Cada vez son más los jóvenes argentinos que dejan la universidad
Según el Observatorio de Deuda Social de la UCA, la tasa de ingreso a los estudios superiores aumentó el 7,7% en los últimos 13 años. Sin embargo, también incrementó la deserción en este nivel: de 20,1% a 26,4%. La educación familiar, el sexo y la pobreza son algunas de las variables que condicionan la trayectoria educativa de los estudiantes.
Entre 2010 y 2023 aumentó significativamente el número de jóvenes que finalizó la secundaria e ingresó a la universidad, pero eso no quiere decir necesariamente que la hayan terminado. Según un estudio realizado por el Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina (UCA), que analiza las posibilidades de acceso y logro educativo superior de la población de 18 a 24 años en áreas urbanas, el porcentaje de jóvenes que no terminó la secundaria se redujo de un 46,5% a un 32,7% en los últimos 13 años. Si bien el porcentaje de alumnos que está cursando o ya finalizó sus estudios superiores también aumentó (pasó del 30,8% al 38%), en ese lapso también se observó un incremento en la tasa de abandono: pasó del 20,1% al 26,4%.
¿A qué se debe este panorama? Pese a que las posibilidades de acceso a los estudios superiores mejoraron, los autores del informe explicaron que “terminar el nivel secundario, ingresar al nivel superior y finalizar de manera exitosa este no es un proceso de vida lineal ni carente de barreras socioeconómicas”. Y agregaron: “la probabilidad de ingreso o exclusión del nivel universitario depende de la etapa del ciclo de vida; las condiciones socioeconómicas del hogar; el clima educativo del grupo familiar de origen y las responsabilidades domésticas”.
La cuestión generacional
El documento observa que los logros educativos del jefe del hogar influyen significativamente en la trayectoria de cada joven. En aquellos hogares donde el nivel educativo de las cabezas de la familia llega hasta el secundario incompleto, el 29% de los estudiantes tampoco logra finalizar ese nivel y sólo el 18% cursa estudios superiores. Cuando el jefe de la familia sí logró finalizar el secundario, el porcentaje de quienes no finalizan ese nivel se reduce al 20,6% mientras que los que continúan cursando estudios superiores representan el 47,3%.
En aquellos hogares donde los adultos responsables tienen estudios universitarios, el porcentaje de los que no finalizan el secundario se reduce marcadamente al 13%. También disminuye la proporción de quienes sólo llegan a completar el secundario (17,1%) y quienes acceden a cursar estudios superiores alcanzan el 69,9%.
La pareja también influye
La UCA también detectó que los resultados varían dependiendo si el joven se encuentra viviendo en pareja o no. El 30% de los estudiantes que tienen entre 18 y 24 años, y carece de pareja no logró terminar el secundario, mientras que en el caso de los que sí están en pareja el porcentaje de deserción aumenta al 49,3%. Lo mismo sucede entre aquellos que finalizan el secundario, pero continúan sus estudios superiores: aumenta del 25,7% al 31,4%.
“Si bien es baja la proporción de jóvenes de 18 y 24 años unidos o casados, es evidente que la responsabilidad económica o doméstica de constituir un núcleo conyugal recorta la continuación de los estudios. Por el contrario, la postergación de compromisos conyugales favorece el éxito educacional”, explica el informe elaborado por Eduardo Donza, María Rosa Cicciari y Rodrigo Jara Álvarez, y coordinado por Agustín Salvia.
Las mujeres abandonan menos
La investigación afirma que las mujeres tienen mejor perfil y proyección educativa que los varones. Los datos muestran que son menos las mujeres que abandonan el secundario (27%) que los hombres (37%). En la universidad la tendencia se repite: el 41% de las estudiantes continúa cursando mientras que en el sexo masculino ese porcentaje decrece a un 29,4%. Además, el 3,4% de las mujeres egresa antes que los varones (2,3%).
“Los esfuerzos del sistema educativo tendrían que focalizarse, entre otras cosas, en la continuidad de los estudios superiores de los varones y, sobre todo, en evitar el abandono de estos en el nivel secundario”, alerta el estudio.
La pobreza es el factor crítico
La situación económica del hogar se constituye como un factor clave en las probabilidades de acceso educacional de los jóvenes tanto en el nivel secundario como en el nivel superior. Al respecto, se observa que entre los jóvenes que residen en hogares que no cayeron en la pobreza disminuye la incidencia de los que no finalizaron el secundario (de un 32,7% general a un 22,1%) y aumenta marcadamente la participación de los que cursan estudios superiores con el 42,6% (38% a nivel general).
En cambio, más del 40% de los jóvenes que habitan hogares en situación de pobreza no terminan el secundario y rondan el 25% quienes abandonan la universidad. En los hogares indigentes sólo el 23,5% cursan estudios superiores, mientras que en los pobres lo hacen el 28,3%.
El Observatorio de la Deuda Social explica que la situación económica aparece como un factor "fuertemente asociado a la imposibilidad de finalizar los estudios secundarios, así como también a ingresar y terminar el nivel superior": "a menor ingreso per cápita familiar o mayor pobreza, la probabilidad de acceder a estudios terciarios o universitarios desciende de manera significativa”.
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