra parte crucial dentro de la vida misma, como lo es la sociabilización.
“Con todas estas herramientas se evita también que el paciente no pueda incluirse en la sociedad, porque uno ya tiene el poder de la información y se posiciona de otra manera”, concluyó.
Otra experiencia
Como se dijo al principio, no todos son males en esta escuela que también prepara a futuras mamás para recibir el don de la vida, con la idea de romper miedos y despejar dudas.
En este camino, el equipo interdisciplinario se enfoca en la preparación física para el proceso gestacional (desde la semana 14), hablan de parto respetado, plan de vacunación, servicio de identificación y derechos del recién nacido, cuidados del recién nacido, lactancia materna, pautas de alarma, acompañamiento psicológico, anatomía y fisiología del embarazo, y anticoncepción.
“Les enseñamos cómo tienen que ser las contracciones, cuando tienen que venir para que no sufran un desgaste o una ansiedad innecesaria. Inclusive, una enfermera encargada de recibir a recién nacidos, les enseña a armar el bolso que van a necesitar para el momento del parto cuando la fecha se acerca”, refirió la licenciada e obstetricia Nancy Balaguer, referente de esta aula.
“Las mamás tienen derechos que ni siquiera conocen”, admitió sobre la importancia de este espacio.
Poner la cabeza
“Emilse es la primera de mis hijas a la que pude acompañar en todo este camino. Yo ya no recordaba casi nada de mis embarazos o mis partos, y esta experiencia de estar en estas clases y después darle la mano en el momento en el que nació mi nieta, fue muy hermoso”.
Este fue el testimonio de Mercedes Alagastino, quien frente a una sala con casi diez futuras madres, habló de cómo fue su experiencia y la de su hija, con el aula de pacientes. Porque el sistema de apoyo es otra clave, no tan solo para embarazadas, sino también para atravesar con éxito cualquier patología.
“Tenemos que tener en cuenta que si bien, en este caso, la embarazada es quien pone el cuerpo, hay familiares que deben poner la cabeza”, dijo al respecto Sofía Rivadeneira, licenciada en obstetricia y kinesiología.
“Cuando una persona se interna, también se interna alguien más que va a acompañar en todo, y aguantar por qué no. Por eso tiene que estar preparado para todo el proceso, para todo lo que se necesite”, indicó la profesional.
Por su parte, con 44 años de experiencia, Marta Monjes, coordinadora y jefa de sala de partos del Hospital Avellaneda, insistió en lo importante de asistir a las clases acompañadas siempre y cuando se pueda.
“Sin embargo hay veces que los demás por alguna cuestión puntual no pueden. Entonces, lo que los asistentes deben hacer es transmitir lo que aprenden acá al llegar a su casa, así todos están preparados”, destacó.
“Aquí sacamos todas las dudas, los miedos, las ansiedades. Porque en eso consiste la preparación física y todos los talleres que se dictan en esta escuela”, resaltó Monjes.